Dedicado a mi Rowan, la mujer que me ha hecho enloquecer. Te amo, feliz cumpleaños cariño.
De improvisto estaba sentado en el
porche de mi mansión contemplando las flores y en un pestañeo me
encontraba montado en mi deportivo descapotable.
Es un hermoso vehículo con yantas
resplandecientes, posee un vivo color rojo y un toldo blanco igual
que en las películas antiguas. Invertí dinero y tiempo en encontrar
subastas de coches de los años sesenta, también en restaurarlo y
ponerle un motor nuevo. Tan hermoso, tan vivo, tan mío y tan de
Rowan. El primer día que adquirí la mansión decidí llevarla a
recorrer las calles aledañas, y la autopista, con mi nueva joya
hecha para ir a verla. Sin embargo, Louis y yo tuvimos hijos
cambiando mis planes y convirtiendo a éste en una atadura, que pese
a amarlo me ahogaba. Ella se transformó en una mujer más distante y
sentí que el brillo de sus ojos se volvió más opaco.
En menos de media hora, gracias al
escaso tráfico, me hallaba en cancela acariciando los hierros
mientras rogaba que no me rechazara. Cuando pasé dentro y caminé el
pequeño sendero hasta la puerta principal noté como mi corazón
latía, un corazón que a penas se movía si no bebía sangre. Me
sentía completamente nervioso, igual que un novio ante un altar o un
muchachito frente a su primer gran amor. ¿Y no era eso? Ella era mi
primer gran amor tras tantos años.
Me abrió la puerta y sentí una
bocanada de desesperación. ¡Qué hermosa era! Hacía meses que
decidió dejarse el pelo algo más largo, sus ojos desprendían algo
de cansancio pero su seductor pestañeo me hizo temblar de pies a
cabeza. No importaba que hubiesen pasado algunos años desde nuestro
primer encuentro, ella tenía una juventud fresca y casi eterna como
si yo mismo le hubiese otorgado mi sangre.
-¿A qué vienes?-preguntó acariciando
el marco de la puerta con la mano derecha y el pomo con la izquierda.
-A decirte cuánto te amo-respondí.
-Entonces deja a Louis-una frase que me
quitó el aliento, ¿o fue el sonido de su voz rasgando el aire?
-Rowan... me quitará mis hijos. Sabes
bien que a quién más amo es a ti, me he dado cuenta éstos días.
Siento celos cuando Michael te toca, pero me contengo no sabes como
me contengo- me apresuré a decir mientras la miraba.
Envidiaba a su esposo porque la tenía
a su lado, aunque sabía que hacía mucho que ella no permitía que
la tocara. Mi amor por ella la volvía loca del mismo modo que a mí
me encerraba en un tormento. Sólo nos sentíamos libres al estar
juntos, eso lo sabía. Pero a la vez, ¿no era eso una cárcel?
-Y crees que yo no tengo celos al verte
con él...
Ambos nos moríamos de celos y a la vez
nos alejábamos. Queríamos agarrarnos uno al otro, llorar por
nuestro destino y a la vez besarnos bajo los aspersores del jardín,
una fuerte lluvia o la silenciosa noche rota por el cantar de los
grillos.
-¿Por qué no me dejaste ayudarte? La
otra noche, junto a él...-me refería a su esposo y la conversación
sobre la herencia Mayfair. Era cierto que no era un Mayfair, pero
tenía unos poderes iguales o superiores a muchos Mayfair-me sentí
tan excluido de tu vida.
-Así me siento al verte con
Louis...-de nuevo ese aire triste en sus ojos. Sus pestañas pobladas
pestañearon y se quedaron con los párpados algo caídos. Sentí que
se desvanecía en tristeza y yo me moría con ella.
-¿Quieres huir conmigo? Al menos unos
días, los dos juntos, sin nadie que nos mire y se inmiscuya...
Rowan, por favor- rogué como un niño ruega unos abrazos o unos
simples besos, pero pedía algo tan importante que era casi imposible
que me dijese que sí.
-No lo sé, estarían como locos
buscándonos... Lestat no es buena idea
-Es una magnífica idea -dije tomándola
de la cintura - Te amo y quiero estar contigo sin que nos miren
nuestros respectivos ¿entiendes? Sólo tú y yo.
-Agradezco tu idea pero Lestat, es muy
arriesgado... -temor e ilusión mezcladas en su voz, pude notarlo y
casi verlo con vivos colores.
-No te estoy pidiendo opinión, sino
diciéndote que vayas y hagas las maletas- acabé tomándola de las
mano para correr hacia el interior de la casa y subir las escaleras.
Mis piernas se movían rápidas aunque me temblaban, estaba muy
nervioso- Rowan, tenemos media hora para coger lo esencial.
-¡Lestat! -gritó sorprendida ante su
impulsividad siendo arrastrada a las escaleras- No puedo irme tengo
una operación mañana.
-Hay más médicos en ese hospital,
pero el verano ha empezado y quiero hacerlo contigo ¿comprendes?
Quiero ver fuegos artificiales, caminar junto al mar, ir a un parque
de atracciones y contemplarte a la luz de las velas. Rowan, quiero
hacer cosas que nunca he hecho y otras que he hecho pero que jamás,
pero jamás, he compartido con alguien.
Lentamente negó sentándose al borde
de la cama. Incluso el movimiento de su cabeza era atractivo y
femenino, pese a su porte algo masculino debido a su fuerte carácter.
-Lestat... lo lamento, pero tengo otras
cosas que hacer y el hospital me necesita.
No. No iba a temer al hospital y esa
excusa. No. No iba a hacerlo. No permitiría que ella me dijera que
era más importante salvar una vida, cuando otro en su lugar podía
hacerlo, antes que salvar las nuestras. Había que ser egoístas por
una vez. Egoístas e insensatos, eso era.
-Yo también te necesito- le dije
arrodillándome frente a ella sacando una caja alargada-. Lo compré
la otra noche, pensé que quedaría bonito en tu muñeca- susurré
abriéndola y mirándola a los ojos con una intensidad que no le
mostraba desde nuestros primeros encuentros. Era una pulsera de oro
blanco con pequeños diamantes- Rowan... yo también te necesito.
Nuevamente negó con la cabeza
observándome con melancolía. Parecía no comprender que la amaba y
no podía estar sin ella, que ya era suficiente el dolor que ambos
sentíamos.
-¿Por qué haces esto?...
-El amor nos hace cometer locuras,
Rowan y yo soy el mayor loco -tomé sus manos para besarlas y
colocarle la pulsera- Unas vacaciones, unos días, tú y yo...
-Mañana al anochecer -suavemente
aparto mis manos llevando éstas a su rostro acariciando sus mejillas
así como retirando algunos mechones de cabello- Mañana
-Oui -susurró rozando sus labios en
sus mejillas, esas mejillas cálidas que tenían un delicioso
colorete natural- Rowan, Je t'aime
Entonces, como si fuese un ángel, me
sonrió con una dulce sonrisa surgiendo de sus labios, acercándose a
los míos para besarme con ternura. Me conmoví. Cualquiera en mi
lugar se hubiese conmovido y a la vez dejado arrastrar por el amor
que se podía respirar en su perfume.
-Intentaré hacerte siempre una mujer
feliz, intentaré que estos días sean para nosotros el inicio de una
nueva etapa más feliz... Rowan no puedo prometer porque no todo está
en mis manos, pero lo intentaré con todas mis fuerzas -dije
agarrando sus manos mientras me incorporaba.
-Lo sé y te agradezco el esfuerzo pero
todo estará bien -suavemente retiró sus manos acomodando su cabello
hacia atrás- debo bajar a hacer una llamada.
-Iré a pedir una habitación en algún
hotel elegante, cómodo y bonito en New York ¿o prefieres viajar en
mis brazos hasta París?-ya mis planes se volvían locos.
Había pensado en un viaje por Estados
Unidos, pero ella estaría harta de estar en éste territorio y pensé
en algo que la uniera con sus raíces europeas. Irlanda, Francia,
España, Italia y Alemania. Podíamos ir y venir de un lugar a otro,
tomarnos fotografías y sonreír como recién casados. Vivir una
locura, eso es lo que ella necesitaba para volver a ser la Rowan
llena de vida y de fuego, un fuego que me quemaba y no me importaba.
-Sorpréndeme -sonrió al verme tan
entusiasmado, levantándose de la cama acomodando la falda de su
vestido azul.
Era un azul algo eléctrico, pero muy
atractivo. Quedaba perfecto con sus ojos grises con tonalidades
azules, tenía una sonrisa radiante como la de una niña en mitad de
un festival de fuegos artificiales. Ella volvía a ser feliz y yo
volvía a estar loco, porque la quería secuestrar para mí.
-Sólo te diré que espero que tengan
piscina, así que mete en la maleta algún bañador o puede que te
compre ropa allí. Mejor no hagas maleta, sólo toma algo cómodo y
yo te compraré todo... ¡Moda de París! ¿Por qué no? E ir a
Madrid a vivir la noche allí... oh Rowan, serán bonitas vacaciones
europeas -murmuré antes de besarla de nuevo con intensidad pero
suave, un simple roce de nuestros labios, para marcharme apresurado a
meditar bien todos los planes y conducir alocado, casi atolondrado,
por la autopista cantando canciones rock de los 70's y 80's.
No hay comentarios:
Publicar un comentario