Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 27 de septiembre de 2013

La caída

Escrito de Armand
Del Jardín Salvaje
Reservado aquí y publicado para que sea leído en otra plataforma además de la página. 


Había estado observando las calles desde su carruaje. Cada noche paseaba en compañía de Santiago las calles aledañas al teatro. Observaba la luna y las estrellas con cierta añoranza de tiempos mejores, en los cuales era algo más que el director de un atajo de idiotas. Los vampiros perdían su chispa cuando empezaban a envejecer, pues creían que debían ser respetados de igual modo que él lo era.

El traqueteo del carruaje le adormecía, aunque su mente estaba bastante concentrada en como actuar frente a los vampiros hijos de Lestat. La pequeña niña, la cual tenía una maldad inapelable y un dolor constante, parecía una muñeca delicada pero no la amaba, no la veía tan encantadora, y no la encontraba interesante. Ella era un error que subsanar. Louis, sin embargo, tenía una mente distinta y era un portento. Sabía que podía inmiscuirse en las habitaciones que habían pedido aquellas noches, visitar al fotógrafo que la pequeña había buscado para tomarse fotografías y finalmente separarlos de algún modo. ¡Qué ironía! Aún había tiempo para visitar la torre de Magnus y burlarse de Lestat. Pero eso había sido durante el paseo. El destino le tenía preparada una jugada magnífica.

Sin embargo, la noche tomó otros matices. La niña había quedado destrozado y finalmente terminaría consumida bajo el sol y Louis se hallaba encerrado desesperado y esperando ser rescatado. Por ello regresó a su carruaje con el traje amarillo ensangrentado de la criatura que tanto amaban Lestat y Louis, sus padres inmortales. Aún tenía el delicado perfume de sus rizos impregnado junto a la sangre ya seca.

Llegó al lugar donde Lestat había sido convertido. El ser que halló tras la puerta era un engendro que rogaría por tener la sangre inmortal que corría por sus venas, la única que le restauraría su poder y belleza, así como imploraría por la vida de su pequeña y el amor de Louis. Los harapos de Lestat contrastaba con la hermosa capa negra que cubría el frac que él llevaba, su magnífico sombrero dejaba ver algunos de sus cortos mechones rojizos. Tenía un aspecto algo más adulto, pero sin dejar de ser ese jovencito que rechazó décadas atrás.

-Armand.

-Lestat.

Hechas las presentaciones mostró su mejor interpretación. Escuchó el dolor de su antiguo amigo y confidente. Caminó con él por los escalones de la torre y puso su lado más noble a relucir. Era un ser atractivo y compasivo frente al monstruo que le rechazó. Aquel imbécil le hizo soportar a un violinista que estuvo a punto de poner en peligro la vida de todos, al cual instigó a caer en las abrasadoras llamas no sin antes padecer cierto tormento al no poder tocar su violín al carecer de manos. Sí, ese mismo imbécil de cabellos dorados y ojos melancólicos que le rogaba con esa boca, esa maldita boca de labios gruesos y grandes siempre burlona, que le diera su sangre, el don que Marius le ofreció, el deseo de cicatizar y por lo tanto una cura para su aspecto espantoso más parecido a una momia o pergamino arrugado que la piel tersa, atractiva e incluso sonrojada que solía tener.

-Lestat, debo ser sincero contigo-dijo sacando el vestido de Claudia- Ella ha muerto y Louis no desea saber nada de ti- explicó con los ojos llenos de una luz compasiva, pero en realidad era el rencor que le impulsaba a mirarle.

-No puede ser...-las lágrimas que rodaron por las mejillas hundidas, quemadas y llenas de cicatrices, de Lestat no le conmovieron en absoluto sino que sintió rabia. ¿Había llorado así Marius por él? ¿Alguien le había amado realmente? Todos sacaban partido de él, pero nadie le daba lo que él deseaba y esa desesperación le haría ser cruel.

-¿Quieres aún la sangre?-preguntó tomándolo del mentón para que lo viera, aunque éste se revolvía con la ropa de la niña entre sus brazos, como si esta la ocupara.

-Sí, necesito estar fuerte para reunirme con Louis-dijo.

Se aproximó a él como si lo hiciera un ángel y cuando tuvo sus manos sobre los hombros de Lestat, y este a punto de hundir sus colmillos, lo arrojó de la torre de un magnífico empujón. Miró hacia la nieve acumulada que rodeaba la estructura de aquella mansión, o más bien pequeña fortaleza, y sonrió para sí al ver el cuerpo de Lestat convertido en un muñeco desmembrado.


-Au revoir mon ami. Je t'aime... -susurró lanzando un beso al aire antes de desaparecer por la estrecha escalera de piedra que daba a la primera planta y salir de aquel lugar, para así buscar a Louis y llevarlo con él.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt