Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 6 de febrero de 2016

Perversos planes

Claudia... otra hoja más de ese diario. ¡No lo soporto!

Lestat de Lioncourt


Es un cínico. Sí, lo es. No puede remediar que lo sea. Yo tampoco puedo evitar que sea de ese modo. Cuando dice que no lo ama sus ojos brillan como las centenares de estrellas que alcanzo a ver desde la ventana. Brillan con luz propia. Ese brillo me preocupa. Temo que mi plan se hunda, como se hunden algunos cuerpos al pantano cuando nos deshacemos de ellos. Él no es perverso, aunque sí hay maldad en él. Es un pozo de maldad pequeño, pero que jamás se secará. Su maldad es muy humana, igual que su capacidad de amar estúpidamente a un imbécil egocéntrico como es Lestat.

Realmente comprendo porque cayó seducido en los brazos de ese arrogante. Todos caen. No importa la edad, posición social, cultura que poseas, raza o cualquier matiz que te haga distinto a otras víctimas de su seductora sonrisa, porque caes. Irremediablemente caes a sus pies y te conviertes en su juguete favorito durante unas horas. Pero luego no vales nada. No eres nadie. Te conviertes en basura que arde en sus manos y desea arrojar al cualquier rincón de ésta pocilga llamada ciudad.

Lestat tiene encanto. Posee una belleza muy llamativa con esos cabellos rubios, esas cejas casi perfectas y esa boca de labios carnosos que siempre tienen una magnífica sonrisa diabólica. Estúpido. Eso es. Un estúpido. Y todo el mundo cae en su palabras banales, pero apropiadas. Lo ven como un soñador elegante y sofisticado, un maldito sibarita que sabe elegir los momentos, pero en realidad es un torpe y un zafio que aún a día de hoy coloca los pies sobre la mesa.

Es mi Padre de las Mentiras. Sé que oculta cosas. Tal vez no es tan estúpido como aparenta, pero él me quiere y jamás creería que yo le puedo hacer daño. Tengo que sacar partido de esta situación de inmediato. No puedo permitir que se escape y las agujas del reloj prosigan marcando horas, días, semanas, meses, años y siglos en su compañía. No podría. Antes me volvería loca y no quiero caer en la locura. No puedo más.

No quiero ser la muñeca de ninguno de ellos. Pero Louis lo necesito. Él es encantador y manipulable. Tengo la suerte de ser amada por su inocente corazón, pues en eso no hay ni ápice de cinismo. Él muere por verme sonreír como una encantadora niña de cinco años. Para él he crecido, lo sabe, pero no puede evitar querer vestirme, peinarme y halagarme como a una muñeca. Soy su muñeca. Me he convertido en un objeto de cariño y nostalgia. Conmigo revive los primeros años continuamente. Ya no necesito nanas, ni poemas dulces y tampoco besos en la frente.

Louis sabe que necesito otras distracciones, las cuales no puedo tener porque nunca creceré. Jamás envejeceré hasta convertirme en la vieja que vende cerillas en la esquina de mi barrio, ni la chica joven que se baña alegremente sin importar que cualquiera pueda contemplarla, tampoco seré madre o una amante fatal. No seré nada. Ni siquiera huesos y polvo en un ataúd. Siempre seré la niña que recorre las calles llorando porque ha perdido a su madre. Eso seré. Así me alimentaré eternamente y la rabia, el odio, el rencor y todo lo oscuro que hay en mí engullirá la poca cordura que siempre he poseído. Mi fortaleza se quiebra y lo hace aún más cuando veo la felicidad en sus rostros.

Odio que sean felices. Detesto que puedan reír y bailar en mitad de la noche, murmurar recuerdos de años atrás y vivir cómodamente sin importar nada. ¿Y yo qué? Mi cuerpo no cambia, mi voz es el de una niña y aún me toman en brazos porque creen que puedo estar cansada. Sí, estoy cansada. ¡Cansada de ellos dos! ¡Harta de su hipocresía barata! ¡Molesta porque me amen! Sería todo más sencillo si me odiaran, pues podría marcharme sin importar nada. No miraría atrás, huiría a través de las calles hasta dar con el primer barco que zarpara a otro país, continente o ciudad. ¡No me importaría el rumbo! Pero ellos nunca me dejarán y por ello debo matarlos. Primero lo haré con Lestat y Louis, su dulce y entregado amante, caerá como esclavo.


No importa cuanto ame Louis a Lestat, sea en secreto o a viva voz, porque hará lo que yo le pida. Sé que yo puedo manipularlo hasta hacerle creer que es lo correcto. Yo soy su hija, su amada hija, y eso me da ventaja.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt