Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 22 de junio de 2015

El amor que yo tenía...

—¿Alguna vez has amado hasta sentir que el corazón te duele?—dije con la mirada perdida en las oscuras sombras de la habitación.

La luz de la vela incidía suavemente sobre las partituras del piano, al igual que la luz de la farola de gas próxima al balcón, mientras que el resto de la habitación permanecía sumergida en la oscuridad casi total. Él estaba frente al piano, acariciando ligeramente las teclas y dejando que sus ojos claros, tan azules como un cielo veraniego, se concentraran en la última pieza que había compuesto. Podía sentir su sangre moviéndose cálida por aquellas venas tan frágiles, sus mejillas ardían y el olor a vino se había anclado en sus labios. Tenía una boca carnosa, en forma de corazón, y al sonreír parecía un felino travieso. Era hermoso, sutil y elegante. Allí colocado con aquel cuerpo de apariencia frágil, aunque con la fuerza y vitalidad de un hombre joven, daba la sensación de ser irreal.

—No he tenido ese placer—respondió girándose hacia mí—. Aunque puedo afirmar que te amo, pero no de ese modo. Todavía me queda muchísimo por conocer, Lestat—esbozó una suave sonrisa, tan tímida como hermosa, y luego volvió a tomar su posición inicial.

—Yo creí que lo había sentido cuando tenía aproximadamente tu edad, era todavía humano. Marché a París con quien creía el amor de mi vida, quien me había arrancado la tristeza con las elegantes notas de su violín. Era un demonio codicioso de filosofía, política y libertad. Un ser hermoso y ruín a la vez. Vivía entre la luz y las sombras, sobre todo la luz que yo proyectaba para él—murmuraba mientras acomodaba el pañuelo de mi cuello—. Pasamos miseria, pero a la vez viví una aventura que jamás he podido olvidar.

—¿Cómo se llamaba?—preguntó.

—Nicolas. Se llamaba Nicolas de Lenfent. Tú me recuerdas a él si hablamos de su espíritu creativo. Un espíritu que derrochaba su talento en tabernas y alcohol barato...—sonreí con amargura y me incorporé para acercarme a él.

Acabé precipitándome sobre su cálido y tierno cuerpo. Lo estreché entre mis brazos asiéndolo hacia mí. Mis manos acariciaron sus cabellos negros y sus pómulos marcados. Me incliné y besé sus labios de forma tenue, algo erótica, para luego perderme en sus ojos y confesé al fin.

—Era mi amante, pero ahora tengo otro que me robó el aliento. En estos momentos me siento perdido—él rió cuando me escuchó decir aquello—. ¿De qué te ríes?

—Louis siempre será tu talón de Aquiles, siempre—explicó—. Ves en mí el talento de tu viejo amante, pero en Louis ves un amor que irradia algo que no sabes comprender, que te fascina por eso mismo...

—No. Yo a Louis le comprendo bien—expresé con rotundidad mientras me apartaba, para luego irme al balcón y escuchar el sonido de los carros pasando por las calles aledañas—. Toca, Antoine. No quiero llorar esta noche por un amor no correspondido.


—Creo que él te ama—afirmó—. Pero a veces nos da miedo el amor...


Lestat de Lioncourt   

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