Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 22 de mayo de 2015

La noche es joven

Sus ojos oscuros estaban clavados en mí. Ni siquiera pestañeaba. Parecía tranquilo, o al menos disimulaba perfectamente cualquier inquietud. Estaba frente a mí, con las palmas de las manos sobre la mesa de roble tallada a mano y vestido de la forma tradicional con aquella especie de levita blanca. Su cabello estaba algo más corto, pues lo había recortado para darle mayor pulcritud y marcar sus suaves facciones. Seth tenía una mirada serena, pero profunda. Su piel no era como la hoja de un papel, tal y como llegó a ser la de Khayman, y sus labios carnosos tenían un ligero toque humano. Su boca era rosada, carnosa y poseía unas líneas que me resultaban familiares. Era la boca de su madre.

—¿Vas a estar observándome toda la noche?—pregunté.

—Depende—dijo con una ligera sonrisa—. Sólo quiero saber qué ocurre ahí dentro.

—¿Te refieres a Amel?—toqué con el dedo índice de mi mano derecha la sien. Él asintió de inmediato—. En ocasiones no habla, pero está ahí. Lo noto. Puede sentir todo lo que yo siento y está satisfecho con ello.

—¿Y qué ocurrirá cuando eso no sea suficiente?—preguntó inclinándose hacia delante—. ¿Qué pasará? ¿Pedirá que te mate?

—Puedo notar que me ama—respondí.

—¿Y cómo puedes notar eso?—se levantó y rodeó la mesa, para sentarse a mi lado girando mi silla hacia él—. Si tú mueres moriremos todos.

—Finjo que no lo sé, pero lo tengo presente cada anochecer—sonreí y luego me eché a reír—. ¿Crees que no sé que ahora todos dependen de mí? Dependen del irresponsable, el caprichoso, el incapaz de seguir norma alguna y el irreverente. Dependéis de un idiota.

—Tú no eres idiota—dijo tomándome del rostro, para acariciar con sus pulgares mis pómulos y pasar sus dedos por cada uno de mis rasgos—. Realmente eres hermoso. Es lo que pensé cuando te contemplé. Dices lo que quieres, no te detienes por nada y eres capaz de lo imposible. Has probado todos los límites y ahora estás limitado, ¿no te sientes hundido por ello?—aparté sus manos de mi cara y negué—. Lestat...

—Llevo una carga muy pesada. He pasado de Adonis a Atlas—murmuré jactándome de mi nuevo destino—. Mi madre me dijo una vez que haría grandes cosas. Tal vez ella vio mi futuro antes que cualquiera de nosotros.

—Tienes suerte—respondió con una ligera sonrisa—. Mi madre era una tirana. Se convirtió en un monstruo. Dejó morir a mis hermanas y a muchas mujeres que decía amar. Ella despreciaba a todos. Sólo quería la belleza, la perfección y el poder.

—Nos estamos desviando del tema...—canturreé—. Sea como sea, Seth. Estoy bien y no necesito que me estés observando y me impongas un escolta.

—Pero...

—Ve y disfruta de la noche. Yo haré lo mismo—dije levantándome para marcharme de aquella sala.

Fuera me esperaba la noche, mi vieja moto y Louis intentando contener el nerviosismo mientras observaba aquel vehículo salido del infierno, según él. Acabé subiéndome, sin necesidad de casco alguno, para luego jalar su brazo y provocar que se subiera.

—¿Dónde vamos?—preguntó aferrándose a mí.


—Qué se yo... ¡La noche es joven!—aullé encendiendo el motor.


Lestat de Lioncourt  

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Lestat de Lioncourt