Julien Mayfair se pone blandito cuando habla de Stella. Es que de tal palo tal astilla. No olvidemos de quien es nieta/hija... Julien, que pillo eres. Hay que aceptar que este brujo fabricaba mujeres hermosas. Bueno, acepto que además de ser un bastardo (y mucho) tenía un buen físico. Ahora, amputen mis manos como sucedió con Nico.
Lestat de Lioncourt
Aún creo escuchar tu encantadora voz
en el jardín. Puedo imaginar que estás ahí, con los pies
descalzos, mientras intentas cazar mariposas únicamente para verlas
de cerca. Tenías el cabello negro, ondulado, espeso y caía sobre
tus hombros. Eras una niña preciosa. Te consentía en todo e intenté
protegerte de cualquier pequeño retazo de oscuridad, pero fue en
vano. Todo lo que yo esperaba de la vida, aquello que deseaba con
fuerza, quedó desterrado y como si fuera una maldición, tan
terrible como efectiva, quedaste atrapada entre los largos dedos de
la mayor bestia que podías imaginar.
La oscuridad de las suaves sobras del
jardín se hicieron intensas, el paraíso se convirtió en infierno,
y un día cualquiera, en tu infancia, yo me desvanecí. Las flores
dejaron un aroma distinto en tus cabellos y las calles quedaron
empapadas. Mi espíritu quedó atrapado, se asomaba a la ventana y
podía verte crecer entre el dondiego y los jazmines. La tenue luz de
la adolescencia hizo estragos en ti, del mismo modo que tus poderes.
Rogué que fueras libre, pero caíste presa de un don peligroso. La
esmeralda comenzó a lucir en tus pronunciados escotes, tu largo
cabello quedó tirado en el suelo de alguna peluquería y tu sonrisa
empezó a ser distinta.
Hija mía, eras mi corazón. Hiciste
que este monstruo se ablandara de tal forma que quedé irreconocible.
Mis manos arrugadas, tan viejas como mis ojos, te contemplaron de
forma tierna y pura. Jamás pensé que pudiera amar tanto a alguien.
Te amé desde el día de tu nacimiento, cuando te dejaron envuelta en
mis brazos. Mi último fruto. Mi última hija. Una bruja más para la
cuenta final. Un enigma.
Tal vez debí decirte cuánto te quería
en aquellos momentos, pero hay amores que no necesitan ser dichos
para ser conocidos. Creo que siempre supiste la verdad, que el ser
que te abrazaba no era más que un hombre al que no podías llamar
padre. No importa. Fui padre de muchos, pero pocos tuvieron siquiera
el honor de ser apreciados por mí. Quise que conocieras la verdad de esta ciudad, tan llena de misterios y pecado, para que nada te sorprendiera. Intenté ser el mejor ejemplo. Deseé mi fuerza y entereza para ti.
Siempre te amaré mi pequeña Stella.
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