Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 14 de septiembre de 2014

El regreso del Príncipe

Ya estoy aquí, ya regresé. Amen a este príncipe travieso. ¡Traigo la mejor opción para su aburrimiento!

Lestat de Lioncourt



La música del local sonaba a todo volumen y hacía vibrar las escasas, y sucias, ventanas que poseía. La barra estaba atestada de jóvenes que iniciaban la noche con un poco de alcohol, un cigarrillo y miles de sueños rotos por ahogar con whisky, cerveza y ron barato. Las chicas se paseaban como gacelas frente a cientos de leones hambrientos, aunque más bien eran leonas siguiendo su instinto y sus marcados deseos de desinhibirse hasta perder la conciencia de su vida responsable. La magia del sábado noche les confundía, les inducía en un salvajismo demencial, y la música contribuía a darles la oportunidad de contagiarse unos a otros.

El bajo demostraba su gran habilidad marcando el ritmo junto al batería, ambos melenudos y cargados de sudor, mientras que el guitarra y vocalista intentaba seducir con más encanto que talento. El único que parecía más entusiasmado con pasarlo bien era el chico nuevo de la banda, con una guitarra eléctrica vieja que le había cedido su padre. Aquel pequeño grupo de cuatro jóvenes, aún con barrillos en la cara, intentaban plantar una semilla de esperanza y rock en sus desastrosas vidas. Frente a ellos todo una manada salvaje de entusiasmados y desastrosos clientes de uno de los tugurios de la ciudad.

Entre ellos. Sentado a un lado con un vaso de whisky con hielo, el cual ya estaba derritiéndose, se hallaba un habitual. Su sonrisa se ensanchaba mientras sus ojos se clavaban en todos y cada uno. Leía sus mentes y se divertía con sus sucios secretos, con sus insignificantes misterios, con chistes y chismes. Su aspecto era de lo más común entre todos ellos. El pelo largo y revuelto, de un color rubio muy llamativo, su camiseta de un grupo rock de la prodigiosa década de los 80's y unos jeans desgastados. Tenía una de esas botas con espuelas, que acababan en punta, y que le daba un toque de cowboy urbano cuyo único complemento tenía que dejar en la acera, su harley. Las gafas de sol que llevaba, colocadas en la punta de la nariz, eran de aviador y parecía una estrella de esa música estridente que se daba en el escenario. Allí, situado en la marabunta, era uno más. Sin embargo, sólo era un cazador buscando una nueva víctima.

—Sabía que te encontraría aquí—dijo alguien a sus espaldas.

—¿Quieres que te firme un autógrafo?—preguntó jugueteando con el borde del vaso.

—¿Por qué no me das mejor una explicación razonable de porqué lo estás haciendo de nuevo? Creí que habías olvidado tus viejas manías—a su lado tomó asiento un joven distinto, de piel algo tostada y ojos ligeramente rasgados. Tenía una expresión afable, pero tranquila. Su presencia era distinta. Aquel traje de ejecutivo, perfectamente confeccionado, le daba un aire de agente de bolsa perdido en un mal barrio a altas horas de la noche.

—David, ¿qué te hizo creer eso?—dijo girándose hacia su derecha para verlo bien, con esos ojos casi violetas—. ¿Es que has rezado por mí?

—Sabes que sigo sin poder creer del todo en Dios...

—Pero bien que maldices y suspiras su nombre—alzó la copa e hizo como si bebiera—. ¡Salud! ¡Por mi buen amigo David! ¡El santo!—se había puesto de pie y algunas mujeres habían reparado al fin en ambos.

—¡Lestat!—exclamó tirando de él para que se sentara.

—David, el libro saldrá a la venta. Yo volveré a ser popular, aún más que antes, y tú, amigo mío, tendrás tu momento de gloria. Todos tendremos nuestra gloria. Brillaremos como el sudor de esos jóvenes, casi adolescentes, y nos divertiremos... Además, ¿crees que alguien va a tomarse la molestia de investigar si existen los vampiros? Ya no hay chalados que crean en nosotros.

—Estás loco—murmuró, para luego suspirar cansado. No había nada que se pudiese hacer.

—¿Escuchas eso? ¡Es un clásico de AC/DC!—exclamó.

Salió directo hacia el escenario y se subió junto al joven comenzando a cantar. Al principio los músicos se asustaron, pero finalmente terminaron cantando a coro. El local entero vibraba. David observaba todo recostado en la silla, aunque pronto dejó de estar solo. Algunas mujeres lo rodeaban pensando que era la oportunidad que habían estado buscando. “You shook me all night long” reventaba los tímpanos de todos los presentes quedándose encerrado en el recuerdo de esa noche.


David no podía hacer nada. Ya nadie podía detener a Lestat. La suerte estaba echada. El mundo conocería la verdad, la mágica verdad, y nadie creería nada. Literatura para amantes del misterio, los colmillos y la locura enfervorecida hacia la fantasía más febril.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt