Se sincero y dime que puedes percibir
cuánto te amo. Mírame y acepta que estoy aquí, frente a ti,
tomándote de las manos y asimilando el doloroso pasado que nos une.
Observa a éste ser que parece indomable, pero que se doblega ante ti
y ruega que le ames. Contempla mi dolor que es el tuyo, deja que tu
rostro se refleje en mis pupilas y ahoga conmigo tus palabras
hundiéndonos en los complejos sentimientos que poseemos.
Somos dos seres que parecen condenados
a entenderse. Mi soledad es terrible, pero intento sobrellevarla con
ingenio y humor. Me siento insatisfecho por la historia que he
llegado a escribir, palabra por palabra, con mis estúpidos
comportamientos y mis erráticos pasos. Sin embargo, no estoy
decepcionado y me alegra haber caído en tantas ocasiones, pues de
ellas he aprendido a levantarme y seguir codiciando los sueños que
he ido creando, alimentando y coleccionando. De entre todos esos
sueños estás tú. Quiero pasar mi vida a tu lado sin importar nada,
pero parece que no quieres verlo o no te interesa demasiado.
Tengo miedo, Louis. Miedo a amarte como
lo hago. Un miedo terrible a verme abocado al fracaso y a una
distancia terrible, tan terrible como en los viejos tiempos. Muchos
nos han criticado, jugado y señalado por lo que sentimos. Hay miles
de personas en el mundo que claman mi nombre, el tuyo y el de tantos
otros. Posiblemente muchos de ellos sigan creyendo que sólo somos
simples personajes entre las líneas impresas de un libro. Otros
saben bien que somos reales, pero no porque podemos tocarnos y sentir
lo que sentimos. Somos reales porque hay miles como nosotros. Nuestro
amor no es único, nuestros problemas no son únicos, el sentimiento
no es único; pero nosotros sí somos únicos y siento que nos hemos
convertido en dos idiotas que no sabrían vivir el uno sin el otro.
Hay miles de personas que se aman y
que, por cuestiones del destino, terminan separadas durante años.
Nosotros tenemos la dicha de vivir para siempre, manteniendo nuestros
rostros y cuerpos jóvenes, aunque nuestras almas se vuelven más
sabias, más susceptibles, más hambrientas y más terribles. Las
heridas cada vez son más profundas, pero también son más sencillas
de reparar con un beso y unas palabras sinceras.
Ésta carta no sé cuándo te llegue,
la verdad. La he escrito en pocos minutos dejando todo lo que siento,
sin meditar demasiado. Quiero que hablen mis sentimientos y no mi
cabeza. No quiero reflexionar, Louis. No deseo que el juicio gane a
la razón de mi alma. Sólo quiero que sepas que te amo y que no
sabría qué hacer sin ti. Detesto discutir contigo. Me siento solo y
perdido cuando no estás. Estos años han sido terribles para mí. Me
he ahogado y asfixiado muchas veces. He creído perder las fuerzas.
Pensé que no volvería a levantarme y lo hice por ti, por mí y
porque no estaba orgulloso de un final como éste para los dos y para
el resto de sueños que aún poseo.
Puedo parecerte un idiota insufrible,
pero sabes bien que en el fondo poseo una inteligencia privilegiada y
que a veces sonrío para no seguir llorando.
Nunca dudes de todo lo que te amo, por
favor.
Lestat de Lioncourt
No hay comentarios:
Publicar un comentario