Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 15 de enero de 2016

Madeleine

Otra de las páginas del Diario de Claudia. No sé qué pensar de ella, pero realmente me tienta volver a buscar a su fantasma y averiguar si realmente ha logrado descansar en paz.

Lestat de Lioncourt 


Necesitaba alejarme definitivamente de Louis. Él había encontrado en otros brazos aquello que yo no podía ni quería darle. Reprimía mis sentimientos de odio y colocaba una dulce sonrisa como máscara. Tenía que huir de él. Sin embargo, sabía que sola no podía hacer nada. Se habían ocupado de no darme la oportunidad de crecer o morir, sino que me arrancaron de los brazos de la muerte y me dieron una vida llena de condenas. Mi apariencia de niña de cinco años provocaba que me aferrara con fuerza a Louis, pues necesitaba que me complaciera en todos mis caprichos y necesidades.

Estaba en París. Una ciudad llena de una chispa que no se podía ver en otros lugares de Europa. Pocos podían negar la belleza de esa ciudad. Una ciudad que ha hecho suspirar a románticos de todo el mundo. Los bohemios vienen a morir a París. Francia es un país de intensos contrastes, pero París es la amalgama de todo. Era un laberinto lleno de pequeños detalles asombrosos y yo quería capturarlos todos.

Aquella noche abandoné el hotel con el firme objetivo de encontrar un sustituto a Louis. Ésta vez quería a una mujer. Deseaba que fuese una mujer. Necesitaba ver el cuerpo que yo no tendría, y disfrutar de la compañía de alguien que pensara mínimamente como yo. Louis, por muy delicado y femenino que pudiese llegar a ser, era un hombre y no comprendía mi sufrimiento. No podía cautivar a los hombres seduciéndolos como lo que era: una mujer adulta.

Entonces la hallé. Una mujer destruida por la pérdida de una hija, con el deseo de amar a otra, y yo me veía como candidata perfecta. Solía desvivirse en el taller de muñecas que poseía, pues hacía cientos de pequeñas niñas con sus delicadas manos. Su marido era un imbécil, tacaño y poco amable. Ella se consumía bajo la tenue luz del candil mientras pintaba las cándidas sonrisas de aquellas húerfanas que se amontonaban en su escaparate.

No fue difícil convencerla. Lo difícil fue convencer a Louis. Maldito sentimental. Idiota tenía que ser. Aún es más terco que Lestat y su sentimentalismo me va a matar. Pero al fin lo he logrado. Ésta noche hemos caminado los tres juntos y hemos contemplado como ardía esa pequeña tienda de muñecas. El fuego, sin duda alguna, purifica.



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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt