Lestat de Lioncourt
Según grandes expertos los libros, tal
y como los conocemos, podrán acabar desapareciendo. Pocos son aún
reticendes a libros electrónicos y acceso online a la información.
Lentamente la prensa escrita está siendo eliminada, así como la
publicidad en folletos. Los libros, nuestros aliados en los mejores y
peores momentos, están siendo arrinconados a un mundo distinto. Las
bibliotecas en el futuro contendrán gran información en pequeñas
salas, las cuales poseerán dispositivos donde descargarse de forma
casi inmediata cualquier archivo.
En muchas universidades el papel y la
pluma han dado paso a móviles, ordenadores personales y minúsculas
grabadoras. En otras están entrando con gran fuerza y se elimina el
contenido en papel, para ofrecer soporte al alumno mediante webs
destinadas para ellos. Incluso los exámenes mediante ordenador están
tomando peso.
Poco a poco nos estamos convirtiendo en
verdaderos adictos a las nuevas tecnologías. Niños desde temprana
edad poseen móviles que cualquier adulto, de edad avanzada, jamás
podría siquiera encender.
Estamos conociendo un mundo nuevo que
nos permite acceder a cualquier libro, noticia o contenido multimedia
al alcance de la palma de nuestra mano. Quizás dentro de unos años
seamos incapaces de escribir sin un teclado o sin una pantalla
táctil. No sólo irán desapareciendo el papel, también los
bolígrafos de tinta y los lapiceros para escribir pequeñas notas.
También el arte digital está influyendo notablemente a las nuevas
generaciones.
¿Pero ésto nos hace menos sociables?
La respuesta es no. También éramos poco sociables en otros
aspectos, nos movíamos en metro con grandes periódicos y con música
atronadora en los auriculares de las radios y radio cassettes
antiguas. Entonces, ¿nos hacen estar más cercanos unos a otros
gracias a las redes sociales? Tampoco. Existían los amigos por
carta, el amor de los soldados a sus mujeres quedaba plasmado en
notas llenas de sentimiento y los familiares en otros países
conocían nuestras hazañas mediante el teléfono en las últimas
décadas. Ha cambiado el acceso, la rapidez, y las ganas de contar
absolutamente todo al mundo.
Está muriendo una forma de vida, para
que continúe mediante otros medios. Sin embargo, dudo muchísimo que
los libros, tal y como los conocemos, terminen muriendo en el plazo
de pocas décadas. Todavía hay manuscritos antiguos, pequeños
documentos provenientes de lugares lejanos y tiempos remotos,
conservados como si fueran grandes joyas. Yo, como amante de la
prensa escrita, espero que los periódicos no mueran tal y como son
hasta dentro de unos años. Todavía quiero mancharme los dedos de
tinta mientras me acomodo en un sillón.
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