Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

sábado, 14 de mayo de 2016

Corazón Roto

Pandora debería dejar de complicarse tanto la vida con Marius.

Lestat de Lioncourt


Jamás comprenderé los motivos que le mueven a estar pendiente de sus estúpidos pasos por este mundo. El recorrido errante de ese artista del engaño y las pinturas no debería ser de su incumbencia. Entiendo que una vez fue su mundo, pero no tolero que siga arrastrando su corazón allí donde él se encuentra. Debería haber aprendido hace tiempo a rechazar su presencia. Sin embargo, aún mantiene una estúpida esperanza en lograr que cambie definitivamente con ella y el mundo. Un sueño imposible que yo no puedo masacrar porque tengo corazón y mi corazón me impide ser cruel con quien amo.

Hace siglos tuve que aceptar que ella lo eligiera por encima de mí y de cualquier viaje. Se detuvo ante el escritorio, tomó algunos folios y un tintero para deslizar con habilidad la pluma que yo mismo le había obsequiado. En aquel documento plasmó su amor con intensas y únicas palabras que jamás me ha repetido a mí ni siquiera en mis sueños. Creí volverme loco en ese instante, pero me mantuve sereno con los puños cerrados y los ojos fijos en el espejo que reflejaba su espalda de cintura estrecha. Podía contemplar a una dama envuelta en sedas y oro que se entregaba como si fuera mercancía abarata a un zafio que no la apreciaba.

Después, como buen sirviente, llevé la carta ante la puerta de la vivienda de ese imbécil. Marius no abrió la puerta y fue una mujer de hermosos rizos dorados y profundos ojos claros quien aceptó el testigo. Sabía que yo, un príncipe hindú, estaba otorgando mi corazón en ese momento como si no valiese nada. Era capaz de ofrecer todos los diamantes, gemas preciosas y oro que poseía a cambio de una noche más junto a ella. Quería escuchar de sus labios que me amaba y que no podía vivir sin mí, pero era imposible. Yo sólo era un muchacho que tuvo la gran oportunidad de huir de sus obligaciones, de una boda que no deseaba y de una vida llena de lujos que me asfixiaba. Liberó un ave para que trinara y su trino se convirtió en canción de amor desesperada.

Él no vino a buscarla. Ella tenía todo previsto y él no asomó su arrogante nariz en la dirección proporcionada. Se mantuvo serena durante algunas horas, pero terminó envuelta en lágrimas sanguinolentas. Tras eso, tras ver humillado su corazón, decidió partir sola dejándome atrás. Yo me juré no amar a nadie más porque sabía que era imposible amar nuevamente de esa forma. Sólo acepté mi derrota y partí hacia la India.

Regresé como el hijo de un príncipe que osó trasgredir las normas. Mi familia me acogió con los brazos abiertos. Mi madre lloró mi muerte pero se alegró que su “nieto” estuviese allí para consolarla. No duré demasiado entre ellos porque me oculté bajo la casa para dormir buscándola a ella en mis sueños, deseando que estuviese radiante de nuevo entre mis brazos y bailara sin cesar junto a una de esos ritmos pomposos europeos llamados vals.


Tras tantos siglos sigue actuando del mismo modo aunque sabe que Marius jamás cambiará. Yo tampoco cambiaré porque la amo. Mi amor es puro y digno de una mujer como ella y eso la aterra. Quizá tiene miedo de amarme porque sabe que si lo hace jamás la soltaría y teme perder así la libertad.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt