Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 1 de junio de 2014

Leonore - parte 3

Esta es la parte final llamada CEMENTERIO. David ha querido resumir la verdad en estas breves líneas, esperemos que les agrade.

Lestat de Lioncourt


La noche transcurrió con sobresaltos. La dama terminó su cena, observó a David largamente y suspiró. Tenía que contar una historia tan cruel como la propia vida, pues cosas así sólo le ocurren a los que aún poseen pulso gracias a seres abominables, monstruos que también son humanos o se les considera parte de la humanidad. La mujer tenía los ojos cansados, pequeños y algo vivaces. El cansancio era por recordar algo tan trágico que había ido de boca en boca en la familia, enterrándolo en lo más hondo de su círculo hasta casi sepultarlo.

—Leonore era la única hija de un rico terrateniente. Su madre, Deirdre, era una señora elegante y muy sofisticada pero poco agraciada. La chica era muy bonita, de labios gruesos y boca pequeña, tenía cintura de avispa y una piel de porcelana. Sí, ella era bonita—dijo asintiendo levemente con la cabeza mientras ponía sus manos sobre su falda—. Deirdre quería mucho a su hija porque se parecía a su difunta hermana, la consentía en todo y la adoraba. Podía haber sentido celos de su pequeña, pero no era así. No tenía un corazón negro y sucio como otras mujeres.

—Era una hija querida—intervino David sentándose al fin, pues no se había permitido ese lujo. La dama había insistido en varias ocasiones para que él tomara asiento, pero había estado demasiado tiempo arrinconado en un avión—. Una hija apreciada.

—Su padre era George Stuart Wilde—explicó—. Emigró de éste bendito país para Estados Unidos buscando la libertad, buenas tierras y fortuna. Lo consiguió antes de tener treinta años, se casó con Deirdre porque Leonore, la hermana de ésta, falleció de fiebres y decidió hacerse cargo de su hermana. George no amaba a Deirdre pero sí los contratos de semillas que tenía con su padre, usted me entiende—dijo mirándolo a los ojos.

—Sí, prosiga.

—Leonore se llamaba así por su tía, tenía la belleza de ésta y la bondad estúpida de su abuelo y madre. Sí, era muy bonita y encantadora... por eso mismo es terrible lo que tengo que contarle—susurró suspirando terriblemente—. George abusó de su hija una y otra vez, hizo que pariera varios pequeños que dieron en adopción. Deirdre sufría terriblemente, quería cuidar a su hija, pero su esposo le había dicho que mataría a ambas antes que pudiese personarse la policía. Cuando esto ocurrió el abuelo de Leonore hacía años que había muerto. Estaban solas y desamparadas, así que tenían que obedecer.

—Deja que yo cuente el resto—dijo su hijo, que tenía el rostro girado hacia David pero en ese momento la contempló con tristeza y dolor.

—Adelante—susurró cansada mientras sacaba un pequeño pañuelo para secarse las lágrimas.

—Tuvo una hija con su padre que estuvo siempre encerrada, tan bonita como Leonore. Una noche, cuando fue a abusar de ella... Leonore se interpuso, su padre la mató y la enterró bajo los cimientos de la casa. La chica ocupó el lugar de Leonore, pues sólo se llevaban catorce años y nadie había visto mucho a Leonore en los últimos años. El padre tenía celos de todos, no quería que se acercase a hombres, así que ella ocupó su lugar y una noche se escapó—explicó tomando un sobre que había en una mesilla encantadora, por pequeña y coqueta, para deslizarlo por la mesa hasta David—. Aquí tiene dibujos que hacía Suzanne, la hija de Leonore, y que fueron muy famosos. Se convirtió en una joven viva y que recordaba todo como pesadillas. Deirdre murió por causas desconocidas, aunque supongo que fue George, y George se suicidó. Cuando Suzanne regresó a New Orleans lo hizo bajo el nombre de Leonore y cuando murió, ya anciana, la enterraron como Leonore Wilde creyendo que era su madre.

—Por eso el fantasma se aparece en la casa, es de aspecto joven y muy elegante. No cuadraba con la idea que poseía de Leonore—dijo suspirando mientras abría el sobre.

Dentro había hermosos dibujos, algunos eran muy vivos, todos a carboncillos. Reconoció algunos y eran de postales que se vendían antaño, postales que se hicieron muy famosas. Así que no dudó en sentir que algo de la historia había salido bien, pues al menos la hija de Leonore vivió feliz. Sin embargo, los muertos a veces carecen de contacto con la realidad y desconocen la verdad.

Había numerosa documentación que podía entregar a los dueños de la casa como prueba, para que fuera el testigo mudo de toda la historia. La familia no quería regresar a New Orleans y él lo comprendía, era una tierra marcada. Al parecer Suzanne sólo regresó allí porque sabía que bajo esa casa, tras sus muros y bajo sus cimientos, estaba su madre en algún lugar. Allí tuvo sus hijos, en concreto dos varones, que viajaron a Londres nada más morir su madre tal como ella había pedido.

David dio las gracias a ambos, tomó la documentación extra que estos tenían y se marchó. Al regresar días más tarde a New Orleans confesó todo a los dueños y estos se estremecieron. Poseían en una casa llena de horrores, por ello sintieron la necesidad de pedir que el cadáver de Leonore fuera desenterrado y llevado a Londres, donde aún poseía familia, para que fuese enterrada junto a su hija. Suzanne fue desenterrada también, ambas hicieron un largo viaje lejos de los malos recuerdos.

Sin embargo, mientras se trasladaban los cuerpos apareció la joven, frente a la tumba, con lágrimas en los ojos mientras se abrazaba a sí misma. Ella al fin sabía la verdad, comprendía que había ocurrido y se sentía en paz. No obstante los fantasmas pueden mostrar sus sentimientos, mucho más reales que los sentimientos de un ser vivo porque son más intensos, y David lo observaba con su aspecto impecable y cierta necesidad de sangre.


—Un día todo fue distinto... pero ahora descansa en paz—dicho esto ella se desvaneció para siempre.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt