Mira por donde Claudia no era la única que tenía un diario... ¡Y mira por donde yo tengo ese diario! Os dejo una página de un viejo diario de Louis.
Lestat de Lioncourt
Quiero mirar a un lado. No deseo
desvelar mis sentimientos. Intento hundirme en mi condena y olvidar
que tú eres la soga que está aferrada a mi cuello. Noto el nudo
clavándose en mí, quitándome el aliento, y provocando que esté
completamente irritado. Veo tu sonrisa, tus modales refinados frente
a las damas y esos guiños traviesos que creía que sólo a mí me
regalabas. Puedo oler en tu ropa el aroma de otros. Percibo un placer
desenfrenado de ti hacia otros y eso me perturba, enloquece y
entristece. Siento que pierdo el juicio y deseo destruir todo lo que
está a mi alcance. Tú me has hecho así.
Sin embargo, cuando me abrazas percibo
tu aroma y sé que estoy en el hogar. Encuentro el camino hacia la
paz. La calma inunda todo. Puedo percibir la melodía de tu corazón
bombeando con fuerza, llevando la sangre de tus víctimas hacia cada
parte de tu cuerpo, y el mío, ligeramente aletargado, comienza a
llevar el mismo ritmo mientras acaricio tu rostro. Me he reprochado
mentalmente el amor que siento por ti, pero aún así no desaparece.
Pese a todo crece con fuerza, se convierte en una enredadera que ata
mi cuerpo y enloquece mis sentidos. He perdido la paciencia y la
calma sólo regresa cuando me sonríes desde el piano.
Odio que otros puedan hablar maravillas
de tus inteligentes diálogos, tus indiscutibles pensamientos y tus
elegantes modales. Frente a mí siempre te has comportado pueril y
ridículo, has gozado del teatro casi sin conocer realmente sus
intrincados sentimientos y sé que eres un demonio. Un maldito
demonio. No sé de dónde has venido, pero sí que has llegado para
quedarte gozando de mis lágrimas. Te odio, pero a la vez te amo
demasiado como para abandonarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario