Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 14 de junio de 2015

Oscuras intenciones

Conocí ciertas cosas sobre Lasher gracias al relato de Rowan y otros Mayfair. Supe de él y de su destino, así como lo que ocurrió después. Una historia perversa e interesante.
Lestat de Lioncourt

—Moveré los hilos, moveré los vientos, moveré el mundo y la vida brotará de nuevo de mis labios, saborearé el vino, sentiré el calor del sol calentando mi piel y podré notar mis piernas cansadas tras una noche de pasión. El mundo se rendirá a mis pies—decía mientras caminaba por la habitación.

Ella me miraba perpleja. En sus manos estaba la joya que tanto había codiciado. Era un símbolo de mi lealtad, pero también de mis deseos. La serviría hasta que al fin su linaje me diese la oportunidad de regresar. En ésta vida las puertas se abren con la llave indicada.

—Póntela—dije con desdén—. Póntela y disfrútala, pues soy tu siervo y tu siervo ha logrado lo que quería. Lúcela para que todos admiren tu belleza y el poder que sustentas—expliqué deteniéndome.

Mis pasos no se escuchaban, pero mi voz llegaba a sus oídos alta y clara. Mi aspecto era descuidado, igual al del noble que una vez fui, mientras mis manos de largos dedos se movían acariciando el aire. Parecía tan real que ella prácticamente podía escuchar mi respiración, pero a penas podía generar esa ilusión. Todavía era débil. Sólo era un fantasma que intentaba imitar la vida y codiciaba un cuerpo apropiado. Su sangre, su linaje, me lo daría y al fin podría volver a ser parte del mundo. Ella, sin saberlo, era descendiente de mi familia, la misma que me ofreció a mí en sacrificio.

—¿Mi siervo?—preguntó con una sonrisa erótica cargada de deseo—. ¿Sólo mi siervo?

—¿Y qué soy para ti entonces?—dije mirándola a los ojos, aunque sólo era una magnífica ilusión—. ¿Tu amante?—esbocé una sonrisa suave en mis labios, tan sólo una ligera mueca, mientras me acercaba a ella y levantaba la piedra por la fina cadena de oro blanco—. Tu gran amor son las joyas, la ambición de un poder superior al de cualquier otra bruja y yo soy tu siervo.

—En las noches siento el placer de tus manos, aunque tus besos no tengan sabor. Puedo notar tu miembro haciendo tuyos mis muslos calientes e indecentes—susurró colocándose rápidamente la joya.

Aquella esmeralda verde, como la esperanza que yo albergaba, brillaba en su cuello rozando su generoso escote. Deborah tenía su sedoso y largo cabello recogido con unas hermosas hebillas de plata, su rostro era aún el de una niña y la ligera pintura de sus labios le daba un aspecto sensual. Era provocadora. El vestido de satén verde se ajustaba a su voluptuoso cuerpo, a cada curva y milímetro de piel, junto con su corsé correspondiente que a penas la dejaba respirar. Allí, frente a mí, veía el deseo vibrar en todo su ser. La recuerdo bien.

Ella veía a un noble con ropas que aún no podía considerar fuera de época. Mi jubón negro tenía un aspecto impecable, pero mi cabello era salvaje y caía más allá de mis hombros. La barba no estaba cuidada, pues los últimos meses para mí fueron terribles. Me había alejado de la mano de Dios, había matado a varias mujeres debido al placer insano que había despertado en mí, y finalmente, para redimir mis pecados, fui conducido a mi hogar natal. Esperaba que allí mis crímenes jamás fuesen descubiertos y pudiese llevar una vida limpia de cualquier pecado carnal. Sin embargo, me ofrecieron caer una y otra vez, pues querían a la sangre de mi sangre para verlos arder en una pira funeraria junto a mí. La quema de los brujos. La muerte más horrenda que pueda tener cualquier ser.

—Que risa—pronuncié antes de desvanecerme.

Permanecía allí, presente como siempre, pero no podía verme aunque sí sentirme. Ella acariciaba su piedra, sintiéndose especial y poderosa. Por mi parte mi plan comenzaba a trazarse, pero necesitaba la ayuda de Peter Van Abel. Una ayuda que no pediría, sino que robaría gracias a sus sentimientos por Deborah. Sí, no sólo era su esclavo. Ella era mi bruja, mi amante, mi consentida y él lograría que de germinara en ella una nueva bruja a la cual le concedería los mimos privilegios que a su madre.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt