Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 1 de junio de 2014

Mi madre...

Habían pasado meses desde la última vez que nos habíamos visto, sin embargo aún retumbaban en mi mente sus últimas palabras. Sus ojos grises me observaban con franqueza y la intensidad de un ave rapaz, pues no perdía detalle alguno de mis movimientos. Tenía su largo cuello estirado y sus delicados brazos cruzados justo a la altura de sus senos. Vestía unos jeans algo sucios de barro, junto a una camisa de algodón blanco, y unas botas; era una indumentaria sencilla.

—Así que tuvo que irse—dijo tras un largo silencio.

—Sí—respondí.

—Tienes mala suerte—comentó bajando los brazos.

Tenía un aspecto tan fuerte como masculino, pero sin dejar su feminidad a un lado. Caminó por la habitación tomando algunos marcos de fotografías, observando las figurillas que había comprado en un anticuario meses atrás y observando los lienzos que Marius me había entregado como regalo. La habitación donde nos encontrábamos era el salón principal, una sala donde la fiesta era concurrida y la música podía elevarse hasta el cielo. Los grandes ventanales mostraban un jardín nocturno lleno de flores y diversos robles, árboles de cítricos, plataneras y enredaderas. El suelo de mármol estaba recién pulido, pero ella lo estaba ensuciando con el barro de sus botas.

—Una mala lección—añadió.

—No madre, no—negué suavemente con la cabeza—. Ella me ama, pero han ocurrido una serie de circunstancias que...

—Que te impide ser feliz. Y no sólo a ti ¿verdad?—suspiró acercándose rápidamente a mí, para abarcar con sus manos mi rostro y mirarme como si fuera un chiquillo perdido—. Lestat, no eres feliz. Lucha por tu felicidad.

—Eso hago—dije colocando mis manos sobre las suyas—. Pero es complicado... y mi corazón...

—Se encuentra dividido entre lo que tienes que hacer, lo que deseas hacer, lo que puedes hacer y lo que te permiten hacer—me aparté de ella como si fueran brasas ardientes—. Lestat, por favor.

—¡Es ese maldito demonio!—rompí a llorar—. ¿Qué quiere de mí? Dime madre, ¿qué puede querer?

—¿Demonio?—frunció el ceño en señal de disgusto y me agarró de la muñeca derecha, tirando de mí para que no me alejara demasiado—. ¿Qué me ocultas?

—Nada.

—¡Lestat! Te he parido, te he visto crecer y he soportado todo el dolor que me has causado. ¡Cuántas veces me he preocupado por ti innecesariamente! Lestat... ¿qué ocurre? Dime... ¡Dime!—estaba furiosa porque ocultaba algo, como cuando era niño.

Una vez le oculté que rompí una pequeña figurita que había traído de Italia cuando era sólo una niña, una pequeña muchacha de aspecto delicado, y lo oculté durante días intentando en vano repararla sin mucho éxito.

—Lestat...

—Suele visitarme y está torturando mi felicidad, obligándome a dar pasos que no deseo y provocando que mi mente ya no sepa discernir entre lo bueno y lo malo—ella de inmediato me soltó y caminó hacia la puerta—. ¿Dónde vas?

—Necesito pensar en como ayudarte—se giró hacia mí y me miró de pies a cabeza—. Si no fueras mi hijo no me importaría que te llevasen a los infiernos y torturasen, pero eres mi hijo. Yo te he parido y eso te hace distinto. Eres lo único que quiero en éste mundo junto a mi libertad ¿crees que me voy a quedar de brazos cruzados?


Se marchó dejándome solo, con el corazón bombeando tan fuerte que me provocaba cierto mareo, y una estúpida idea de que todo podría salir bien si ella me ayudaba.

Lestat de Lioncourt   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt