Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 20 de junio de 2013

Conversaciones de Pupilo

La Reina de la Noche intervenía en la Flauta Mágica de Mozart en mi habitación mientras mis pies desnudos se movían suavemente sobre el parquet. La madera había retenido el calor de la mañana y la tarde, la cual se marchó dando sus bocanadas con colores agradables que fueron filmados para que yo pudiese verlos en mi ordenador mientras la ópera me hacía sonreír encandilado. Mis cabellos pelirrojos estaban revueltos y cubriendo mi cuerpo tan sólo tenía una enorme camisa roja, como cada hebra de mi espesa mata de pelo.

No me hallaba en la mansión de Lestat, sino en mi encantadora Isla de la Noche. Allí donde los mortales podían disfrutar de los excesos junto a cualquier inmortal que tuviese un aspecto cuidado. Hacía mucho que no deseaba tener en mi presencia desaliñados, seres cubiertos de polvo y mugre, que alardeara de llevar una vida digna y sencilla. Prefería contemplar las luces encendiéndose y apagándose en el horizonte, igual que las estrellas en el firmamento, y notar la limpieza extrema que poseía cada rincón de sus calles.

-Vuelve conmigo.

La voz de mi maestro se hizo presente, mientras yo contemplaba la noche acariciando el cristal del enorme ventanal. Mis dedos dejaban sus huellas en el cristal provocando que su frialdad se templara. Mi aliento frío hizo vaho mientras mis ojos se fijaban en los vehículos que corrían a gran velocidad por la autopista cercana.

-Amadeo- aquel tono suave y meloso sin duda era el de un hombre que quería ser satisfecho.

Me giré mirándolo sin ver, pues no quería fijarme en su cuerpo desnudo caminando hacia mí para rodearme. La soledad siempre me acompañaba y era mi mejor musa, con la cual jugaba a la alquimia y conocía los últimos experimentos. En la pantalla del ordenador seguían apareciendo los rayos finales del sol mientras la canción finalizaba. Mordí mi labio inferior cuando sentí al fin que me pegaba a su cuerpo tan duro como el mío, igual que si hubiese sido cincelado.

-Ofréceme más de ti- su aliento rozó mi cuello y sus labios depositaron besos cortos tras mi oreja.

-De acuerdo- dije girándome colocando mis manos sobre su torso- Pero ¿me dejarás preparar algo en la licuadora? Creo que ya sé como conseguir que un corazón de vaca pueda ser exprimido.


Sus ojos cambiaron, igual que su semblante, pero se quedó allí suspirando amargamente y permitiendo que elaborase mi delicioso cóctel que nuevamente le hizo vomitar. No entendía que hacía mal, pues el tabasco parecía agradar a muchos mortales.  



Armand para el Jardín Salvaje

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt