Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 13 de junio de 2013

Sorbete especial

Sorbete especial
Armand Jardín Salvaje

En ocasiones cuando siento que el paso de los siglos golpean mi espalda, hunden mis hombros, afean mi rostro aniñado y vuelven grisáceas mis pecas decido salir a buscar nuevas emociones. He llegado a pasear en centros de compras abarrotados de clientes ansiosos por las últimas horas donde pueden adquirir sus productos, los cuales son como drogas. Muchos iban y venían a salas de cine donde las películas más taquilleras, en ocasiones las más vacías e insulsas, hacían explotar sus sentidos convirtiéndolos en retorcidos amasijos de emociones.

Tomé uno de mis trajes azules, un chaleco en un tono verde mar oscuro y una corbata champan, para cubrir mi cuerpo joven y delicado sólo en apariencia. Mis cabellos fueron peinados con cuidado y recogidos en una coleta baja. Tal vez era ropa muy sobria para un muchacho de apenas diecisiete años, pero era complicado vestir de forma desarreglada como los jóvenes actuales cuando amas la buena calidad de la tela rozando tu cuerpo, envolviéndolo con una suave y sutil caricia.

Decidí pasear con las manos metidas en los bolsillos, observando las numerosas ofertas con letreros llamativos, comprobé que la tienda de mascotas aún estaba abierta y terminé, sin saber bien como, dentro de una tienda de electrodomésticos usados. Todos se veían en buen estado, sobre todo las licuadoras y algunas máquinas especiales con las cuales se podía, según decía el letrero, elaborar sorbetes de distintos sabores.

Estuve durante más de media hora fascinado ante una belleza de curvas rojas y negras, un vaso alto y ancho y que podía picar hielo, creando así sorbetes. Tenía tres botones de velocidad, así como un botón de encendido y apagado. Tan sólo costaba veinte dólares, porque era un modelo antiguo.

-Para regalo- dije con una sonrisa mientras levantaba la tapadera del aparato.

-¿Qué color?-preguntó la señora de la tienda, una mujer de cabellos grises y permanente mal hecha. Sus gafas eran gruesas, sus arrugas profundas y sus ropas algo anticuadas. Sin embargo, tenía un rictus relajado y jamás había hecho daño a nadie. Era una mujer honrada. Sus viejas manos señalaban los colores y yo sonreí ante uno rojo, tan intenso como la sangre.

-El rojo- señalé.

-¿Para tu madre?-susurró envolviendo con cuidado.

-Algo así.

Salí del centro comercial con aquella batidora de brazo americano ancho y perfecta con una sonrisa, una de esas sonrisas que no presagiaban nada bueno. Al llegar a la mansión escuché rumores que Marius estaba entre los inmortales invitados, lo sentí y también vi rodeado de mujeres hermosas que lo adulaban. No me importó ni interesó, porque había algo que tenía que probar.

Ya en el laboratorio coloqué el aparato en una mesa y grité “¡Feliz cumpleaños Armand!” mientras arrancaba el papel. Realmente no era mi cumpleaños, pero siempre me gustaba hacerme regalos. Al abrirla sonreí y corrí a por hielo, algo de sangre y algunos jugos de color rojizo que pude encontrar en la nevera. En uno de los botes podía leerse “Tabasco” y en otro “Fresa con toque Ácido”. Me encogí de hombros mientras lo echaba y cubría de hielo el aparato.

En ese momento, cuando pulsaba el botón, Marius apareció rodeándome por las caderas. Besó mi cuello y empezó a decir halagos en italiano. Sabía que significaba, Pandora había vuelto a despreciarlo. Sonreí perverso mientras me giraba para acomodar su corbata negra que destacaba en su camisa roja.

-Tengo algo para ti- dije con encanto.

-¿Me dejarás pasar una noche contigo?-preguntó tomándome por el mentón.

-Sí, pero tienes que hacer algo por mí- pasé mis brazos sobre sus hombros y él intentó alejarse.

-No- dijo mirando de reojo el sorbete que acababa de realizar.

-Sí, ¿o serías capaz de hacerme daño con tus negativas?-aquello hizo que accediera.


Unos segundos después se quedó pálido y corrió al baño. En ese momento me percaté que los vampiros pueden vomitar y de forma abundante.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt