Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 26 de mayo de 2013

Entrevista al rey del laboratorio

Habían pasado escasas horas desde la última emisión de su programa. No tenía horario significativo o fijado, tampoco fecha. Las entrevistas se daban dependiendo de la disponibilidad de los muchachos que elegía para ayudarle con el transporte del material, instalación y distribución por las diversas habitaciones, o salas, que tenía la mansión así como viajar, si tenía que hacerse, a lugares como Venecia, en Italia, donde Marius le esperaba en el confort y comodidad de su hogar. En ésta ocasión había decidido indagar la verdad de Armand, aunque habían pasados escasos años que éste contó su vida.

El lugar idóneo, o apropiado, hubiese sido el salón de actos, donde se dio la entrevista con Lestat, pero el vampiro exigió que debía ser en su laboratorio donde se hallaba observando la vida pasar ante sus ojos. Había animales pequeños, como roedores o insectos, que se encontraban atrapados en sus jaulas a la espera de una muerte segura, y posiblemente horrible. El laboratorio era una habitación de paredes oscuras sin ventanas, buena iluminación de luces alógenas y ventilación excesiva gracias a sendos dispositivos de purificación de aire.

Armand se encontraba vestido con un suéter de cuello de tortuga en color negro, una elegante bata blanca similar a la de cualquier experto en ciencia y unos pantalones tejanos de color oscuro. Sus pies estaban desnudos y caminaba por el suelo de goma, para evitar conductividad eléctrica, sin problema alguno de sentir frío gracias a la calefacción. Sus cabellos se encontraban recogidos y peinados con gomina, lo cual le daba un aspecto de húmedo pese a estar secos.

David se hallaba sentado en una silla enorme de color negro, la cual estaba cerca de un ordenador portátil donde acudía su entrevistado a teclear aquello que había descubierto. Parecía tan ensimismado que su criatura, Daniel, con sus pequeñas construcciones. La cámara gravaba sus movimientos enfocándose en poder captar su rutina. La luz de la pantalla del ordenador era muy brillante, pero no parecía molestarle.

-En ésta ocasión queridos espectadores deseamos darle la bienvenida a la rueda de preguntas a Armand- dijo no muy convencido al comprobar que éste seguía sin prestarle atención. Estaba vestido con un traje negro, corbata negra y camisa negra. Era un punto negro en una habitación negra, pero él había pedido a última hora que la entrevista sería ahí y no donde todo se había dispuesto acorde a la importancia de dichas preguntas.

-Aja- dijo encogido hacia el teclado mientras movía con rapidez sus dedos- El experimento número cuatro ha fallado, posiblemente tenga que repetirlo- comentó antes de girarse para percatarse al fin que la cámara filmaba- Disculpen.

-Estamos agradecido que nos preste un poco de su preciado tiempo- comentó con gentileza ofreciéndole asiento a su lado- Por favor, siéntese para poder tener una conversación adecuada.

-Sí, de acuerdo- contestó dando un par de pasos hasta tomar asiento y mirarle atentamente- Será raro volver a contar algunas cosas ¿no crees?-preguntó sin pestañear.

-No te preocupes, siempre se puede cambiar de opinión o intercambiar nuevas preguntas- dijo observando los tubos con sangre, las ratas agonizando, la papelera de desechos con cientos de animales acumulados por las horas de esfuerzo científico- ¿Cómo es que tienes un laboratorio aquí?

-Lestat me lo ofreció a cambio de permanecer en New Orleans. Jamás tuve uno, siempre me apañé con cualquier rincón de los edificios donde vivía. Como bien recordará mi alquimia y mis juegos con ella fueron muy anteriores a la quema del teatro- respondió con tranquilidad- A cambio de diverso material y un espacio cómodo sólo tengo que estar aquí, a disposición de los mortales para conversar con ellos temas banales. En ocasiones lo necesito, pues es desagradable estar en silencio demasiado tiempo, pero en otras desearía usarlos a todos para mis experimentos más terroríficos.

David comprendía su punto de vista sobre ese tema. El estar en la mansión le reportaba muchos beneficios, pero había un perjuicio con cierto tipo de personas que no comprendían que su tiempo era limitado. A pesar de ser seres eternos tenían un tiempo acotado a la noche. Sin embargo, el poder dialogar con ellos sobre la vida y la existencia le parecía tentador.

-¿Cómo es la relación con Daniel?-interrogó intentando averiguar si eran cierto los rumores.

Había escuchado sobre el distanciamiento extremo, incluso había sido testigo. Pero él quería dejarse guiar por palabras de ambos, por parte de Armand y por parte de Daniel, ya que los rumores eran eso rumores.

-Se ha enfriado bastante- dijo bajando los párpados para mirar a su interlocutor de reojo- Como bien sabes, supongo. Sin embargo, no quiero agobiarle y sé que la curiosidad le hará volver a mí. Puedo perseguirlo, es cierto, y lograr que venga a mí a la fuerza. Sin embargo, he aprendido a tener algo de paciencia, aunque no extrema. Supongo que si Mahoma no va a la montaña, yo iré a su montaña y le agitaré para que comprenda- se encogió de hombros y sonrió provocando en David cierto escalofrío.

-¿Qué opinas de su pasatiempo?-la pregunta iba enlazada con la anterior, deseando que respondiera con sinceridad.

-No lo comprendo pero lo respeto. No veo interesante las maquetas, aunque supongo que él no ve interesante mi alquimia -dijo echándose a reír mientras negaba con la cabeza- ¿Se imagina que ambos nos comprendiéramos? ¡Sería brillante y divertido!

-Comprendo-sonrió con cautela y elegancia antes de proseguir- ¿Y qué me dices de Marius?

-Oh, el maestro- masculló llevándose la mano derecha a su boca palpando sus labios- El maestro-dijo apartando la mano- Me mantiene alejado, aunque en ocasiones aparece y disfruto de su compañía como espero que él disfrute de la mía.

Asintió suavemente su comentario mientras se disponía a realizar más preguntas cuando de improvisto se levantó y continuó trabajando. David frunció el ceño incorporándose también, para caminar hacia donde estaba el pelirrojo y provocar que se alejara de sus animales de laboratorio y tomase asiento a su lado otra vez. Una vez sentado Armand le miró fijamente y éste le sonrió.

-Pensé que habías terminado-dijo con simpleza.

-No, no es así- le aclaró con cierta firmeza como haría un padre a su hijo- ¿Qué opina de su entrevista? Es decir, se habló de usted en ella.

-Como en las demás- indicó antes que pudiese David finalizar su pregunta.

-Así es, pero...-

Deseaba continuar interviniendo, sin embargo no le permitió hacerlo. Armand parecía dispuesto a explicar a todos su forma de ver el mundo, la cual era tan particular como todas las que había escuchado de parte de otros como ellos.

-Pero nada, sucede en todas- afirmó- Todos tienen un punto de vista sobre mí y lo que hago- posiblemente era porque estaba intercomunicado con el resto de vampiros debido a su longevidad, pese a parecer un niño ensimismado con su granja de hormigas y ratones que podían contagiarle cualquier enfermedad- No me importa, ni me desagrada. Yo he decidido experimentar con la vida del mismo modo que lo hace Lestat, sin embargo yo uso ratas y él las chicas de los prostíbulos. ¿Es a caso un pecado comprobar como se origina la vida y si hay posibilidad de salvarla? Marius ha decidido seguir llorando por Pandora. Es un vampiro anciano, puede que sus milenios le haga añorar el pasado, pero a mí no me sucede- aquello eran fuertes declaraciones, pero no parecía herido sino serio y contundente- Puedo estar con él; amarlo a él; sentirlo a él; necesitarlo a él... pero no soy dependiente. No dependo de la felicidad de Marius, sino de la mía propia. Todos me aman, me aprecian y admiran ¿para qué necesito algo más? Soy Armand, sé vivir sólo y los halagos no me afectan del mismo modo que las críticas. No, no soy un vampiro pendiente de todo lo que digan de mí ya sea bueno o malo.

-¿Crees que siguen viéndote como un ángel?-la pregunta era sin duda por su comportamiento y no tanto por su físico.

-Muchos están ciegos-fue una frase acertada, pues la mayoría veían en él un hermoso retrato de un ángel atendiendo sus plegarias y no un vampiro hambriento con deseos de un trago más- Creen que porque tengo un físico debo actuar de acorde a él. ¿Qué importa cómo soy en realidad? ¿No es así? ¿Qué importan mis sentimientos? Debo ser un dulce para todos con mis hermosos bucles pelirrojos, mi piel pálida como la nieve salpicada de pecas y una sonrisa agradable -sus puños se habían cerrado, pero rápidamente buscó el borde de su bata para acariciarlo alisando arrugas imposibles de detectar por nulas- No puedo ser amable todo el tiempo ni tampoco desagradable. Simplemente soy yo. Todos admiran la franqueza estúpida de Lestat, pero nadie acepta que yo lo sea. Él puede decir como se siente y tratar a todos como si fuesen inferiores, porque después les dirá que los ama y todos lo adorarán a él. Sin embargo, yo recibo muchas críticas que en realidad no me hieren, aunque acaban hartándome.

-¿Está molesto con Lestat?-no estaba en el programa preguntarlo, pero lo hizo.

-No-dijo indicando con la cabeza- Sólo que con él son más permisivos y obviamente es una desventaja.

-¿Qué piensa del pasado?-interrogó recordando ciertos comentarios que había dejado últimamente ante mortales, leyendo sus memorias y explicándoles que el pasado era algo que debía quedar atrás.

-Son recuerdos que nos han hecho quienes somos, pero no debemos abrazarlos para que queden en nuestra alma como un enorme quiste. No, no podemos estar así aceptando una realidad que ya no existe. Realmente, es patético ver a las personas que no saben encajar golpes en la vida. Las cosas que han sucedido ya no van a regresar ¿para qué regodearse? ¿Debería llorar por haber sido secuestrado y confinado en un barco durante meses? No lo creo.

Cuando guardó silencio tras aquel derroche de coherencia pestañeó y sonrió de forma amable. David tuvo el mismo gesto, provocando que la cámara se enfocara en ambos con mayor atención.

-¿Qué opinas de la vida mortal?-alzó sus cejas oscuras y sonrió al notar que esa pregunta le interesó.

-Amo a los mortales por sus inventos. El avance de la ciencia, la tecnología, el arte en todos los sentidos y la belleza contenida en fotografías que se distribuyen por todo el planeta gracias a Internet. Sin duda, me parece increíble -comentó cruzando sus brazos a la altura de sus pechos- Pero luego está la faceta destructiva, y no hablo de guerras. Hay personas que no saben vivir sus días dedicándose a tareas monótonas, vidas carentes de sentido si no discriminan o humillan, aquellos que no comprenden nada de éste mundo y esos que creen saberlo todo. ¡Imagínate!-dijo elevando la voz mientras se levantaba de la silla quedando de pie- ¡Ni siquiera yo lo sé! ¡Ni siquiera lo sabía Akasha!

-¿Hay algún humano que ames ahora?-era algo interesante verlo así de emocionado, pero prefería mayor sosiego en sus entrevistas. Con cuidado lo tomó de las muñecas y le hizo sentarse a su lado, otra vez.

-No, no ha ocurrido de nuevo- respondió.

-¿Qué ha sido de Sybelle y Benji?-preguntó por aquellos mortales que Marius hizo para él.

-Los cuido como si fuesen parte de mí. Ella viene a veces a tocar el piano y él me muestra todo lo que ha aprendido. Están con Marius a veces, en ocasiones aquí viviendo en una habitación especial para invitados y en breves lapsus de tiempo conversan con inmortales amigos míos de toda confianza. Siento que son mi familia, pero no deseo que se sientan obligados a mi compañía como ocurrió con Daniel- sus ojos mostraban amor, orgullo y franqueza. Unos ojos que tomaron la cámara con deseo. Era un muchacho hermoso cuando se tranquilizaba y realmente podía parecer un ángel, sin embargo esa mirada perturbada le hacía temer, como al resto que se topaba con él.

-¿Qué pedirías para tu futuro?- era algo que con otros no había preguntado, pero teniendo en cuenta como era Armand podía haber pensado en ello. Lestat era demasiado inconsciente y el resto parecía anclado a la monotonía, salvo Louis pero él era muy obvio.

-Mejorar mis inventos, tener una relación más fluida con algunos inmortales porque su compañía es agradable y en ocasiones necesaria, escuchar nuevas opiniones sobre temas religiosos porque parece que eso asusta a todos y posiblemente una batidora nueva- lo último hizo que soltase una carcajada estruendosa. David se esperaba algo así, pero jamás dicho con tanta inocencia y desparpajo -¿Ya puedo continuar?-preguntó como si fuese un niño regañado.

-Claro- respondió con una leve sonrisa mientras su compañero se levantaba para aproximarse a sus ratas y él se acomodaba para observar como trabajaba.

Finalmente la cámara fue a negro mientras enfocaba las manos de Armand que ocultaba los signos vitales de las ratas intentando averiguar si el veneno inyectado podía curarse en ellas, o simplemente las aniquilaba sin compasión alguna.



Documento de Jardín Salvaje realizado por David Talbot y Armand. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt