Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 10 de abril de 2014

Mi Ophelia

Cuando me preguntan por ella intento no pensar en todas las cosas por las cuales hemos pasado. Deseo quedarme con aquella imagen de Venus surgida de las aguas, rodeada de pétalos de flores y con aquellos altísimos, y endiablados, tacones de tía Queen. Sus cabellos pelirrojos le daban un toque salvaje, sus pecas aniñaban y suavizaban sus rasgos de mujer, y aquella cintura llamaba poderosamente mi atención del mismo modo que sus labios llenos, sus pechos turgentes y su mirada cubierta por la pasión y la vida.

Mona se convirtió en un prodigio. Hasta ahora no he desvelado demasiado mi devoción por ella, pues he intentado ocultarla con numerosas peleas y momentos de euforia maltrecha. Ella me desafía y yo la desafío. Sin duda alguna he encontrado la discípula que me haría salir de mis casillas; actualmente sé que alguien, al leer estás líneas, se está regocijando y ese no puede ser otro que Marius.

La brujita y la arpía, misma cara de la misma moneda. Una mujer desafiante, apasionada, única, perversa, seductora y muy intuitiva. No puedo engañarla y siempre descubre mis cartas. Siento por ella odio y amor al mismo tiempo. Amo como me mira seductora, su sonrisa de diablesa y esos ojos de esmeralda que te arrancan el aliento. Pero también odio como me desafía continuamente, sin esperar nada ni nadie, sometiéndome a sus intereses y proclamando que soy un idiota. Tal vez lo soy, sin duda alguna, y ella es demasiado inteligente para amilanarse ante mi seductora sonrisa y mi pose de genio estúpido.

Ella no es Ingrid Bergman y ni yo Humphrey Bogart; no obstante puedo jurar que en algún momento diré que “Siempre nos quedará New Orleans”. Sí, sin duda alguna. Siempre tocaré la canción con la cual mi corazón palpita cuando la siento cerca, la punzada de pasión que envuelve cada una de mis células, y la maldición del enfrentamiento cotidiano. Ella me maldice, yo la maldigo y Quinn intenta separarnos en un duelo endiablado.

Muchos la odian y otros la veneran. Creo que pocos son los hombres que no la han deseado y escasos los que alguna vez han dicho que no es bonita. Sin duda es mi mejor creación, pero no es la última ni mucho menos. Queda mucho por vivir para seguir desafiando y convirtiendo mis impulsos en realidad, pero si debo decir algo de ella es que la he amado y la amo tanto como amé y amo a Claudia. Quizás es mi maldición, no lo sé, pero a veces pienso que lo más amado es lo que más daño te hace y a veces ese daño nos lo buscamos.

Sueño que alguna vez venga a mí corriendo, se arroje a mis brazos y me deje estrecharla con la delicadeza de un caballero. Aunque yo de caballero tengo poco y de rebelde demasiado. Siempre voy de un lugar a otro, maldigo a quien me ama y provoco a quien me odia. Sólo ruego que mi hermanito la cuide y que yo pueda verlo. Quisiera hablar con ella, pero me contengo...

Ni siquiera sé a quién escribo ésta carta, como si fuera a perder la memoria pronto y necesitara recordar todo lo que siento y sé de ella, pero necesito desahogarme. Los borrachos se desahogan con el alcohol y yo me desahogo describiendo las sensaciones que ella me concede. Me perturba, enloquece y seduce como pocas mujeres y a la vez me echa de su vida con la misma rapidez. Si pestañeo estará y si cierro los ojos unos segundos se irá. Sin duda ella es Ophelia Inmortal y si Shakespeare la hubiese conocido creería que es la personificación de la pasión, la muerte y la belleza.

¿Mi último deseo? Tal vez que se percatara que la amo a mi modo y que no habrá amor más incondicional que el mío, excepto el de Quinn...



Lestat de Lioncourt


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt