Mi hijo Viktor es un encanto... ya me llama irresponsable como los chicos grandes...
Lestat de Lioncourt
Para muchos los vampiros son simples
seres cargados de fantasía, los cuales poseen el atractivo del
romanticismo y la acción moderna. Cientos han leído miles de obras
sobre ellos imaginando a los personajes traspasar las hojas de los
libros, llevándose su propio cuello a los labios y pactando con cada
inmortal como si fuesen el mismísimo diablo. Han conquistado a
poetas, escritores, pintores, escultores, al mundo del teatro, a los
extravagantes y seductores diseñadores de ropa, cineastas del cine
de culto al terror y también de la acción más explosiva. Los
vampiros siempre han sido objeto de devoción y pánico. La oscuridad
se cierne sobre las cabezas de aquellos que los han alentado a ser lo
que son. Los escritores han convertido al mundo en un escenario
llamativo para los más jóvenes, así como para muchos adultos y
algunos niños. Si bien, para mí nunca han sido figuras de de
fantasiosos sueños... han sido reales.
Desde que cuento con memoria me he
visto rodeado de seres con colmillos, aprensión a la luz solar para
salvar sus propias vidas, y amantes de un culto extraño a la vida.
Ellos desean salvar vidas, pues los vampiros con los cuales he
convivido son científicos. Todos ellos desean comprender qué son y
cómo paliar las numerosas enfermedades mentales que pueden afectar a
los neófitos, así como a los más antiguos, e incluso curar
defectos físicos que ya estaban antes de ser convertidos en
inmortales. Inclusive han desarrollado fármacos para poder procrear
entre ellos, igual que lo podían hacer cuando era mujeres y hombres
comunes. No están muertos. Son una especie nueva. Les late el
corazón y respiran porque lo necesitan, sin embargo su alimento es
la sangre.
Mi madre es una de esas científicas.
En ella he visto la firmeza de una mujer mortal y la fiereza de una
inmortal. Cuando contaba con diez años se sometió al rito final
para ser transformada en lo que es hoy. Puedes verla atemporal, en
sus cuarenta años, con su cabello rubio ondulado rozando su nuca y
su impecable bata de científica. Mi padre ya era un vampiro. De
hecho es uno de esos vampiros afamados que todos creen que es papel y
tinta. Sus historias han saltado a la gran pantalla atrapando a
cientos, ha sido estrella del rock por sus propios méritos y hay una
serie de libros que han provocado miles de reacciones entre los
vivos, los mutantes y los muertos. Cuando hablo de muertos me refiero
a los espíritus y espectros. Sí, porque ellos también son reales.
Igual que son reales los brujos y su orden paranormal gobernada entre
las sombras por un milenario inmortal, un fantasma y un espíritu.
Mi nombre es Viktor. Supongo que ahora,
desde que él sabe mi existencia, puedo decir que mi nombre completo
es Viktor de Lioncourt. Un vampiro hindú llamado Fareed, al cual
admiro y quiero como si fuese también mi padre, logró que mi madre
me concibiera gracias a sus adelantos e investigaciones científicas.
Lograron un milagro. Bueno, milagro lo llamó Lestat... Fareed lo
llamó hito científico.
Toda mi vida he vivido rodeado de
inmortales. Ahora, gracias a mi persuasión y testarudez, soy parte
de los vampiros que rodean la corte de mi padre. No me importa haber
dejado atrás el sol, pues tengo a mi compañera y a toda mi familia
envuelta en la nube de poder, sabiduría y camaradería que siempre
he admirado y querido. Atrás han quedado las viejas luchas por
poder. En estos momentos sólo queda comprendernos entre nosotros e
intentar que la paz perdure... Y que mi padre cumpla las normas que
él mismo ha pedido que Marius, uno de los vampiros ancianos, ha
desarrollado. Entre nosotros, queridos amigos, no creo que lo logre.
Mi padre no sabe que es una norma... creo que nació para ser
rebelde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario