—Me has condenado al infierno—dijo
con sus ojos verdes fijos en mí. Aquellas orbes parecían
esmeraldas. Recordé mis palabras sobre las esmeraldas y retomé mis
recuerdos, uno a uno, y como si fuesen cuadros pintados por Marius El
Antiguo, el cual era un impresionante vampiro venido de la Antigua
Roma, sentí un escalofrío que recorrió toda mi columna vertebral.
—¿Acaso creías que podías bailar
conmigo y no pagar un alto precio?—pregunté echándome a reír,
colocando mi pañuelo de encaje en mis labios mientras me jactaba de
mi ingeniosa frase. Sin embargo, mi alma tenía sentimientos
encontrados que luchaban por salir. Lejos de mi aspecto de diablo
seductor, con aquella levita azul oscuro de hermosos bordados
dorados, había un joven que aún luchaba en la nieve contra los
lobos, perseguía sueños por las calles de París y escribía en los
muros un mensaje para un vampiro antiguo.
—¿Por qué? ¿Por qué eres así?
¡Por qué yo!—se aproximó a mí, con ese semblante de perro
abandonado, mientras apretaba entre sus dedos el rosario que había
pertenecido a su hermano.
—Porque tú no eres un bendito y yo,
querido mío, no pretendo ser un santo—esbocé una sonrisa burlona,
coloqué mis botas sobre la mesa y lo contemplé allí de pie,
aproximándose a mí con miedo e ira, intentando no enloquecer.
—Esa respuesta sólo es una argucia
para no decirme la verdad—murmuró.
—Oh, sí. Soy tan cruel... ¿no es
cierto?—cerré mis ojos y abrí mis brazos, provocando que él
tuviese la necesidad de arrojarse contra mi pecho.
Al tenerlo allí, como si rogara a un
Dios malévolo, lo abracé. Amaba a ese estúpido mucho más de lo
esperado. Para mí era algo más que Nicolas, mucho más. Me había
perdido en sus ojos, esos andares elegantes y supuestos modales de
noble. Quedé cautivado. ¿Cómo decirle que lo amaba? Hubiese tenido
demasiado poder sobre mí. Claudia aún no estaba con nosotros. Sólo éramos dos inconscientes. Él desconocía mi debilidad y yo me hacía el idiota cuando contemplaba amor hacia mí en sus ojos.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario