Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 26 de febrero de 2015

Felicidad

Benji habla de la felicidad. Me parece correcto. Él ha conseguido ser feliz pese a todo, lo cual es loable teniendo en cuenta de donde viene. 

Lestat de Lioncourt


Mi vida estaba vendida. Era como una mascota bien entrenada. Tenía que hacer todo lo que él dijera. Sin embargo, yo seguía siendo humano y no un robot. Podía pensar por mí mismo y sabía que jamás dejaría aquella esclavitud. En mis pequeñas manos no había futuro, sino un negro y turbio negocio de drogas y prostitución. No conseguía nada, salvo llegar ileso a la cama. Aunque, ileso es sólo un eufemismo. Mi alma estaba rota, dividida en miles de pedazos y esparcida por todas las grandes avenidas de New York. Era una rata callejera, un ladrón y un maldito estúpido que debía sonreír cuando quería llorar.

Siendo sinceros me sentía dichoso nada más cuando la veía. Ella estaba allí para secar esas lágrimas invisibles, acariciar mis mejillas y susurrarme que me quería. Sí, ella me quería. Era el único ser humano loable en toda la ciudad. Todos ocultan mentiras y podredumbre tras sus perfectas máscaras. Pero ella no. Tenía ojos de niño, aunque era una mujer adulta, y me miraba con la ilusión de escapar de allí. Era un ave metido en una enorme y lujosa jaula. Aquel apartamento era para nosotros una celda limpia y con bonitas vistas. Su nombre lo conocen bien, pues tanto ella como yo ahora caminamos al lado de Armand y otros inmortales. El nombre de esa hermosa joven, la cual tocaba el piano con su alma y no con sus dedos, era Sybelle.

Los ángeles tienen que tener su aspecto. Lo juro. Sus enormes ojos azules te hacen preguntarte si el cielo, en las mañanas de verano, es tan hermoso como ellos. Poseía una melena rubia, sedosa y brillante que yo solía cepillar. Aún lo hago. Pese a todo, lo hago. Aunque ya no es para olvidar el dolor, ni para sentir un poco de afecto, lo hacemos. Es un ritual. Yo cepillo sus cabellos y ella me besa el rostro, hunde su nariz en mi cuello y susurra algunos versos en mi oído. Sigo siendo su niño, aunque tan sólo lo sea en apariencia. No me importa. El amor que ella me profesa es tan puro y mágico, tan importante para mí, que se ha convertido en mi nueva adicción. Ya no es el cigarrillo lo que me importa, sino esa risa cristalina que aún posee.

Podrían decir que es gratitud lo que siento, pero la gratitud no está llena de complicidad y sonrisas. La gratitud no tiene nada que ver con esto. Yo la amo a mi modo. Soy un hombre adulto, aunque posea la apariencia de un niño de doce años bien desarrollado. Tengo cierta estatura, por eso puedo parecer un hombre delgado y bajito. Pero al fin y al cabo ¿no soy eso? ¿No soy un hombre? Amo a Sybelle como lo haría cualquier otro. La deseo a mi lado, beso sutilmente sus labios y me pierdo en la profunda sensación de placer, y deseo, de su música. Ella es libre, yo soy libre y Armand también.

Hemos compartido mucho tiempo los tres, e incluso lo hemos hecho con otros que han ido y venido. Pero somos quienes continuamos juntos pese a todo. Mi prodigiosa inteligencia, suspicacia o llámalo como quieras, no impide que siga siendo parcialmente inocente y quiera creer en los espíritus bondadosos. Esos espíritus que se pusieron en nuestro camino e hicieron que nos conociéramos.


No sé que sería sin mis compañeros... pero sí sé lo que soy. Soy un hombre feliz, con una radio en Internet donde gasto mi tiempo para otros y un vampiro. Sí, un vampiro. Soy eterno, más o menos, y veré el fin de los tiempos si no muero antes a manos de otros. Pero eso no me importa. Sólo quiero ser feliz, cosa que no fui siendo un niño real. Y la felicidad, eso que dicen que no existe, suele caminar a mi lado y sonreírme.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt