Quinn, mi pequeño hermano, ha crecido en éste mundo pero sigo viéndolo como un joven apuesto que aún no sabe lo peligroso que es lo que le rodea. Siempre tendrá mi mano tendida.
Lestat de Lioncourt
Mi existencia se puede resumir en
momentos turbios, engaños y oscuridad. La oscuridad siempre me
envolvió como una cálida manta, esa que suele arrullar a los niños
en plena noche y los deja sumidos en sueños terribles. No existía
el placer y el pecado estaba visto como un lecho de espinas, para
locos y extraños virtuosos encaminados a los infiernos. Me ataban
como si fuera un condenado a muerte, alejándome de todos. Era tan
extraño que me ocultaban. Nadie quiere escuchar los desvaríos de un
niño con palabras adultas y sinceras. Mis enormes ojos azules veían
demasiado y mi mente comprendía tan poco. Pero cuando ella apareció
todo encajó a la perfección.
Pude escuchar sus discursos sobre el
alma, la vida, la muerte, el paso a otros mundos y la sensación de
complicidad cuando me aseguró que él, el monstruo que me
atormentaba desde que era un niño, era real. Ella podía verlo a mi
lado, con mi mismo aspecto, observándola con desagrado como si fuera
a romper la simbiosis en la que nos encontrábamos. Durante años
pensé que él era el remedio a mi soledad, pero también sabía que
era cierto porque de ser de otra forma significaba que todos tenían
razón, que yo estaba loco y que jamás podría ser un miembro válido
para la mi comunidad.
He llorado mucho durante toda mi vida,
pero no he llorado tanto como cuando me separaron de ti. Sentí que
mi alma se rompía cuando me negaron tu mano, igual que el calor de
tu cuerpo. Sin embargo, pude tenerte de nuevo y jurarte que lo que
sentía sería eterno. Un joven desconoce el poder de sus palabras,
pero termina haciéndolo cuando se encuentra frente a frente con el
destino. El amor es eterno, como dicen en los viejos libros
románticos, del mismo modo que nosotros lo somos. Eternos,
imperecederos, y jóvenes por siempre.
Tenemos lo que todos desean. Es como si
nos hubiesen dado los misterios del mundo como recompensa. Nos han
puesto en las manos el peso de la verdad, lo hemos encajado y
caminado por el valle de las sombras conociendo entonces el motivo
por el cual la oscuridad nos parecía tan tentadora. He visto contigo
las estrellas tantas veces, te he rodeado viendo la luna llena y
sentido el agradable murmullo del viento cuando nos mecíamos por los
aires. Mi mundo eres tu, nuestro territorio no tiene fronteras y la
bondad no existe. Hemos caído en el lecho del pecado, dejado que la
sangre se convierta en nuestro diluvio universal y los secretos que
nos han dado los más antiguos se queda en nuestros corazones.
Que el fuego de tu pelo siempre me
guíe, Ophelia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario