Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 20 de agosto de 2015

Desconsuelo

Estos documentos, los cuales posee Armand, suelen llegar a mi despacho de vez en cuando. Él los encuentra en sus numerosas propiedades y decide ofrecérmelos. Nicolas... el hombre que cambió todo en mi vida, igual que los lobos y Magnus. Él fue importante y yo no supe verlo.

Lestat de Lioncourt


—¿Por qué no me hablas?—decía mirándome en un rincón de la sala.

Guardaba silencio desde que me había convertido en vampiro. Analizaba todos los pensamientos y sentimientos que él, sin pretenderlo, me había ofrecido mediante su inmortal sangre. Había descubierto quién era en realidad, lo veía sin la máscara que siempre mostraba a todos y comprobé que era tan miserable, tan solitario y estaba tan destruido como yo y como París misma. Había alcanzado sus sueños, pero aún así se sentía miserable. ¿Cómo debía sentirme yo? Ni siquiera me amaba lo suficiente para haber pensado primero en mí, en su amante fiel y desesperado por encontrarse entre sus brazos, sino en su madre o en sus propios caprichos.

Deseaba llorar desconsolado. Me había arrebatado el símbolo de mis creencias, pues había dejado de creer en Dios para creer en su luz, en sus palabras y en su estúpida sonrisa. Y ahí estaba, mirándome con cierto desprecio y exigiéndome que le hablara. ¡No iba a hacerlo! Me había propuesto ofrecerle el mismo castigo que él, con su miserable codicia, había tenido hacia mí.

—Nicolas, algún día tendrás que dirigirte a mí—decía clavando aquellos ojos azules, tan hermosos y funestos, en los míos—. No deberíamos acabar así...

Acabé echándome a reír. ¿Cómo debíamos acabar? Tal vez quería que me arrodillara frente a él y le rogara amor eterno, pero él ni siquiera me amaba. Sólo me despreciaba. Veía en mí la locura, el odio, la insensatez de un burgués que pudo tener el mundo a sus pies y lograr que los nobles como él, tan arruinados como inútiles, quedaran humillados frente al populacho. Corría la revolución como la pólvora por las calles de París, Francia iba a ser libre de los nobles y reyes, pero allí estaba yo sujeto a la sangre azul de un idiota que siempre juró amarme. Todos esos juramentos valían tan poco como su título en esos momentos, pues ni siquiera iba a ser marqués. El título pasaría a su hermano mayor, mucho más robusto y estúpido, y éste a su descendencia. Él no tenía nada, salvo la inmortalidad y esas joyas atesoradas en algún lugar a las afueras de la ciudad.

—Me odias...

—¿Y tú no me odias a mí?—dije rompiendo mi silencio, pues me empezaba a cansar—. Cobarde, asqueroso miserable, ¿pretendías que muriera ignorante? Todo lo he compartido contigo y tú no eras capaz siquiera de decirme que no me amabas—sus ojos se abrieron como si le faltara el aire y sus mejillas se colorearon—. Vete al infierno, del cual no debiste salir.

Tras esa conversación, tan escueta, decidimos ignorarnos hasta que el teatro, aquel maravilloso teatro, quedó a mi merced. Quería representar el odio y la amargura, la oscuridad y el dolor, que yo sentía. Deseaba que todos ardieran en mi infierno.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt