El amor es importante para nosotros. Amamos la belleza, pero también amamos a otros que nos hacen sentir emociones que muchos creen que no deberíamos tener.
Lestat de Lioncourt
Creo que todavía no soy consciente de
todo lo que ha pasado en las últimas horas. Mi cabeza da vueltas.
Quizás no he sido consciente hasta ahora de todo lo vivido, pues no
he llegado a comprender del todo la suerte y la maldición que
cabalga por mis venas como si fuese la droga más pura. No puedo
creer que ella esté a mi lado. Es un sueño hecho realidad. Ella
siempre fue mi esperanza, aunque creí que no volvería a tenerla
entre mis brazos. Sin embargo, la hubiese acompañado al infierno si
era necesario. Habría caminado por las ardientes brasas y
contemplado los más terribles horrores.
Hoy por primera vez puedo decir que
descansaré con el alma tranquila y el corazón palpitando. Mis
emociones, las cuales parecían náufragas en un mundo de silencio y
oscuridad, vuelven a sentirse vivas y surgen de su tumba para
entrelazarse con las suyas. Dicen que estamos muertos, pero soy firme
defensor que no hemos estado jamás tan vivos como en estos momentos.
Puedo contemplar sus labios carnosos, sus mejillas llenas salpicadas
de pecas, el rubor que éstas poseen, la magia de su cintura
retorciéndose mientras busca hacerse hueco en mi pecho y sus ojos
profundos, de un verde intenso como la esmeralda que una vez estuvo
colgando de su cuello, revolviendo cada uno de mis recuerdos. Sus
dedos juegan con mi cabello rizado, se deslizan desde mi frente hasta
mi nuca. Sé que ella está experimentando la emoción de una nueva
vida.
Jamás creí que el amor existiese.
Pensé que no estaba dispuesto a encontrarlo. Deseaba evitar por
todos los medios fundirme con otro ser. No buscaba el amor. Creo que
nunca tuve la oportunidad de experimentar un abrazo sincero, más
allá de alguno reconfortante pero carente de emociones. Ella se
abrió a mí como una hermosa flor de fuego en medio de un jardín
oscuro, tenebroso e infestado de insectos cargados de dolor. Ya nada
importa. Todo lo que quiero está en mis brazos, tumbada a pocos
centímetros, siendo mi esperanza y la solución a todas mis
lágrimas. No esperaba que ella apareciera, pero lo hizo provocando
que surgiera en mí la felicidad de la cual no creía ser merecedor.
A pesar de haber estado rodeado de
personas me sentía solo. Su recuerdo era lo único que me
reconfortaba. La verdad que ella me ofreció, el misterio que siempre
llevó en sus palabras, y la complicidad de sus besos eran lo único
que me hacían seguir caminando buscando una solución. Sin embargo,
no podía ir al hospital. Era un vampiro. Los brujos y los vampiros
no suelen tener relaciones cordiales. Sabía que podía terminar
desterrado de éste mundo. Pero eso no me impedía imaginar mis pasos
por los pasillos, caminando entre las salas, transportando flores
silvestres en un gigantesco ramo y dejándolo en la cama donde ella
yacía adormilada. Allí la secuestraría, la llevaría conmigo y la
haría mía. Si bien el resultado de éste cuento ha sido mejor. No
he tenido que romper cadenas. Ella las ha roto, ha venido a por mí y
me ha buscado como fuente de verdad y eternidad.
Si tuviese que definir lo que estoy
viviendo sería felicidad, pero la verdad es que tan sólo es amor. Y
la palabra amor engloba todos los buenos sentimientos, emociones y
recuerdos que uno puede hallar en la vida... aunque la vida sea
eterna.
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