Habían pasado escasas horas desde la
última emisión de su programa. No tenía horario significativo o
fijado, tampoco fecha. Las entrevistas se daban dependiendo de la
disponibilidad de los muchachos que elegía para ayudarle con el
transporte del material, instalación y distribución por las
diversas habitaciones, o salas, que tenía la mansión así como
viajar, si tenía que hacerse, a lugares como Venecia, en Italia,
donde Marius le esperaba en el confort y comodidad de su hogar. En
ésta ocasión había decidido indagar la verdad de Armand, aunque
habían pasados escasos años que éste contó su vida.
El lugar idóneo, o apropiado, hubiese
sido el salón de actos, donde se dio la entrevista con Lestat, pero
el vampiro exigió que debía ser en su laboratorio donde se hallaba
observando la vida pasar ante sus ojos. Había animales pequeños,
como roedores o insectos, que se encontraban atrapados en sus jaulas
a la espera de una muerte segura, y posiblemente horrible. El
laboratorio era una habitación de paredes oscuras sin ventanas,
buena iluminación de luces alógenas y ventilación excesiva gracias
a sendos dispositivos de purificación de aire.
Armand se encontraba vestido con un
suéter de cuello de tortuga en color negro, una elegante bata blanca
similar a la de cualquier experto en ciencia y unos pantalones
tejanos de color oscuro. Sus pies estaban desnudos y caminaba por el
suelo de goma, para evitar conductividad eléctrica, sin problema
alguno de sentir frío gracias a la calefacción. Sus cabellos se
encontraban recogidos y peinados con gomina, lo cual le daba un
aspecto de húmedo pese a estar secos.
David se hallaba sentado en una silla
enorme de color negro, la cual estaba cerca de un ordenador portátil
donde acudía su entrevistado a teclear aquello que había
descubierto. Parecía tan ensimismado que su criatura, Daniel, con
sus pequeñas construcciones. La cámara gravaba sus movimientos
enfocándose en poder captar su rutina. La luz de la pantalla del
ordenador era muy brillante, pero no parecía molestarle.
-En ésta ocasión queridos
espectadores deseamos darle la bienvenida a la rueda de preguntas a
Armand- dijo no muy convencido al comprobar que éste seguía sin
prestarle atención. Estaba vestido con un traje negro, corbata negra
y camisa negra. Era un punto negro en una habitación negra, pero él
había pedido a última hora que la entrevista sería ahí y no donde
todo se había dispuesto acorde a la importancia de dichas preguntas.
-Aja- dijo encogido hacia el teclado
mientras movía con rapidez sus dedos- El experimento número cuatro
ha fallado, posiblemente tenga que repetirlo- comentó antes de
girarse para percatarse al fin que la cámara filmaba- Disculpen.
-Estamos agradecido que nos preste un
poco de su preciado tiempo- comentó con gentileza ofreciéndole
asiento a su lado- Por favor, siéntese para poder tener una
conversación adecuada.
-Sí, de acuerdo- contestó dando un
par de pasos hasta tomar asiento y mirarle atentamente- Será raro
volver a contar algunas cosas ¿no crees?-preguntó sin pestañear.
-No te preocupes, siempre se puede
cambiar de opinión o intercambiar nuevas preguntas- dijo observando
los tubos con sangre, las ratas agonizando, la papelera de desechos
con cientos de animales acumulados por las horas de esfuerzo
científico- ¿Cómo es que tienes un laboratorio aquí?
-Lestat me lo ofreció a cambio de
permanecer en New Orleans. Jamás tuve uno, siempre me apañé con
cualquier rincón de los edificios donde vivía. Como bien recordará
mi alquimia y mis juegos con ella fueron muy anteriores a la quema
del teatro- respondió con tranquilidad- A cambio de diverso material
y un espacio cómodo sólo tengo que estar aquí, a disposición de
los mortales para conversar con ellos temas banales. En ocasiones lo
necesito, pues es desagradable estar en silencio demasiado tiempo,
pero en otras desearía usarlos a todos para mis experimentos más
terroríficos.
David comprendía su punto de vista
sobre ese tema. El estar en la mansión le reportaba muchos
beneficios, pero había un perjuicio con cierto tipo de personas que
no comprendían que su tiempo era limitado. A pesar de ser seres
eternos tenían un tiempo acotado a la noche. Sin embargo, el poder
dialogar con ellos sobre la vida y la existencia le parecía
tentador.
-¿Cómo es la relación con
Daniel?-interrogó intentando averiguar si eran cierto los rumores.
Había escuchado sobre el
distanciamiento extremo, incluso había sido testigo. Pero él quería
dejarse guiar por palabras de ambos, por parte de Armand y por parte
de Daniel, ya que los rumores eran eso rumores.
-Se ha enfriado bastante- dijo bajando
los párpados para mirar a su interlocutor de reojo- Como bien sabes,
supongo. Sin embargo, no quiero agobiarle y sé que la curiosidad le
hará volver a mí. Puedo perseguirlo, es cierto, y lograr que venga
a mí a la fuerza. Sin embargo, he aprendido a tener algo de
paciencia, aunque no extrema. Supongo que si Mahoma no va a la
montaña, yo iré a su montaña y le agitaré para que comprenda- se
encogió de hombros y sonrió provocando en David cierto escalofrío.
-¿Qué opinas de su pasatiempo?-la
pregunta iba enlazada con la anterior, deseando que respondiera con
sinceridad.
-No lo comprendo pero lo respeto. No
veo interesante las maquetas, aunque supongo que él no ve
interesante mi alquimia -dijo echándose a reír mientras negaba con
la cabeza- ¿Se imagina que ambos nos comprendiéramos? ¡Sería
brillante y divertido!
-Comprendo-sonrió con cautela y
elegancia antes de proseguir- ¿Y qué me dices de Marius?
-Oh, el maestro- masculló llevándose
la mano derecha a su boca palpando sus labios- El maestro-dijo
apartando la mano- Me mantiene alejado, aunque en ocasiones aparece y
disfruto de su compañía como espero que él disfrute de la mía.
Asintió suavemente su comentario
mientras se disponía a realizar más preguntas cuando de improvisto
se levantó y continuó trabajando. David frunció el ceño
incorporándose también, para caminar hacia donde estaba el
pelirrojo y provocar que se alejara de sus animales de laboratorio y
tomase asiento a su lado otra vez. Una vez sentado Armand le miró
fijamente y éste le sonrió.
-Pensé que habías terminado-dijo con
simpleza.
-No, no es así- le aclaró con cierta
firmeza como haría un padre a su hijo- ¿Qué opina de su
entrevista? Es decir, se habló de usted en ella.
-Como en las demás- indicó antes que
pudiese David finalizar su pregunta.
-Así es, pero...-
Deseaba continuar interviniendo, sin
embargo no le permitió hacerlo. Armand parecía dispuesto a explicar
a todos su forma de ver el mundo, la cual era tan particular como
todas las que había escuchado de parte de otros como ellos.
-Pero nada, sucede en todas- afirmó-
Todos tienen un punto de vista sobre mí y lo que hago- posiblemente
era porque estaba intercomunicado con el resto de vampiros debido a
su longevidad, pese a parecer un niño ensimismado con su granja de
hormigas y ratones que podían contagiarle cualquier enfermedad- No
me importa, ni me desagrada. Yo he decidido experimentar con la vida
del mismo modo que lo hace Lestat, sin embargo yo uso ratas y él las
chicas de los prostíbulos. ¿Es a caso un pecado comprobar como se
origina la vida y si hay posibilidad de salvarla? Marius ha decidido
seguir llorando por Pandora. Es un vampiro anciano, puede que sus
milenios le haga añorar el pasado, pero a mí no me sucede- aquello
eran fuertes declaraciones, pero no parecía herido sino serio y
contundente- Puedo estar con él; amarlo a él; sentirlo a él;
necesitarlo a él... pero no soy dependiente. No dependo de la
felicidad de Marius, sino de la mía propia. Todos me aman, me
aprecian y admiran ¿para qué necesito algo más? Soy Armand, sé
vivir sólo y los halagos no me afectan del mismo modo que las
críticas. No, no soy un vampiro pendiente de todo lo que digan de mí
ya sea bueno o malo.
-¿Crees que siguen viéndote como un
ángel?-la pregunta era sin duda por su comportamiento y no tanto por
su físico.
-Muchos están ciegos-fue una frase
acertada, pues la mayoría veían en él un hermoso retrato de un
ángel atendiendo sus plegarias y no un vampiro hambriento con deseos
de un trago más- Creen que porque tengo un físico debo actuar de
acorde a él. ¿Qué importa cómo soy en realidad? ¿No es así?
¿Qué importan mis sentimientos? Debo ser un dulce para todos con
mis hermosos bucles pelirrojos, mi piel pálida como la nieve
salpicada de pecas y una sonrisa agradable -sus puños se habían
cerrado, pero rápidamente buscó el borde de su bata para
acariciarlo alisando arrugas imposibles de detectar por nulas- No
puedo ser amable todo el tiempo ni tampoco desagradable. Simplemente
soy yo. Todos admiran la franqueza estúpida de Lestat, pero nadie
acepta que yo lo sea. Él puede decir como se siente y tratar a todos
como si fuesen inferiores, porque después les dirá que los ama y
todos lo adorarán a él. Sin embargo, yo recibo muchas críticas que
en realidad no me hieren, aunque acaban hartándome.
-¿Está molesto con Lestat?-no estaba
en el programa preguntarlo, pero lo hizo.
-No-dijo indicando con la cabeza- Sólo
que con él son más permisivos y obviamente es una desventaja.
-¿Qué piensa del pasado?-interrogó
recordando ciertos comentarios que había dejado últimamente ante
mortales, leyendo sus memorias y explicándoles que el pasado era
algo que debía quedar atrás.
-Son recuerdos que nos han hecho
quienes somos, pero no debemos abrazarlos para que queden en nuestra
alma como un enorme quiste. No, no podemos estar así aceptando una
realidad que ya no existe. Realmente, es patético ver a las personas
que no saben encajar golpes en la vida. Las cosas que han sucedido ya
no van a regresar ¿para qué regodearse? ¿Debería llorar por haber
sido secuestrado y confinado en un barco durante meses? No lo creo.
Cuando guardó silencio tras aquel
derroche de coherencia pestañeó y sonrió de forma amable. David
tuvo el mismo gesto, provocando que la cámara se enfocara en ambos
con mayor atención.
-¿Qué opinas de la vida mortal?-alzó
sus cejas oscuras y sonrió al notar que esa pregunta le interesó.
-Amo a los mortales por sus inventos.
El avance de la ciencia, la tecnología, el arte en todos los
sentidos y la belleza contenida en fotografías que se distribuyen
por todo el planeta gracias a Internet. Sin duda, me parece increíble
-comentó cruzando sus brazos a la altura de sus pechos- Pero luego
está la faceta destructiva, y no hablo de guerras. Hay personas que
no saben vivir sus días dedicándose a tareas monótonas, vidas
carentes de sentido si no discriminan o humillan, aquellos que no
comprenden nada de éste mundo y esos que creen saberlo todo.
¡Imagínate!-dijo elevando la voz mientras se levantaba de la silla
quedando de pie- ¡Ni siquiera yo lo sé! ¡Ni siquiera lo sabía
Akasha!
-¿Hay algún humano que ames
ahora?-era algo interesante verlo así de emocionado, pero prefería
mayor sosiego en sus entrevistas. Con cuidado lo tomó de las muñecas
y le hizo sentarse a su lado, otra vez.
-No, no ha ocurrido de nuevo-
respondió.
-¿Qué ha sido de Sybelle y
Benji?-preguntó por aquellos mortales que Marius hizo para él.
-Los cuido como si fuesen parte de mí.
Ella viene a veces a tocar el piano y él me muestra todo lo que ha
aprendido. Están con Marius a veces, en ocasiones aquí viviendo en
una habitación especial para invitados y en breves lapsus de tiempo
conversan con inmortales amigos míos de toda confianza. Siento que
son mi familia, pero no deseo que se sientan obligados a mi compañía
como ocurrió con Daniel- sus ojos mostraban amor, orgullo y
franqueza. Unos ojos que tomaron la cámara con deseo. Era un
muchacho hermoso cuando se tranquilizaba y realmente podía parecer
un ángel, sin embargo esa mirada perturbada le hacía temer, como al
resto que se topaba con él.
-¿Qué pedirías para tu futuro?- era
algo que con otros no había preguntado, pero teniendo en cuenta como
era Armand podía haber pensado en ello. Lestat era demasiado
inconsciente y el resto parecía anclado a la monotonía, salvo Louis
pero él era muy obvio.
-Mejorar mis inventos, tener una
relación más fluida con algunos inmortales porque su compañía es
agradable y en ocasiones necesaria, escuchar nuevas opiniones sobre
temas religiosos porque parece que eso asusta a todos y posiblemente
una batidora nueva- lo último hizo que soltase una carcajada
estruendosa. David se esperaba algo así, pero jamás dicho con tanta
inocencia y desparpajo -¿Ya puedo continuar?-preguntó como si fuese
un niño regañado.
-Claro- respondió con una leve sonrisa
mientras su compañero se levantaba para aproximarse a sus ratas y él
se acomodaba para observar como trabajaba.
Finalmente la cámara fue a negro
mientras enfocaba las manos de Armand que ocultaba los signos vitales
de las ratas intentando averiguar si el veneno inyectado podía
curarse en ellas, o simplemente las aniquilaba sin compasión alguna.
Documento de Jardín Salvaje realizado por David Talbot y Armand.
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