Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 26 de noviembre de 2015

Matalobos, te amo

Magnus me dejó esto en un sobre. Ya hablé con él sobre lo sucedido, pero al parecer tuvo que dejarlo por escrito. Se lo agradezco.

Lestat de Lioncourt



Entonces te vi. Te vi como nadie te podía ver. Adoré todo de ti, hasta las pequeñas partículas de polvo de tu maquillaje. ¡Eras hermoso y salvaje! Podía moldearte con la sangre, ofrecerte algo que te hiciese sentir orgulloso. Poseías una inteligencia natural, un don más allá de tu belleza superficial, y pude ver en ti el ímpetu de vivir. Querías aprender, devorar el mundo y yacer satisfecho entre las sábanas revueltas de tu colchón. Jamás creí que pudiese ver un alma tan poderosa en un cuerpo tan joven. Tenías los rasgos que siempre ansié y unos ojos diferentes, pues reflejaban a la perfección la llama de la pasión que ardía incesantemente en tu pecho. Pude ver tu luz, joven Matalobos, y caí seducido como las pobres infelices del teatro.

¡Todos te admiraban y reverenciaban! Pero tú sólo veías placeres carnales, vino recién descorchado y frases idóneas para congratularte como un maldito demonio. No eras feliz, pero aparentabas una dicha insufrible. No había nadie que no codiciara ser el joven rebelde, hambriento y bohemio que se movía como un animal salvaje sobre las tablas del teatro. Un animal elegante, eso sí, con una soberbia propia de un noble. Esos lobos te dieron su inteligencia, codicia por vivir y soñar. La muerte, que te rozó en varias ocasiones a lo largo de tu vida, caía rendida llena de amor. ¡Y yo también caí!

Di gracias a Satanás, quien era mi guía, por encontrarte. No era fácil encontrar a un joven que amase tanto la vida, pero a la vez la odiase de tal forma. Odiabas su brevedad y también la filosofía barata de los altares. No creías en nada, ni tenías nada, y eso te hacía muy poderoso. Brillabas como una pepita de oro en la mano mugrienta de un pobre leproso.

Tenías algo más que vida, pues eras mágico. Un ser único bailoteando, girando de un lado a otro, con aquella mujerzuela empolvada como una gran dama. Reías a carcajadas hasta marearte y luego, como no, corrías a encontrarte con sus muslos cálidos entre bambalinas mientras tu amante, el verdadero amor que te había arrastrado a París, moría de celos y furia. ¡No te importaba nada! Sabías que tenías que engullir la vida antes que se convirtiera en carne podrida, gusanos, hueso y, por supuesto, finalmente polvo.

Es cierto que no debí marcharme, pero así era el truco. Yo me marchaba y dejaba mi lugar a mi heredero, el cual viviría una vida llena de lujos y satisfacciones, sin miedo ni preocupaciones. Mi querido muchacho, mi adorado Matalobos, ¿cómo puedo explicarte todo? Dime, ¿cómo? Si es imposible. Nada de lo que diga ahora interesa ya, ¿no es así? Ahora lo único que importa es que dirijas a tu pueblo mejor que tus primeros pasos como vampiro.


Te amo. No dudes que te amo. Siempre amaré a mi querido Matalobos.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt