Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 20 de agosto de 2015

Codicia

Seth ha narrado algo a David y éste me lo ha transcrito. Creo que todos ustedes querrán leerlo y por ello os lo comparto.

Lestat de Lioncourt


—¿Alguna vez razonas, madre?—pregunté mirándola a los ojos.

No reconocía a la mujer que se hallaba en aquel trono. Era más fría y sedienta de poder. Deseaba escuchar adulaciones absurdas y réplicas baratas que enarbolaran su demencia. Estaba cansado de escuchar su discurso lleno de fanatismo. Creía realmente una diosa bajada de los cielos, la cual gobernaba por encima de los hombres y de su propia malicia. Había dejado morir a sus hermanas, a sus hijas y a cualquier mujer que alguna vez amó, o sintió cierto apego. Ella, mi madre, se regodeaba ante su belleza y juventud.

Había perdido el juicio y la escasa humanidad que una vez poseyó. Siempre amó tener poder, pero jamás fue una tirana. Algo en ella había cambiado. La muerte no la tocaba, del mismo modo que no tocaba a los demonios que la rodeaban. Temía por mi vida, pero debía presentarme ante ella e impedir que me convirtiera en algo que no deseaba.

—Quiero lo mejor para ti—dijo mirándome a los ojos—. Tu padre y yo hemos tomado una decisión.

—¡No me hagas reír!—grité furioso.

Algunos guardias se echaron sobre mí, tomándome de los brazos e impidiendo que huyera, me lanzara sobre ella o hiciese algo estúpidamente ridículo y peligroso. Mi padre, o quien ella decía que era mi padre, estaba frente a mí mirándome con cierto desprecio. Para él todos eran inferiores y a la vez podían llegar a escalar el trono. También amaba el poder, se dejaba llevar por éste, y desde que Khayman había huido, intentando salvar lo que quedaba de su alma y su bondad, se había convertido en un tirano aún peor que mi madre.

—Seth, la muerte no te rozará y serás un Dios. Hijo mío, pequeño tesoro, he estado desatendiendo a mi linaje, sin embargo tú eres el príncipe. Serás el heredero de una tierra fértil que te dará todo lo que tú codicias—dijo incorporándose del trono para caminar hacia donde estaba.

—Yo sólo quiero sanar a los hombres...

—Tú querrás lo que yo quiero—dijo tomándome del rostro.


La noche siguiente, después de mi llegada a Kemet, fui introducido a La Sangre. Durante los días siguientes sólo pensaba como huir, alejándome de aquel lugar, para ocultarme de mi madre y de todos sus hombres.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt