Nuevo artículo de D. Molloy. Ha regresado con fuerza.
Lestat de Lioncourt
La vida pasa rápido frente a nuestros
ojos, tan sólo a un palmo de nuestra vida cotidiana, y nos da
fuertes golpes cuando menos lo esperamos. Codiciamos demasiado y
abarcamos poco, pues nuestras ilusiones se desinflan rápidamente. Yo
siempre esperé mi gran oportunidad y cuando esta llegó intenté que
no pasara frente a mí. Decidí que debía ser parte de la historia
que estaba narrando. Quería involucrarme hasta sentir que el mundo
me debía algo, pero eso fue estúpido. Reconozco que fue parte de mi
imprudencia y mi escaso conocimiento. Era joven, incauto y torpe.
Actualmente veo a muchos jóvenes que
deciden su futuro en días más oscuros y tormentosos que los míos.
Las crisis mundiales, normalmente creadas desde las sombras de los
despachos más influyentes, manejan el mundo y manipulan a todos los
seres que hay en él. Pocos conocen la verdad. Los mortales se creen
los reyes de la cadena alimenticia, destrozan el mundo y se apropian
de los recursos pensando que son los únicos que tienen derecho sobre
ellos. El mundo se tuerce y se llena de veneno. La vida está siendo
limitada y provocamos guerras injustificadas.
Después de la gran catástrofe que
hemos vivido, las Quemas que se propagaron por todo el mundo, observo
desde cierta distancia las discusiones, las mentiras, la hipocresía,
la infidelidad al honor y el orgullo que algunos dicen tener, la
mediocridad del ser humano y la poca empatía que algunos albergan en
sus almas. Nosotros estuvimos desunidos, aceptamos las guerras entre
vampiros como algo normal para la búsqueda de nuevos territorios, y
asumimos que la oscuridad era nuestro castigo. Sin embargo, estábamos
equivocados. Nos encontrábamos cegados por una filosofía anclada en
el pasado, en el miedo y los errores que otros habían cometido con
anterioridad. No perdonábamos ni siquiera nuestras propias ofensas y
algunos, los más débiles, caían en una vorágine de incertidumbre
que los confundía provocando que tuviesen miedo.
Yo estuve rodeado de miedo. Un miedo
que me convertía en un animal herido. Ahora me veo desnudo, sin un
ápice de ese miedo anclado en mi corazón, convertido en un hombre
libre. Me pregunto si los mortales algún día verán que están
rodeados de miseria, de miedo y que ese miedo lo generan otros para
manipularlos y concentrarlos en un estrato inferior al que merecen.
Los grandes mercados y los políticos corruptos son los únicos
culpables de un declive que cae sobre la cabeza de los más débiles
e indefensos.
¿Es que tiene que ocurrir una Quema
entre mortales para que todos se unan para cambiar las cosas? Hay que
salir de la oscuridad y descender hacia la salida, donde la luz
ilumine todo y elimine la ceguera. El ser humano está todavía en
una gruta, en una torre alta y oscura, y debe descender para ver el
mundo con sus propios ojos. Los inmortales no podemos hacer nada. Sin
embargo, la tribu debe estar unida.
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