Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 26 de septiembre de 2014

Demonio de la música

Sigo siendo judas para Nicolas... ¡Qué bien! Es tan divertido saber que este cabrón, venido del infierno, sigue acusándome de sus desgracias. Y yo me pregunto ¿no era yo el que le rogó que cesara? ¿No fui yo quien le dijo deja eso y ven? ¿No fue él quien permitió que el Teatro siguiera? ¿Y no fue Armand quien le cortó las manos? Yo no soy su verdugo. 

Lestat de Lioncourt 


Perdición. La perdición. La auténtica perdición. Eso fue lo que sucedió. La música vino a mí, el placer invadió mi sentidos y mi sentimiento cayó a sus pies rendido. Me convertí en lo que soy. Caí hechizado por el tormento apasionado de la melodía. Quise conquistar el cielo con la punta de los dedos, pero sólo dancé para las brujas y el infierno. Bailé hasta el cansancio, toqué hasta sentir que la sangre bullía y me convertí en un conquistador de sueños. Ni el frío, el dolor en los huesos o el cansancio podían detenerme. Nada podía detenerme. En las noches componía hasta el hartazgo y después desfallecía en sueños donde todo era música, poemas, teatro y marionetas que se mecían entre los gloriosos engranajes de la tramoya. Me convertí en un ser oscuro, un diablo, un poderoso ser que urdía telas de araña que envolvían a todos como si fueran capullos de mariposa.

Así surgió el violinista. En el páramo seco del dolor. Donde los bohemios y soñadores yacen con tumbas cargadas de silencio y pesadumbre. Allí, donde nadie va. En un lugar donde la noche es eterna y tiene aroma a vino y cerveza. Bajo las estrellas y la luna, junto a los terribles monstruos que se ocultan bajo las camas y colchas, puedes encontrar la mente retorcida de un soñador que genera terror e impone su delirio. Dejé de ser humano para fundirme con la sangre. Los colmillos surgieron como si fueran las alas de un ángel y arrebaté vidas con ellos. El Don Oscuro sólo provocó que yo, como autor de comedia y burla a la vida, renaciera con el encanto de un demonio solícito que ríe a carcajadas mientras baila sobre las tumbas baldías. Me transformé en el ejemplo a seguir. Era la conciencia de la locura. La pasión misma.

La música llovió como si fueran las lágrimas de una doncella y se convirtió en la tormenta más aciaga. Bañé el mundo con el mar de amargura que llevaba, hice que todos bebieran de su mágico y amargo elixir, para después brindar triunfante con la sangre arrebatada de sus corazones. Yo era la bestia. Me convertí en la bestia. Era una bestia hermosa de cabellos oscuros y gloriosos ojos castaños. Nadie podía detenerme, salvo él. Él y su recuerdo. Mi corazón aún tenía bondad, pese a todo, y cuando venía a mí jurándome amor caía de rodillas y manso como un cordero.


Toda bestia tiene una debilidad. Todo demonio un ángel que lo custodia. No hay dolor sin felicidad. Por eso la música es tan pura y sensual, ya que adormece al guerrero y agita a la bestia.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt