Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 5 de julio de 2015

Mi amigo fiel

Sus ojos me observaban con una paciencia infinita. Esos ojos castaños que hablaban de un pasado trágico. Sólo había visto otro ser con esa mirada infinita deseosa de ser amado y era Armand, pero él no poseía la bondad y la lealtad que estaba demostrándome aquel animal. Pensé de inmediato que si todos fuésemos perros, naciéramos con la lealtad y la bondad que estos poseen, seríamos menos orgullosos y prepotentes. El amor sería lo más deseado y no el odio, no existiría la codicia y nos conformaríamos con ser simplemente felices, aunque sólo fuese con la presencia de aquellos que nos comprenden y de un puñado de historias, quizás algo emocionantes, para aullar a la luz de la luna.

Pensé que él me estaba trayendo suerte, por eso lo bauticé con Mojo. No me preocupé por buscarle otro hogar. Era humano ahora, podía hacerme cargo y pasear a su lado sintiéndome orgulloso. No me rechazó cuando comprendió que yo era un ser distinto a lo habitual, no sacó sus dientes y tampoco mostró rechazo. Simplemente movió su cola, giró suavemente su cabeza y sacó su larga lengua. Ahora también lo hacía. Sabía quien era. Me había reconocido a pesar del cambio de mi cuerpo. Reconoció el alma perdida que yo era, el demonio estúpido que siempre he sido.

Decidí sentarme en el bordillo de la acera, acariciar su cabeza entre sus puntiagudas orejas y escuchar el tránsito habitual de la ciudad. Se escuchaba todo distinto. Las luces eran distintas. El paisaje se había convertido en una amalgama de olores menos indeseables y más complacientes. Observaba el mundo desde otros ojos menos sobrenaturales y al perder los detalles, esos que pueden hacerte amar y odiar un lugar, me sentí libre. Sin embargo, la pena me ahogaba. Yo quería volver a ser el vampiro Lestat, ese que todos amaban y admiraban a la vez que despreciaban.

—¿Crees que Louis me perdone?—pregunté tras un largo suspiro—. Oh, bueno... —me eché a reír cuando me miró confuso, inclinando hacia un lado y hacia otro su cabeza—. No conoces a Louis. Todavía no te hablé de mi gran amor y talón de Aquiles, ¿eh?—lo abracé hundiendo mi cabeza en su pelaje y aspiré su aroma. Era un aroma a animal muy familiar, el cual me trasladó a otra época donde los perros dormían a mi lado y se convertían en mejores hermanos que aquellos que tenía de sangre. Ah, amaba a los animales. Siempre los he amado. ¡Mis mastines! Cómo lloré su muerte...—. Louis es un idiota, pero más idiota soy yo—susurré cerca de su oreja—. Él podría convertirme, ¿sabes?—dije apartándome de él para tomarlo del rostro—. ¡Qué hermoso eres! Cuando vuelva a ser vampiro y tome posesión de todo lo que tengo nos daremos la gran vida. No te va a faltar de nada, amigo. Tu cuenco siempre tendrá los mejores bistec de toda la ciudad. No, no. Nada de pienso—estallé en carcajadas y decidí ir a buscar a Louis, mi Louis.


Pero él, mi Louis, no fue tan noble como Mojo. Él me echó de su lado. Decidió no ayudarme. Y yo, como es comprensible, me molesté. Quemé su casa. He quemado la casa de Louis con todos sus malditos libros y quebrantos. ¡Lo he hecho! Y ahora estoy en otra acera, junto a Mojo, sintiéndome decepcionado de mí mismo por dejarme engañar. Y solo. Estoy muy solo.

Lestat de Lioncourt   

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt