Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 19 de abril de 2015

Una página

Jesse hace mucho encontró el diario de Claudia. He conseguido una de sus páginas. No sabía que hubiese encontrado ese poema...

Lestat de Lioncourt


«Tu pequeño rostro de muñeca,
tus dulces bucles dorados
y esos labios de pétalos de rosa
con tristeza, rencor y dolor marcados...

Son el símbolo de mi desgracia,
del amor y de la traición misma.
Querías asestarme el tiro de gracia
y quedaste huérfana de todo lo que conocías.

Cubre tu diminuto rostro, pequeña dama.
En apariencia has muerto joven y hermosa.
Guarda en tus pequeñas manos enjoyadas
mis últimas palabras de amor que te regalo.

Lestat de Lioncourt, New Orleans 1821»

He descubierto el poema en un cajón. Tiene más de cinco años. Desconozco si alguna vez pensó en dármelo. Es de nuestros primeros años juntos. No recuerdo que Lestat escribiese, se sintiese atraído por la cultura en ese sentido o pudiese tener algunas inquietudes artísticas. Sólo sé que está escrito, de su puño y letra, y firmado con su nombre en letras enormes, como siempre. Aprecio el detalle, pero jamás me ofreció tales lisonjas sin una sonrisa altanera.

En éstos momentos toca el piano. Menea su cabeza cubierta de simbólicos rizos dorados, similares a los míos, y sus ojos parecen tener un brillo especial gracias a las velas que se consumen sobre el instrumento. Tiene las mejillas sonrosadas. Se ha alimentado bien. Quizás de alguna puta, un marinero borracho o un pobre diablo que caminaba a tientas por una ciudad que se consume en sus propias sombras. No lo sé. Parece acalorado. La sangre le ha subido la temperatura. La camisa la lleva abierta y muestra sutilmente su pecho, ligeramente marcado, mientras que sus pies están cubiertos con las nuevas botas que adquirió hace unos días. Las mismas que ha terminado comprando Louis.

Y Louis. Mi amado Louis. Lo contempla con ensimismamiento mientras intenta aparentar que lee. Es estúpido. A veces me pregunto cuál de los dos es más estúpido. Quizás la belleza en los hombres tienen esos terribles estragos. Poseen belleza, pero no inteligencia o sutileza. Le ama. No puede negar su pasión hacia cada una de sus canallas peroratas, sus geniales estupideces y sus encantadoras sonrisas de conquistador sin remedio. Cualquiera caería a sus pies. De hecho llegué a pensar, hace algún tiempo, que Lestat era el hombre más atractivo que conocía. Sin embargo, ahora sólo puedo decir que es pueril e idiota.

No sé en que momento empecé a odiarlos. Pero los odio. No es otro sentimiento. Sólo es ese. Un odio atroz. A veces me asusto de mí misma. Sin embargo, no puedo hacer nada. Tengo que convivir con ellos porque no tengo autonomía. Pero sé que algún día la tendré. Podré ser yo misma. Desarrollaré algún plan en el cual pueda deshacerme de ellos y ser libre.


Sólo quiero ser libre.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt