D. Talbot me pidió que subiera este texto aquí para que fuese guardado. Es para Mona Mayfair.
Mi Eva
Cuando percibo frío en mi alma me
protejo en tus delgados brazos, pues recuerdo que tu cabello es puro
fuego, y puedo alejar la escarcha del mundo en tus dulces labios de
cerezas silvestres. Tu figura de sirena nocturna seduce a las flores
del jardín, provoca que quieran ser cortadas y ofrecidas a la marea
de lava que cae en cascada sobre tu espalda desnuda.
Tú eres Eva, por la cual caeré en
pecado sin morder manzana alguna, y a la vez eres la mujer por la
cual nos libraremos del horror. Ojos de fiera salvaje encajados en el
rostro suave de una niña casi mujer. Delicadas pecas salpican tus
mejillas como si se tratase de un juego infantil. Tu piel de nieve es
seda pura y la confundo entre las sábanas de nuestra alcoba.
Por ti he dejado atrás la imagen seria
y ensimismada en documentos apolillados por la de un caballero que
quiere entregarte su corazón. Quiero conquistarte con mi
personalidad oculta, esa que sólo sale a relucir con criaturas como
tú. Te quiero con ternura y sinceridad, deseando ser fiel a lo que
tú conoces como hombre. Besar tus labios fue un delicioso regalo
prohibido, el cual ahora lo dejo fundir suavemente en mi boca
mientras que siento que fue un veneno. Sin embargo, no importa morir
si resucitaré cada anochecer entre tus manos cálidas.
Eres el suceso más increíble del que
he podido dar parte en mis memorias. Porque tú, Mona Mayfair, eres
el fruto que sólo nace una vez cada mil años. Rosa salvaje de fuego
en medio de las rocas más escarpadas, libre como la primavera de ir
y venir a su antojo y caliente como el sol del verano. Yo seré la
lluvia que calme tu fuego y tú serás el fuego que seque mis
tierras.
Serás la luciérnaga que se convierta
en hada de mis deseos en éste jardín que dice ser salvaje, pero sin
duda es mucho más manso que tus pasiones. Deja que bese cada uno de
tus dedos mientras te miro a los ojos perdiéndome en los prados de
la locura. Permite que este enamorado se hunda en el pantano donde
los caimanes de la lujuria lo devorarán hasta que no quede nada de
él.
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