Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 10 de mayo de 2016

"Matrimonio"

—¿Dónde has estado?—preguntó incorporándose del sofá.

Había decidido viajar con él a Brasil nuevamente. Quería conocer de primera mano lo que había sucedido en sus calles, pero también deseaba contemplar los frescos que había realizado Marius durante algunos años. Necesitaba contemplar el dolor y la reconstrucción gracias a la labor de los jóvenes que habían regresado al lugar que creían su hogar, aunque muchos de ellos eran extranjeros e incluso de culturas muy diferentes.

Durante varias horas me había mezclado con la cultura local en los mercados nocturnos donde se vendía de todo. Los barrios más lujosos tenían aún las tiendas abiertas cuando inicié mi recorrido, pero me interesaba las zonas más humildes donde muchos vampiros se refugiaban buscando a los criminales más buscados porque era fácil deshacerse de sus cuerpos. Nadie preguntaría por ellos, los buscaría o lloraría. También porque en esas zonas, algo alejadas de los grandes bullicios turísticos, había estado pintando Marius en las viviendas abandonadas por riesgo de derrumbe o porque eran fumaderos de crack para los drogadictos habituales.

Me marché sin decir nada. Louis creyó que tardaría como mucho un par de horas, pero había sido casi la noche completa. Conversé con varios muchachos de tan sólo unas décadas y me pidieron autógrafos como si fuese nuevamente una estrella del rock. Me reí al escuchar aventuras que ni yo mismo había vivido, pero que ellos creían que eran reales y que otros le habían dicho que yo había contado. Fue bastante agradable descubrir que alguna de las pinturas de Marius persistían y no habían sido mancilladas por la acción de otro artista.

—He visitado algunas zonas que habían sido destruidas por Khayman y sendas revueltas—respondí sacándome la guayabera que había comprado nada más llegar. Era de lino y bastante fresca. Un clima tropical como el brasileño siempre me fatigaba.

—¿Por qué no he ido contigo? No me has avisado—dijo clavando sus esmeraldas en mí con una rabia indescriptible.

—Porque nunca has deseado verme cazar y tú jamás me has esperado. Pensé que...—murmuré.

—¡Pero ahora es distinto! Ya no es igual...—se acercó a mí rodeándome el cuello dejando que sus brazos se apoyaran en mis trapecios—. Tengo miedo que algo malo ocurra.

—¿Qué puede pasar? Amel está de mi parte. Tanto él como yo hemos estado observando como se está reconstruyendo algunos grupos de vampiros. Hemos entregado una guía para no levantar sospechas creada por Gregory y Armand, así como un paquete de normas básicas elaborado por Marius—expliqué—. No hay nada malo.

Tenerlo de ese modo me preocupaba. Posiblemente había asumido ya sus pecados, sus mentiras y el profundo cambio en las relaciones que ahora teníamos. Ya no éramos considerados monstruos alejados de la sociedad, introducidos en un mundo de horrores indescriptibles sin vuelta atrás, y comprendíamos al fin que podíamos ser tan humanos como cualquier mortal. Sin embargo, él seguía siendo el más humano de todos en muchos aspectos y temblaba bajo el simple roce de mi cuerpo contra el suyo.

—Quiero casarme—dijo.

No esperaba esas palabras tan sinceras y directas. No había buscado una frase sutil que me hiciese pensar en el matrimonio o no había explicado brevemente su deseo. Simplemente lanzó el dardo dejándome sin saber qué responder.

—Deseo casarme—repitió de forma distinta por si no le había prestado atención.

—Louis, me enamoré de ti nada más verte. Supe que comprometía mi alma, mi tiempo, mi historia y todo lo que era y sería por la belleza que poseían, y que aún poseen, tus ojos verdes. Estos ojos que son terriblemente sinceros y dramáticos, los cuales expresan mil veces más que tus labios que a veces ocultan la verdad con una sutileza propia de un gato. Te has convertido en lo más importante en mi vida, en una piedra que siempre está en mi camino para que tropiece mil veces, y en lo único que pienso cuando siento que mi vida peligra. Temo morir sin volverte a ver. Siempre he temido no tenerte a mi lado o no poder ir a buscarte para que calmes mis demonios. Porque tú, rey de todos los demonios de este mundo, eres el único que logra alejar los infiernos de la soledad, el miedo y la desesperanza. No dependo de ti, como tú tampoco dependes de mí, pero no sabría imaginar un mundo en el que tú no estuvieras. Dices que si hubiese un Dios yo lo sería, del mismo modo que sería el único demonio al que rendirías culto. Pero, ¿no eres eso tú para mí? No puedes imaginarte cuánto te amo y te necesito, pero creo que una boda es innecesaria—respondí provocando una mezcla de sentimientos que terminaron siendo expresados con un llanto silencioso.

Hice que llorara de felicidad y tristeza. Él estaba seguro que aceptaría una boda. Pero, ¿para qué? Le brindaba mi compañía y asumí que eso era lo único importante. Un matrimonio es algo más que una firma en un papel y eso ya lo teníamos. Incluso discutíamos como tal sin necesidad de una ceremonia llena de esperpéntica simbología sobre el amor. El matrimonio no estaba hecho para mí ni para él.

—Eso es un no—dijo apartándose de mí de inmediato.

—Louis... —susurré—. ¿No somos un matrimonio? Piénsalo. Hicimos nuestros votos matrimoniales hace siglos—dije notando que se daba la vuelta para encaminarse a la puerta. No iba a permitir que se encerrada en el dormitorio de ese hotel. No iba a asumir mi derrota—. Detente—mascullé con cierta furia agarrándolo de los brazos por encima de los codos—. ¿Acaso no ves cuánto te amo?

—Sólo veo que no quieres hacer algo que me hace feliz.

—Louis, por el amor de Dios, he jurado ahora mismo estar a tu lado eternamente. ¿Qué más da unos malditos votos?—pregunté apretando suavemente sus brazos con mis dedos.

—No lo sé... —dijo rompiendo a llorar.

—¡Maldita sea! ¡No llores!—gruñí agitándolo suavemente—. ¡Quieres dejar de hacerlo!

—Siento que no soy tan importante porque le has jurado amor a tantos... ¿cuántos han sido en las últimas décadas?—preguntó dejándome mudo.

Era cierto que era renuente en mí decir “Te amo” con cierta facilidad, pero era porque el amor lo veía como algo importante en mi vida. Deseaba sentir el amor y el respeto de cientos, pero había distintos tipos de amor y el suyo era el único. Podía amar a muchos amigos humanos que desconocían quien era yo realmente, a compañeros inmortales, a creaciones que había realizado con suma pasión y necesidad, pero nadie podía comprarse con él. Louis era mi corazón. Mis latidos eran suyos.

—Quiero ser especial—susurró con la voz quebrada.

—Ya lo eres—respondí llevando mis manos a sus mejillas para limpiarlas.

—No me siento especial. Creo que un día te cansarás de discutir conmigo y huirás de mi lado—se aferró entonces a mis brazos desnudos buscando quizá refugio—. Temo que nos convirtamos en Marius y Pandora.

—¿Por qué crees eso? Louis, por favor...—susurré esperando una respuesta, pero él sólo se aferró a mí—Louis... dime...—dije abarcándolo con mis brazos mientras sentía sus lágrimas salpicar mi torso.

—Veo a Rose y Viktor tan cercanos, con ideas de formar algo más que un camino juntos, y siento una envidia asombrosa hacia ellos. Quisiera volver atrás en el tiempo y disfrutar de nuestros primeros años con todo lo que conocemos ahora. Podría asumir los riesgos de una forma menos caprichosa y dramática, aprendería más de ti y de tu fortaleza, no te juzgaría como lo hice y sobre todo, al menos eso creo, sería más feliz—suspiré escuchando esas palabras tan estúpidas pero a la vez importantes. Me estaba abriendo su corazón como no hacía en mucho tiempo, pero se equivocaba.

—Louis, ¿cuántas veces he ido a por ti? ¿Cuántas veces te he buscado y dado todos tus caprichos, cubierto tus necesidades y asumido el riesgo de tus celos?—mis manos acariciaban sus largos cabellos negros enredándose momentáneamente entre sus ondulas—. ¿Cuántas veces te he dicho te amo sin necesidad que tú lo dijeras primero? ¿Acaso no eres mi corazón?

—Pero te he hecho daño... te he juzgado... —dijo.

—Ah... ¿y yo no? Nadie es perfecto, Louis. Todos cometemos errores, pero los errores que hemos cometido juntos los desearía cometer mil veces porque eso nos ha fortalecido y ha hecho que comprendamos que no somos perfectos—tomé su rostro entre mis manos le miré a los ojos perdiéndome en ellos, ahogándome en esos prados tan salvajes y profundos, para luego sonreír como el idiota que soy—. Si quieres en un futuro podría planteármelo, pero ahora lo veo tan absurdo... Hay cosas más importantes que una boda que no necesitamos. El amor no se define por un papel, por un anillo... si quieres puedo comprarte un anillo de matrimonio y colocarlo en tu dedo, para que luego tú hagas lo mismo con uno similar. Puedo hacerlo. Necesitamos papel porque lo nuestro es un matrimonio desde que yo acepté que te amaba con toda mi alma.

—En el cajón primero de mi mesilla de noche hay dos anillos de boda...

—¡Louis!—dije entre carcajadas.


Desde aquel día llevo ese dichoso anillo de aspecto simple aunque en su interior tiene nuestras iniciales y el año en el cual lo transformé en lo que somos. Asumo que para para ambos ha sido un alivio. Él ha tenido algo similar a lo que quería y yo he dejado de escuchar sus quejas al respecto. De momento me he librado de algo tan tedioso como la palabra “matrimonio”.  


Lestat de Lioncourt 

No hay comentarios:

Gracias por su lectura

Gracias por su lectura
Lestat de Lioncourt