Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 12 de abril de 2016

Primer amor

Mi madre me ha había pedido que me relacionara con Nicolas porque me ayudaría a conocer qué había más allá del valle y las montañas que siempre me habían rodeado con su eco, su nieve y sus prados verdes en primavera. Lejos del bosque donde era un cazador experto tanto con el arco y la flecha como con la escopeta bien cargada. Más allá del riachuelo sosegado y del molino de trigo. Al otro lado de los viñedos yermos y el castillo húmedo de muros gruesos. Él me liberaría de la carga de ser un ignorante aunque ella me había mostrado la paleta de colores que poseía el mundo con sus poemas, las obras de teatro a las que asistió junto a mi difunto abuelo y las hermosas novelas donde los príncipes tienen escudero leal y grandes proezas, sueños y virtudes.

Había insistido tanto que él era importante y necesario en mi progreso vital, en mi formación como hombre, que dudé en ir a buscarlo. Sin embargo toda duda quedó despejada cuando supe que él poseía un violín y su música era un escándalo para todo el pueblo. Tuvo la osadía de hacer lo que amaba pese a las reglas sociales, los deseos de su padre y las penurias económicas por las que se arrastró sólo por perseguir un sueño. Y yo era un soñador. Siempre fui un maldito y arrogante soñador que se desvivía por comprender el mundo más allá de las reglas básicas y simples que me ofrecían las leyes de Dios y la de los hombres.

La primera vez que lo volví a ver quedé impactado. No era el niño enclenque que recordaba. Su rostro era fino y algo dulce, sus labios carnosos y sus ojos tenían una mirada terrible y oscura. Quedé impactado. Creo que durante algunos segundos dudé si veía a un ángel o a un demonio. Su piel tenía apariencia de seda y sus ropas eran elegantes. Él parecía el noble y yo un mendigo que había estado revolcándose en el lodo. La segunda fue en la taberna y me pareció aún más soberbio y maravilloso que antes. Quería tener su presencia y su clase, pero era un idiota que estaba a punto de eructar como saludo.

Mis modales no eran los más apropiados y él parecía ser inalcanzable. Si bien no me rechazó. Decidió sentarse conmigo y dejar su violín, metido en su delicada funda, a un lado sobre la tosca mesa de la taberna. Todos los hombres nos miraban directamente o de soslayo. Me sentía importante. Él era el diablo de una familia trabajadora, que le habían dado todo, y yo un inútil que se había proclamado héroe al matar a una manada de lobos únicamente porque querían comerse las ovejas. Sin duda éramos El Diablo y Pedro sin sus lobos.

—¿Qué deseas?—preguntó jugueteando con sus largos y hermosos dedos sobre el borde del vaso. Me percaté que sus uñas eran largas y comprendí que era para poder tocar las cuerdas con ellas. No todos los violinistas tocaban de ese modo porque preferían movimientos sencillos, pero había otros que innovaban o intentaban partituras extremadamente complejas. Él se proponía retos imposibles que muchos daban por perdidos antes de tiempo—. Supongo que algo desearás...

Deseaba desnudarle frente a todos, colocarlo contra la mesa y arremeter contra su cuerpo cálido y perfumado. Quería ser el lobo que se alimentara del cordero, la alimaña que destruyera por completo el honor de su familia y el demonio mayor de ese reino de hipócritas y bestias. Pero sólo sonreí dando un trago a mi vaso para servirme un poco más de la jarra de barro. El vino sabía bien en su compañía y él parecía impaciente.

—Te he hecho una pregunta y creo que es de mala educación no responderla—dijo colocando sus manos sobre el borde de la mesa—. No somos niños para que juegues a los aciertos.

—Me gustaría hablar en privado contigo. Todo lo que diga aquí será visto y oído por todos y mañana nuestra conversación, nuestros pequeños secretos y desgracias, se propagará por todo el pueblo de boca en boca tergiversando cada palabra y retorciendo cada frase. Deberías saber como son los zopencos que nos rodean—dije en un tono de voz suave, casi aterciopelado, pero lo suficientemente alto como para que todos me escucharan—. El hijo del burgués más rico del pueblo y el hijo pequeño del marqués haciendo negocios, ¿cómo crees que suena eso?—pregunté—. Prefiero subir arriba, a una de las alcobas que alquilan, con una botella de vino y tu violín. Puedes tocar para mí mientras hacemos negocios. Me gustaría saber por qué todas las mujeres de la villa se persignan al pasar por el negocio de tu padre, lamentándose de su suerte, y clamando justicia a los cielos como las pazguatas que son.

Algunos hombres se echaron a reír pero otros se sintieron profundamente ofendidos, sin embargo no podían levantarse contra mí. Se notaba que me temían demasiado y que sabían que ebrios no lograrían nada como tampoco lo harían sobrios. Allí estaban con sus orbes incandescentes clavándose en nosotros con un odio insoportable o con sus carcajadas con olor a vino.

Nicolas accedió a mi petición y subimos a la habitación. Él comenzó a tocar para mí con una irresistible melodía. Por unos momentos vi una de esas míticas sirenas cuya voz era proyectada por las cuerdas de su instrumento. También parecía un silfo que danzaba en un círculo de magia ancestral. Él era hermoso y yo me sentía un patán con una revelación divina frente a mí. Cuando paró para preguntarme si deseaba oír otra pieza lo arrojé a la cama, le arrebaté el violín y lo besé sin tregua. Él pudo resistirse, empujarme y huir porque no era tan débil físicamente como aparentaba, pero lo único que hizo fue corresponderme.

Hoy he regresado al mismo lugar donde conocí el cuerpo de un hombre por primera vez, donde arrebaté mi primer beso de amor y dejé que mi alma se prendara de una música que podía ser considerada demoníaca por no ser tocada dentro de los muros de iglesia. Ya no existe nada que deje constancia de aquella taberna, ni de los hombres que allí vivieron ni de los sueños que nosotros nos ofrecimos como consuelo y abrigo. A lo lejos puedo ver el castillo desdibujado en mitad de la noche y las estrellas alzándose como siempre, con su mismo brillo y poder, completamente imperturbables. Lo que hoy es un solar en una calle casi desértica y olvidada hace siglos era un río de risas, canciones, brindis, peleas y gemidos. Me pregunto si queda algo más en este mundo que mis recuerdos y los viejos sueños ahogados en París.


Amo a Louis. Mi corazón siempre le ha correspondido desde que lo conozco, pero admito que parte de mi alma se retuerce pensando que quizá debí comprender mejor a Nicolas y su amor. No comprendí a mi primer amante, a mi primer amor, a la primera persona que estuvo dispuesta a luchar codo a codo conmigo por la libertad y al primer hombre que no me quiso golpear por insolente. Desearía tumbarme a contemplar las estrellas y tararear aquella melodía, pero siento que sólo haría el ridículo porque él no vendría a mí para continuarla. Si hoy escrito estas letras en un folio cualquiera, el cual quedará sepultado entre otros tantos en el primer cajón de la mesa de mi despacho, es porque si lo dejo aquí, si no lo sacó fuera como debo y quiero, se convertirá en un fantasma que me perseguirá durante meses en mis largos paseos por mis tierras. Mis tierras... ¿quién hubiese dicho que al final el heredero de todo sería yo? Heredero de los hombres, los vampiros y los espíritus.    

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt