Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 16 de septiembre de 2014

Deseos vitales

—¿Has pensado alguna vez en hacer algo importante?—preguntó tumbada en la cama junto a mí.

Había permanecido algunos días encerrado, sin querer saber nada de nadie. Estaba cansado, furioso, aterrado y dolido. Mis ojos habían visto como se manchaba la nieve con sangre de mis perros, de los lobos, de mi caballo... me atormentaba. Luche por mi vida como jamás lo había hecho. Aún sentía el frío y la humedad de la nieve calando mis huesos, encerrándose dentro de mi pecho, y arrancándome mi último aliento. El vaho de mi boca surgía como el humo de las chimeneas, mis ojos brillaban por las lágrimas que había derramado por miedo a la muerte y mis dedos se sentían engarrotados. Sí, aún estaba allí si cerraba los ojos.

—Soy un estorbo para todos. Un estorbo que nadie cree—dije allí tumbado rodeado por mis perros y en su compañía.

—Yo sólo veo a un joven que se lamenta—respondió—. Te creo, hijo mío. Y te creen todos. Han encontrado a los lobos.

—Ah, que bien—fue lo único que comenté.

—Algún día harás algo mucho más importante que ésta hazaña, pero sé que esto es sólo el inicio. Aprenderás a ser más firme, más grande, más poderoso y podrás incluso salir de aquí—la miré de reojo y sonreí. Tenía demasiadas esperanzas puestas en un muchacho de veintiún años, pero sabía que era el único de sus hijos que la entendía.

Quizás, mi padre me odiaba porque era idéntico a ella. Tenía la tez pálida, los ojos claros y el cabello rizado muy rubio. Él había perdido ya la vista, pero no el olfato. Era como un viejo sabueso. Olía en mí el deseo de huir que ella tenía, como ansiaba la libertad y el poder de manejar las riendas de mi vida. Me detestaba porque no hacía todo lo que él quería. Me odiaba porque era joven y él sólo un saco de huesos carcomidos por el odio, la miseria y la mala vida. Yo era distinto. Aún así, no me creía capaz de salir fuera y encontrar otro nido, un mundo que cambia cuando se pone el sol y se alza otro nuevo. No. No me creía con valor. Me habían cortado muchas veces las ilusiones.

—Madre...

—¿Sí?—preguntó ella mirando al techo—. ¿Y si no cumplo tus expectativas?

—Las madres tenemos un sexto sentido, hijo. Cuando te vi nacer supe que serías distinto. Sabía que no morirías como tus otros hermanos, que tampoco serías como los vivos. Vi en ti la fuerza. Vi mi fuerza reflejada en tu rostro—susurró antes de incorporarse para salir de la habitación—. Piénsalo, algún día serás algo más que un matalobos.

La puerta se cerró, pero en mí se abrió una ventana a otros mundos. Pensé durante un segundo que habría más allá del valle, las colinas, los bosques, los campos de trigo y viñedos que conocía. Sopesé en el poder que podía alcanzar desde cero, pues tenía mi astucia y mis deseos. Los sueños son a veces un pequeño impulso, nada más. Quería llegar a tener ese impulso.


Días después, apareció frente a mí Nicolas y supe que ese era el impulso que debía tomar. Conocer por boca de otros las bondades de otros lugares, sus características, las ideas más revolucionarias y locas y también el placer. Pude conocer el placer y la bondad del deseo. La sangre de esos lobos se convirtió en mi estigma.  

Lestat de Lioncourt



Dedicado a mi madre. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt