Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 11 de abril de 2016

Juegos y música

Dicen que todos tenemos un amor esperándonos pero que hay que esperar, que no podemos estar buscándolo en cada puerto, porque a veces tarda siglos como a Armand.

Lestat de Lioncourt 

Siempre a primera hora de la noche se sentaba frente a la enorme pantalla de plasma, colocaba sus delicadas manos sobre la videoconsola y la encendía para empezar a manosear el mando intentando pasar las primeras horas desfogando su rabia, tristeza y energía en un juego que parecía entretenido incluso para él un vampiro de más de cinco siglos. Sus cabellos castaño cobrizos estaban ligeramente recogidos, pues algunos mechones caían por sus sienes y rozaban sus pómulos, y su ropa solía ser bastante cómoda y para nada eran las elegantes chaquetas de terciopelo, sus bonitas camisas de seda o sus impecables pantalones.

Yo solía quedarme a pocos metros observándolo hasta que Sybelle tiraba de mí, me hacía ir hasta el piano y tocábamos a dueto alguna de mis piezas. Pero esa noche decidí que no la acompañaría. Me fascinaba el murmullo de la pantalla y la quietud de su rostro. Parecía realmente un adolescente común y feliz. Olvidaba por completo el rechazo de su maestro, las mentiras y sufrimientos que había pasado a lo largo de su vida eterna, y sonreía con la belleza de un ángel. Aunque el videojuego fuese violento no quitaba esa paz de su rostro.

Levanté el violín que llevaba entre mis manos y lo coloqué sobre mi hombro derecho, puse mi barbilla en su lugar y comencé a tocar pellizcando las cuerdas primero para luego pasar el arco, intercalar nuevamente mis dedos y dejar al final que la pasión me desbordara retorciéndome por la habitación, dejando que mis pies se movieran por toda la estancia. Al terminar él seguía jugando pero pausó la partida, cambió el programa, colocó otro mando y fue hacia mí para que me sentara con él.

—Yo no sé jugar—respondí mirando la pantalla.

—Quiero compartir esto contigo—dijo apoyando su cabeza en mi hombro izquierdo—. Antoine, por favor...

Esas palabras llegaron a mi corazón ablandando cada pedazo hasta convertirlo en nada. Suspiré sintiendo que mis mejillas ardían y mis manos temblaban. Quería que él se sintiera cómodo de compartir conmigo cada momento y por eso terminé jugando. Las horas pasaron rápido y cuando me arrancó el mando de las manos acabó besándome.

—Te amo—susurré abarcando su rostro entre mis manos—. Te amo, Armand.

—Me gustó mucho la pieza que has compuesto esta noche—dijo con una leve sonrisa—. Noté que la pieza era nueva.

—Fue algo improvisado—respondí perdido en sus ojos castaños—. Tú me inspiras. Quiero que seas feliz a mi lado y curar cada una de tus cicatrices.

—Eso es imposible. Nadie es feliz por completo y mis cicatrices son muy viejas—contestó colocando sus manos sobre mi torso—. Pero sé que te estoy amando como a nadie. Has logrado llegar a mí como un soplo de aire fresco por una ventana que creí cerrada.


La tecnología siempre es tentadora para él, pero para mí lo son sus labios. No puedo negar que me divertí y comprendí porque él se emocionaba con las canciones de rock tan estridentes como apasionadas, las letras se mezclaban con las emociones que producía salvar el mundo una y otra vez. Sin embargo prefería acariciar sus mejillas con mis pulgares a sostener el mando de la videoconsola. Él y yo nos amábamos desde hacía meses pero aquella noche lo confirmé. Su alma parecía tan revuelta como un mar embravecido y mi corazón latía con una fuerza inusitada.  

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt