Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 2 de marzo de 2016

Song To The Siren


En unas semanas es el cumpleaños de mi pareja... Llevo semanas con esto en la cabeza y si no lo escribo se va a perder en las arenas del tiempo. A lo que vamos...  Es un texto que he hecho para él porque sé que este mito le gusta y espero que le agrade que le haya incorporado este tema. Pues nada.. saludos a todos y buenas noches. 







Estaba sentado frente a aquel gran tanque con una copa de champán en la mano y la corbata desatada. Observaba las aguas cristalinas mostrando aquellos elegantes peces de colores de agua salada, las sinuosas algas y los hermosos corales que formaban un paraíso de colores que maravillaría a cualquiera. Disfrutaba del espectáculo esperando que el agua se tiñera de granate.

Una mano con un hermoso anillo de bodas de oro blanco caía hasta el suelo cubierto de guijarros de colores. Trozos de tela comenzaban a flotar cerca de la parte superior del acuario. Las aguas se agitaban y comenzaban a ser tan rojas como las llamas del infierno. Los restos humanos se unían al fondo, junto a la mano enjoyada, mientras aquella enorme cola asomaba como si fuera la aleta de un tiburón. Sus escamas cambiaban de tonalidad, entre el azul más profundo y el púrpura más llamativo, dependiendo de la incidencia de la luz. 

Aquel honorable empresario de éxito, debido al sudor de su frente y a su soberbia inteligencia, encendió los motores de limpieza de su acuario privado. La habitación entera era una hermosa caja de cristal que mostraba las maravillas del océano. Y una de esas maravillas era peligrosa. En mitad de aquella vorágine de restos óseos, carne mal masticada, diversos tejidos y documentación caída de una cartera apareció el dulce rostro de un muchacho. Sus ojos eran fríos y frívolos, pero sus labios carnosos parecían moverse con una sonrisa peligrosa debido a sus dientes serrados. Era un tritón. Un ser que no debía existir pero que nadaba moviéndose como un delfín en aquel mundo artificial. Sus largos cabellos dorados parecían expandirse como rayos de sol en mitad de la profunda oscuridad de la habitación. Sólo la luz del tanque iluminaba ligeramente ese macabro ritual de alimentación.

Desde que era niño, Peter W. Stuart, estuvo fascinado por la mitología de los sirénidos hasta el punto que todo el mundo pensaba que estaba loco. Sin embargo sus sueños infantiles cobraron forma gracias a la tecnología aplicada a la ciencia genética. Mezclando genética de diversos animales, entre ellos el hombre, logró crear un feto que se convertiría con el paso de los años en un muchachito de torso poco definido y belleza angelical. Invirtió parte de su fortuna ganada con esfuerzo en la industria farmacológica y diversas empresas de tecnología. Lo hizo sólo para contemplar con sus propios ojos a un tritón.


Sus cabellos canosos caían sobre su frente limpia de arrugas. Parecía mucho más joven de lo que era, pero aquel caballero podía tener casi los sesenta años. Sesenta años de los cuales más de la mitad había anhelando tener aquel monstruo frente a él. Durante décadas lo cuidó en un pequeño tanque, lo alimentó ofreciéndole pequeños trozos de carne, y ahora podía, al fin, contemplarlo en aquel espectacular acuario. Había malgastado toda su vida por una fantasía que amaba mucho más que a su mujer y sus hijos. Estaba allí contemplando el espectáculo frívolo de la muerte de uno de sus oficinistas a manos de un ser que nunca sentiría nada por él. Un ser que en cualquier momento podría atacarlo y convertirlo en su segundo plato. 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt