Claudia nos odiaba, pero nosotros seguimos amándola. Somos sus padres. Un padre siempre querrá a su hijo pese a quien le pese, aunque a quien más le pese sea al propio hijo.
Lestat de Lioncourt
Todos los admiran como si fuesen
perfectos. En ellos ven la elegancia de un viejo estilo, unos modales
que poco a poco se van desvaneciendo como el viejo sabor colonial,
que les provoca cierto revuelo en el corazón. Los contemplan desde
la lejanía absortos en sus ojos criminales, los cuales poseen luz
propia en la oscuridad. Caminan lentamente por las calles, apoyados
en sus elegantes bastones, mientras hablan de teatro, música y
cualquier tema de actualidad. Visten según la moda de París, pero
con un toque clásico que les hace ser irresistibles. Tienen la
apariencia de jóvenes caballeros bien educados, pero también la de
hombres maduros que harían cualquier cosa por mantener su nivel de
vida. Peligrosos y atractivos.
Louis siempre parece absorto. Creo que
tiene sus propios problemas. Se siente perturbado ante Lestat. Cae a
sus pies y ni siquiera se percata. Desea que le abrace y bese, del
mismo modo que las parejas de las populares obras que leemos juntos
ocasionalmente, pero éste está hundido en su perorata mientras
habla de los viejos tiempos, los avances y la construcción de nuevos
ferrocarriles, puertos y negocios a lo largo y ancho del país. Habla
de todo como si él tuviese cierto poder sobre esas empresas, lo cual
no sé si es cierto o sólo una apariencia, mientras Louis le mira
con ojos soñadores esperando tener algún halago por el acierto de
su chaleco. Son encantadoramente estúpidos.
Camino a su lado. Mis pequeños pies
envueltos en diminutas botas, limpias y hermosas, me recuerdan que
sigo siendo una niña. La muñeca que aferro tiene mayores atributos
femeninos que mi joven y tullido cuerpo. Tengo las mejillas
sonrojadas por la sangre que he arrebatado a un pobre idiota. Mi
vestido de tul azul, con ese encantador lazo en la cintura, dulcifica
aún más mis rasgos. Tengo el cabello recogido en diminutos
recogidos, los cuales tienen cintas similares al color del vestido.
Louis no me ha cargado aún, cosa que me disgusta, mientras me habla
cómplice de los sueños que no se atreve a contar directamente a
Lestat.
Muchos darían cualquier cosa por ésta
vida. Sin embargo, yo hubiese dado cualquier otra por haber
proseguido desnutrida, aferrada al cadáver de mi madre y llamando
agónicamente a mi padre. Hubiese sido más decente. Me han
convertido en un ser incapaz de amar, lleno de odios y deseos que no
podré cumplir. Cada año que pasa es aún peor. Además, siempre me
recuerdan mi trágica historia con una muñeca. Dicen que es “mi
cumpleaños”, pero yo sólo veo una fecha maldita en el
calendario...
Algún día seré libre. Tal vez sólo
en unas noches. Quiero pensar que podré librarme de ésta carga.
Algún día... tal vez mañana.
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