El amor que siento por ti,
ese amor tan intenso,
que mueve montañas
y seca profundos lagos,
se ha convertido en mi sonrisa.
El amor que yace en mi pecho,
el cual resucita en casa pestañeo
y contoneo de tus caderas,
provocan que al fin mi alma,
la cual parecía no tener alas, vuele.
Y el mundo, ese tan oscuro,
se vuelve distinto.
Siento el aire nuevo
moviéndome como molino
y convirtiéndome en hidalgo.
El amor que tanto te ofrezco
es el enigmático rubí de mi corazón
el cual está en tus delicadas manos
y espera con ansias ser enterrado
en la playa de lo eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario