Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 29 de septiembre de 2014

Príncipe de los vampiros




La vida puede ser una fantástica aventura o un terrible desastre. Mi vida comenzó siendo vacía, carente de sentido, encerrado en un mundo gris y tedioso. Mi nacimiento no trajo nada bueno a éste mundo, salvo ser un pequeño brote de esperanza para una mujer que ya languidecía sin llegar siquiera a los treinta años. Era joven, hermosa y de ojos azul intenso; sin embargo, en aquel lugar, su piel se había vuelto cenicienta y sus huesos, como su fuerza, se había debilitado hasta casi esfumado. Nada de lo que tenía era propio, aunque era escaso. Mis hermanos heredarían una tierra baldía, viejos campos de viñedos y las escasas propiedades que mi padre no había dilapidado.

Soñaba con grandes viajes, hermosos teatros, singulares canciones y personas que jamás conocería. Mi madre me hablaba de grandes y multitudinarios bailes, seductores lugares donde el tiempo se detenía y de arte. Mundos que ella había conocido antes de quedar encerrada. Yo quería conocerlos. Me escapaba siempre. Intentaba con mis ganas llegar aunque fuese a París. Si bien, tuvieron que aparecerse feroces lobos y el hijo del peletero para honrarme por mi gesta. Maté ocho lobos. Mi único orgullo fue no haber muerto en sus fauces.

El sonido del violín me hizo despertar a un mundo que yo quería. Un mundo lleno de magia. El lugar de las brujas me abrumó, me hizo llorar, pero allí tocó para mí y para ellas. Aquel día tomé la decisión de marcharme de ese inhóspito lugar. No moriría en una tierra bárbara. No le daría el gusto a mi padre. Ya no quería saber de mis hermanos. Mi madre era mi único lastre, pues se moría. Pero ella me dio la libertad, me insufló esperanzas, y me marché a ser lo que quería ser: actor.

La hilarante música me sedujo y él me enamoró. Me enamoré de él. No pude evitarlo. Deseaba estar al lado de Nicolas. Sin embargo, los líos continuaron, las borracheras fueron terribles, el hambre nos perseguía del mismo modo que el casero y un día alguien puso fin a la aventura. Unos colmillos puntiagudos, un aliento gélido, unas manos torpes que eran garras despedazaron mis ropas y mi apodo surgió de sus labios “Matalobos”. Luche para no ser lo que soy. Deseé que el champán calmara mi sed, pero era la sed de un moribundo. Sólo la sangre la calmó. Sólo ese delicioso fluido carmesí que llenó mi boca y me ahogó.

Y entonces la soledad, las ascuas, él muriendo para saludar a Satanás y el baile de máscaras ante todos. Era un chico con suerte, un ser que había hecho fortuna y un caballero. Noble, rico, joven y seductor. Había aprendido en unas horas a leer y escribir en cualquier idioma, robar secretos a las mentes frágiles y mortales y galopar justo antes que se pusiera el sol. Me convertí en un vampiro, pero en uno más fuere y formidable que un simple neonato.

Luchas, mentiras, una secta, un ángel de cabellos de fuego y dolor. Nicolas cayó enloquecido por la sangre, Armand apareció en mi vida y el destino de buscar la verdad, así como a Marius, era imprescindible. Quise saber quien era el maestro de maestro, el padre inmortal, de mi mayor enemigo en París, al cual le cedí parte de mis riquezas y mi corazón. Mi violinista quedó en Francia, mientras yo me movía por el mundo buscando la verdad. No la hallaba. Me desesperaba. Escribí en muros altos y en otros tan finos como el papel. Cuando supe la terrible verdad, que incluso nosotros podíamos morir fácilmente, me derrumbé. La muerte de Nicolas me hizo encontrar a Marius.

Después todo sería un juego macabro. Una verdad tras otra. Una canción desgarradora. Y ahora, estoy aquí, después de haber amado a “mi familia feliz” y haber sido padre de una niña inmortal, que me secuestró el corazón, estoy frente a todos. Tras correr por los escenarios como una estrella del rock, haberme burlado de la muerte en diversas ocasiones y luchado por la supervivencia de todos. Estoy aquí. Soy el príncipe de todos. El majestuoso y alocado Lestat.


¡Nadie me derrota! No importa que digan de mí. Nadie puede conmigo.



Lestat de Lioncourt  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt