Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 9 de junio de 2015

Goblin...

Quinn es un chico extraño con una excelente educación, pero aislado en un pantano. Siempre intenté imaginarme su infancia, pero es imposible. Estaba enjaulado en sí mismo y cuando abrió las alas su hermano intentó quitárselas. 
Lestat de Lioncourt 


Si tuviese que hablar de mi infancia diría que fue triste y miserable. Jamás tuve un verdadero amigo. Siempre estuve aislado por mis capacidades psíquicas, las cuales se veían como una enfermedad mental y provocaban que el resto se apiadara de mí como si fuese un deficiente. Aquella tara era un don, el cual me convertía en un privilegiado y yo no lo sabía.

Recuerdo esos ojos azules, tan similares a los míos, clavándose en mi nuca y también en mi propia mirada. Me observaba como quien observa un reflejo y guardaba un secreto que jamás deseó desvelarme. Sé que él lo sabía. Su ira y su rabia, además de la impotencia y el amor, demostraron que siempre lo supo. Él no sabía explicarlo, pero comprendía que nuestro vínculo era mayor que el de un amigo imaginario.

Fue Goblin. Mi Goblin. Así lo llamé mucho antes de saber que Goblin es un duende travieso. Él lo era. Me divertía cuando era muy joven. En sí fue mi maestro y me mostró secretos inalcanzables para un niño de mi edad. Pero pronto él quedó como una marioneta rota, una sombra perversa, y un borrón en medio de mi habitación. Me convertí en su maestro. Intenté que comprendiera mi mundo, pero era imposible. No quería marcharse, pero tampoco era capaz de adaptarse a los cambios que se avecinaban. Detestaba tenerme lejos y parecía desvanecerse porque su vinculación era con mi hogar, nuestro hogar, pero eso no lo supe hasta mucho después.

Debería odiarlo. Durante un tiempo detesté a ese reflejo perverso que terminó convirtiéndose en mi enemigo, pero es imposible. Cuidó de mí y fue mi guía. En ocasiones se convirtió en mi única compañía. Creí haberme vuelto loco, aunque en el fondo sabía que era tan real como la lluvia o las caricias del viento. Algo en mí pedía un milagro y él era ese milagro.

Fui su asesino. Maté a mi hermano y no lo sabía. Yo destrocé su vida para salvar la mía. Fue una lucha brutal entre dos seres que intentaban mantenerse a salvo en el vientre materno. Me convertí en un monstruo mucho antes de estar en mi cuna. Él murió para salvarme a mí, del mismo modo que dio su tiempo a mi lado para proteger el único vínculo que deseaba mantener. Cuidó mis pasos, pero también me llenó de temores y lágrimas. La soledad fue terrible, aunque fue peor saber la verdad.

Garwain, mi temido Goblin, me odió cuando le di la espalda para desarrollar una vida libre, feliz y entusiasta. Se vio apartado y olvidado. Su vida se desvanecía y yo prevalecía como siempre, alimentándome de la vida de otros. Me convertí en un vampiro, pero él se transformó en un ser envidioso de mi vida eterna. Me atacó, mató a mi querida tía abuela y me mostró la verdad que todos guardaban.

No era el único que podía verlo. No era el único que sabía de él. No era el único que escuchaba sus lamentos. No era el único. Él era mi otra mitad, mi pasado, el guardián y la bestia. Él era el secreto, la verdad y el dolor. Mi única esperanza es que su alma descansa en paz y yo he descifrado el enigma.

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt