Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

viernes, 13 de mayo de 2016

El mundo destruido

Más de los textos online de Mekare.

Lestat de Lioncourt 


Mi vida había sido un auténtico tormento lleno de búsquedas infructuosas. La tortura a la cual me habían sometido era insoportable para cualquiera, pero afortunadamente pude mantenerme en pie gracias a mis viejos recuerdos. Los mismos que aún hoy son parte de mi día a día para sostener las pesadas cargas que el destino, junto a algunas de mis decisiones, han logrado que lleve sobre mis frágiles hombros.

Estoy cansada de escuchar que las mujeres no son dignas de admiración. Durante cientos de años tuve que soportar que me señalaran como el peor de los ejemplos e intentaran incluso quemarme en la hoguera. Mi fortaleza era impropia de una mujer, al igual que mis decisiones y pensamientos. Pero una mujer es fuerte porque logra llevar en su vientre un fruto tan prodigioso que cambiará el mundo, aunque sólo sea una pequeña parte de este, y ella lo sabe. Una madre sabe que logrará alzarse sobre cualquier penuria con tal de alzar a su hijo hacia la luz en la oscuridad. Yo lo sé porque fui madre y me siento madre de todos los descendientes que tuvo mi pequeña. Una mujer es fuerte porque es el pilar fundamental de una familia junto a su compañero. Las mujeres somos sabias porque sabemos tomar decisiones correctas para evitar conflictos, pero también podemos ser torpes y crear guerras innecesarias. Somos tan capaces como viles igual que los hombres.

En la actualidad todo ha cambiado y esas pesadas piedras se han vuelto livianas, aunque puede que las tirara por el camino a modo de recuerdo para quien quisiera seguirme. Son tropiezos que he logrado superar, heridas que he cerrado y que ahora pertenecen a mi alma como pequeños besos que me ofrece mi memoria.

Sin embargo, durante mucho tiempo me sentí perdida. Tal vez porque mi hermana lo estaba. No sabía si era ella quien se había extraviado o era yo la que permanecía caminando del lado contrario, con la brújula rota y el mapa confundido. Busqué ayuda en diversos hombres de buen corazón, fuertes y firmes en mitad de la guerra. Pero nadie pudo ocupar el lugar del primer hombre que me sostuvo entre sus brazos, me pegó contra su torso y me dijo que jamás dejaría que estuviese sola. Realmente nunca lo estuve del todo. Él me seguía los pasos observándome desde lejos con el corazón dividido.

Khayman era un soldado y sólo sabía de guerra. La guerra continuó durante cientos de años mientras muchos creían que Akasha era una diosa, la fuente de la verdad y la bondad como son las madres, y nosotros unos hijos descuidados y hambrientos de un poder que no merecíamos. Él libró grandes batallas, decapitó a iguales y bebió la sangre de sus corazones. Corrió por las estepas, las dunas y los bosques tropicales. Aulló de dolor cuando le atravesaban con la espada y se rió como una hiena cuando lograba decapitar a otros vampiros más jóvenes. Al terminar la guerra con la reina muerta a nuestros pies él me abrazó como aquella noche en la cual supo que era padre, me repitió la promesa y me dijo que me amaba por encima de su inmortalidad.

Ella había regresado y él también. Mi hermana había vuelto a mi lado logrando derrotar al mayor monstruo que el mundo había conocido. La Bella Durmiente salió de su sueño para ser decapitada frente a todas las cartas de la baraja que ella misma había creado. Pero todos estábamos destruidos de algún modo aunque empezamos a alzarnos piedra sobre piedra. Fuimos víctimas de las circunstancias y de las malas decisiones que formaron una siniestra red que nos atrapó hasta rompernos las alas. Sin embargo, logramos ser felices de algún modo y la paz llegó a mi alma.


Mekare siempre estaba en silencio incluso en sus pasos rápidos por el jardín. El silencio envolvía incluso sus ojos. Estaba vacía según decía Fareed y sólo la sangre la despertaba para que se alimentara de los pequeños animales y humanos incautos que recorrían la selva, casi virgen, donde vivíamos. Khayman estuvo a mi lado combatiendo mi dolor hasta que la locura acabó con cualquier pensamiento cuerdo, destruyendo al hombre firme y pacífico y convirtiéndolo en un ser deshonrado que regresaba con las manos manchadas de sangre y el rostro cubierto de lágrimas. ¿Y de mí? ¿Qué hay de mí? Me sentaba frente a mi telar intentando pensar que podía con todo aquello, que lograría encontrar una solución factible y salvaría al mundo una vez más. Aunque no sé si lo salvé alguna vez o sólo retrasé su destrucción.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt