Pronto habrá algo más de Lasher, pero de momento dejaremos este texto. Esto es un aperitivo para lo que podrán leer el sábado/domingo.
Lestat de Lioncourt
No concibo el deseo sin ti. No
comprendo la vida sin ti. Eres la cerradura que hizo girar la llave,
abriendo la puerta y logrando que yo pasara. No comprendo el mundo
sin ti. No quiero ver nuevos días sabiendo que me odias. El odio
surge del resentimiento, del desafecto, del dolor, la rabia y la ira.
No quiero que tú me odies. No deseo que mueras, pero a la vez sé
que quizás sea necesario. Soy el monstruo que no has logrado llamar
hijo, el amante que te ata la cama y te observa, el carcelero piadoso
que canta canciones para que duermas y el hombre que llora aún por
todos sus pecados. No quiero el tormento para ti. No quiero morir.
Sólo quiero un igual que nazca de tu vientre, otro ser idéntico,
que me haga sostener todavía la esperanza. Si yo vine, ella vendrá.
Si yo camino, ella caminará. Si yo crecí, ella crecerá. La
esperanza se propagará y la felicidad al fin llegará a mi vida.
Aprenderé a reír, madre. Seré libre al fin, Rowan.
Esta noche estoy a tu lado. Te he
dejado por tres días en esa pestilente cama. He logrado limpiar tu
cuerpo, cambiar las sábanas y dar la vuelta al colchón. Podría
libertarte y confiar en que no te irás, pero veo en tus ojos el odio
y el dolor. La rabia te alimenta, madre. Veo como tus pechos aún
tienen leche, pero tu piel me rechaza. Quisiera abrazarte, rogarte
que me amaras como a cualquier hijo, pero sé que me odias tanto como
a cualquier hombre. No dejas de pensar en él, en Michael. Ruegas
porque él venga a salvarte de las garras del monstruo, y, sin
embargo, cuando me miras aún quieres creer que puedo cambiar y ser
algo distinto. ¿Es un acto de fe?
Quería reír, pero ahora estoy
llorando. Lloro porque al recostarme a tu lado siento frío. No está
el amor que creí merecer durante años. Lloro como siempre he
llorado. Jamás me libraré de las canciones amargas que hacen un
nudo en mi garganta. Me lastima saber que nadie en este mundo me
extrañará si vuelvo a desaparecer. Quiero tener una hija y que esa
hija camine conmigo hacia el valle. Rowan, el valle. Las piedras del
círculo. Allí donde los Taltos bailan. Madre, comprende. Necesito
una hembra. Necesito tener una hembra.
Mis lágrimas manchan tu pálida piel.
Mis manos se deslizan por tu vientre plano y sin vida. De nuevo
ocurrió otra desgracia. Madre, ¿algún día podré tener lo que
deseo? ¿Y si estamos condenados a esta situación? Recuerdo como
Deirdre sollozaba en cada madrugada buscándote, pero pronto las
medicinas la dejaron en un estado de limbo. Yo allí fui su consuelo,
su dulce recuerdo, el paraíso y la vida misma. Deseo ser tu consuelo
y tu vida. Madre, por favor... el cordero ha regresado al rebaño y
quiere que le guíes. Guíame hacia la felicidad y dame de tu vientre
el fruto que deseo.
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