Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

domingo, 7 de febrero de 2016

Armand

Es un escrito sobre Armand, o más bien sobre lo que fue y es. Daniel ha decidido hacerse eco de una pequeña carta, o quizás un trozo de diario personal, para demostrar que "ese monstruo" siente y padece.

Lestat de Lioncourt


“Podía sentir todavía esas manos, grandes y frías, deslizándose por cada una de mis heridas, hurgando en ellas, así como su lengua, rápida y húmeda, reptando por cada poro de mi piel. Su aliento gélido cargado de palabras sensuales, de promesas maravillosas e historias que yo desconocía, que el mundo mismo había enterrado en el recuerdo junto a las ruinas del viejo Imperio Romano y la cultura clásica de la Grecia Antigua. Me dejaba llevar por esa sensación y luego me hundía como una pesada piedra en los canales. Los mismos canales que observaba sin atención aparente. Mi cuerpo vibraba aún por el placer que yacía entre mis piernas cuando me tocaba, esas caricias que era demasiado indecentes para describirlas en voz alta y que coloreaban mis mejillas.

Pese a ser alimentado, educado y vestido mi única satisfacción en aquel mundo de placeres y lujos, en aquel palacio de gran belleza por el arte que me rodeaba, era él. Me sentía como Psique aguardando al monstruo de hermosos cabellos de trigo, de fría mirada azul, labios sabios y tentadores, manos suaves pese a su frialdad y elegante levita roja de terciopelo. Me convertí en un idiota abandonado en un lecho de satén.

Allí sentado, en aquella balaustrada, sentí el frío del invierno húmedo y terrible. El frío caló en mi corazón y las lágrimas bordearon mis mejillas hasta la comisura de mis labios, mentón y cuello. Dejé que fueran rápidas y libres. Deseaba llorar la condena de tantos besos que me hacían prisionero de sus mentiras, de sus noches y no de sus días.”

He leído unas diez, quizá veinte, veces esta carta. Me he sentado en el sillón cercano al fuego de la chimenea, tan vivo como agradable, y he dejado que esas letras se hundieran en mi alma y zozobraran como un barco en una tormenta. Aunque en realidad no es una carta, sino un desahogo. No tenía remitente, ni fecha y tampoco sé si tengo derecho a conversar sobre ella o exponerla al gran público. Tal vez nunca debí tocarla, pero ya lo he hecho. Estoy redactando, letra por letra, los sentimientos que me han despertado.

Hace tiempo que conozco a Armand. El muchacho que escribió cada frase murió hace tiempo y dejó a un monstruo en su lugar, pero puede que ese monstruo sea el reflejo de todo el daño recibido. Las mentiras de Marius fueron cuantiosas, el daño infligido por Santino y sus creencias también lo fue, pero lo fue mucho más el rechazo, la soledad y el miedo. Todavía tiene miedo a Dios, aunque ocasionalmente pierde la fe y se convierte en un ser más frívolo. Centra su atención en novedosos aparatos, pues los sentimientos humanos los conoce demasiado bien porque los ha experimentado todos. ¿Todos? ¿O casi todos? Él dice que no ha amado, pero yo sé bien que miente. Siempre miente. Miente muy bien y en numerosas ocasiones. Sus mentiras son fáciles de detectar y suelen ser para ocultarse tras un antifaz, como las elegantes máscaras de carnaval, porque teme que le hagan aún más daño.

Yo le he dañado. Mi rechazo causó grandes estragos en él. Dice que ya no le intereso, pero es mentira. He visto en sus ojos castaños la melancolía que mi sola presencia le causa. Si no sintiera nada, ni siquiera una ligera culpa, no habría destello alguno en esos hermosos ojos almendrados. No. Esa mentira no es válida en mi tablero. También suele asegurar que nunca volvería con Marius, pero lo espera con los brazos abiertos y jamás cierra las puertas de sus edificios a su paso. Y el amor, ese amor profundo, que siente por Benjamín, Sybelle y Antoine no lo he visto en otros hacia sus creaciones o amigos. Es un amor puro y sincero, lleno de preocupaciones como las que tiene un padre con sus hijos o un amante entregado. Y el amor por Lestat. Ese amor es un desastre. No se soportan demasiado, pero ahí están apoyándose de forma mutua y en silencio.


Armand es una paradoja y una pieza clave en mi vida.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt