Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 10 de enero de 2014

Recuerdo tu poema

En la nieve pura se entierra el olvido
allá donde el manto hiela el corazón.
En la sangre caliente anida el veneno
que me mata con su oscura pasión.

Recuerdo esos versos que siempre leías con afán mirando la nieve, hacia el impenetrable y frío bosque, mientras tus manos temblaban por el frío y la humedad que calaban tus huesos. La chimenea encendida intentaba calentar e iluminar la estancia donde te tenía enjaulada como ave primaveral. Aún hoy me pregunto quién sería el poeta que escribió aquellos versos y si los hicieron para ti. Quizás eran versos sin importancia que te daban la esperanza de ser feliz a pesar de todo.

Treinta años tenías cuando yo contaba con diez. Habías parido tantos hijos que murieron con el primer aliento e incluso que nacieron muertos. Otros morían de fiebres. Pero ¿qué importaba aquello? Yo era el único que se aproximaba a ti, besaba tus manos y colocaba las mías entre las tuyas.

Extraño como tocabas mi pelo como si fuera un milagro. Pelo dorado como el trigo, igual que el tuyo, y ojos tan vivos y claros que podías naufragar en ellos. Grises con tonos azulados, igual que los mismos que me contemplaban día a día. No era un moreno de ojos café o verde oscuros casi negros. No era la semblanza de la herencia paterna. El escudo de armas de los Lioncourt no había gobernado mi genética. Tenía aspecto de chiquillo italiano perdido en frías tierras.


Hoy gobiernas manglares, junglas, valles profundos, bosques inhabitables por el ser humano e incluso montañas desérticas donde sólo el frío llega clavándose como puñales. Eres libre de ir donde quieras y ya no puedo ir a visitarte. Encontrarte es difícil, pero en mis recuerdos sigues en el alfeizar de aquella ventana, sentada con las manos en tus largas faldas y mirando la nieve mientras intentas no llorar recitando con cuidado aquellos versos.

Lestat de Lioncourt  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt