Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

jueves, 12 de mayo de 2016

Paternidad

Mi hijo es un impertinente como su padre. ¡Lo amo! 

Lestat de Lioncourt


—Deja de comportarte como un niño malcriado—decía Fareed deteniéndome en seco.

Siempre entraba en el laboratorio a hurtadillas para intentar averiguar más sobre ellos, mi nacimiento y el origen de la vida. Era un niño adelantado a mi edad con una curiosidad demasiado fuerte. No había lugar donde no pudiese meterme a husmear. Estaban buscándome desde hace horas porque deseaban hacerme algunos estudios sobre la evolución de mi ADN por si tenía problemas en un futuro. Pero estaba harto de inyecciones y no tener respuestas a mis preguntas.

—No quiero hacer eso. No quiero—dije revolviéndome en los brazos de quien siempre consideré parte de mi familia, pues era el creador de mi madre. Él me dio mi educación y me ofreció su cariño como si fuese su hijo.

—Viktor, ¿por qué no?—preguntó Seth apoyado en la puerta.

—¿Por qué los adultos toman siempre las decisiones? ¿Qué hay de mi autoridad?—pregunté logrando apartarme de ambos para quedarme de pie, girado hacia ellos, con los puños cerrados y una fiereza terrible en los ojos.

Era un niño terrible. Obedecía sólo cuando tenía que ir al colegio porque me maravillaba poder estar con niños de mi edad. Siempre tenía que ocultar el secreto. Me sentía como si fuese parte de una organización de superhéroes que salvan el mundo de innumerables peligros. Leía cómics, de hecho los devoraba con ansiedad, pensando que nosotros éramos como los poderosos mutantes de Marvel y DC. Imaginaba que los poderes se podían transmitir como los del hombre araña, pero no estaba del todo seguro. Sin embargo, me ilusionaba leer ese tipo de historias. También sobre vampiros, brujos y hadas. Amaba la literatura “fantástica” que adquiría Fareed para mí y que mi madre a veces me leía para fortalecer lazos.

Deseaba saber qué era y qué hacía en este mundo, pero sólo me hacían pruebas. Odiaba las agujas, los sitios cerrados, y también otros calvarios por los que pasaba revisando si mi crecimiento intelectual era normal o un prodigio.

—¡Tienes diez años!—gritó Fareed.

—Sí, los suficientes para saber que no sois humanos—respondí mirándole a los ojos.

Fareed tiene unos ojos oscuros muy profundos. Siempre me gustaba mantener duelos de mirada con él hasta que se daba por vencido. Sabía que yo era tan importante, tanto científicamente como sentimientalmente, que no podía negarme nada.

—Somos parte de la especie humana, pero en otra escala debido a diversas mutaciones de nuestro código genético—comentó Seth.

Seth era más calmado y el más viejo. Sabía que había nacido en Egipto cuando se llamaba aún Kemet. Nunca hablaba demasiado de sus orígenes pero amaba que me contara historias sobre los dioses de su civilización, las leyendas que había escuchado sobre diversos lugares del mundo y los viajes que había hecho en los últimos años.

—Sois vampiros—respondí.

—Sí, eso es—aseguró—. No es algo que te ocultemos.

—Mi madre no lo era cuando yo era pequeño—respondí a Fareed que me había atrapado de nuevo agarrándome de los brazos con suavidad.

—No, no lo era—me contestó.

—¿Y mi padre?—de nuevo esa pregunta que resultaba ser peliaguda para ambos.

—Viktor, tu padre hace mucho tiempo que es un vampiro y no es momento de preguntar por él—intentó sonreír pero no pudo. Fareed siempre se ponía visiblemente nervioso.

No me había percatado, pero Seth se marchó dejándonos a solas. A veces se movía tan rápido que me provocaba vértigo. Aunque esos poderes me gustaban y pensaba en todo lo que haría con ellos. Imaginaba los viajes, libros y experiencias que viviría gracias a esa velocidad.

—¿Por qué no lo conozco? ¿Lo expusieron a la luz del sol? ¿Decapitamiento? ¿Fuego?—pregunté sin miedo.

Si mi padre estaba muerto quería saberlo. Era lógico querer saber a quién te parecías. Todos los trabajadores de ambos decían que era muy similar a él, que mis genes eran fuertes y que cada vez me parecería más a ese rebelde sin causa.

—Está vivo y estos son sus libros—dijo Seth incorporándose de nuevo a la conversación. Traía consigo una caja con numerosos libros y yo estuve a punto de lanzarme como si fueran regalos bajo un árbol.

—¡Seth cómo se te ocurre!—gritó furioso su compañero, su hijo, su amante...

—Ya es hora que sepa que es hijo de Lestat de Lioncourt—respondió dándole una palmada suave en la espalda mientras miraba sus profundos ojos. Fareed admitió la derrota, pero era sólo porque Seth deseaba que así lo fuese.



No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt