Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

martes, 14 de junio de 2016

Feliz cumpleaños mi rosa.

Estaba en el alfeizar de su ventana observando su habitación sutilmente iluminada. Las estrellas brillaban tras mi espalda y los insectos zumbaban como cualquier noche de verano. Me encontraba allí porque era su cumpleaños, pero había llegado demasiado tarde. Ella dormía plácidamente en aquella enorme cama de sábanas blancas con dibujos de hermosos caballos de mar desperdigados por algunas partes de estas. Sus cabellos negros se esparcían sobre la almohada y yo me sentía tentado de entrar, despejar su frente y besarla.

Había encontrado a esa niña en mitad de una tragedia. La tomé entre mis brazos sin pensarlo. Arriesgué mi secreto una vez más por una pequeña que al tomarla, sujetándola contra mi pecho, recordé los dulces años que viví con Claudia. Sin embargo la historia sería distinta. Sabía que no podía cometer los mismos errores con esa criatura. No debía cargarla de mis pecados y que se arrastrara por una vorágine de dolor, miseria, sangre y eternidad. Ella debía resplandecer en el jardín como una hermosa rosa que abriría sus pétalos regalando un perfume mágico y único. Sería por siempre mi niña, mi pequeña, mi adorada Rose y la salvaría de toda la maldad incluyéndome a mí mismo.

En mi bolsillo izquierdo llevaba un pequeño saquito color cereza con un lazo dorado. Dentro del pequeño saco se encontraba un camafeo de una pequeña rosa pintada de color carmín, con un tallo elegante que resaltaba porque poseía unas minúsculas espinas, y que había comprado como regalo para ella. Nada de muñecas. Ya había aprendido la lección con Claudia. Ella ya cumplía diez años y amaba la lectura, pero también empezaba a ser coqueta. Amaba sus largas pestañas que acaparaba la belleza de sus profundos ojos azules. La miraba y veía a Louis reflejada en muchos aspectos como si hubiese sido posible concebir una niña de ambos. Sabía que era el mejor regalo. Sin embargo, también llevaba un pequeño diario guardado en el bolsillo interno de mi chaqueta. Mi amante, mi corazón, se había empeñado que llevara algo que ella pudiese usar como desahogo. El olor de las páginas perfumadas era muy atractivo y su color rosa pastel muy elegante, aunque por fuera sólo se veía una elegante tapa con un collage de flores muy llamativo. Me reí por unos segundos pensando en los regalos y en la pequeña tarjeta que incluiría cuando ella despertara, pero entonces me quedé serio al comprobar que se incorporaba y saltaba de la cama.

No dudó en correr hacia el balcón, abrir la ventana y arrojarse a mis brazos. Yo no era su “tío Lestan” aunque así me llamara. Sabía bien que para esa pequeña niña era su padre, su figura paterna, la cual aparecía de vez en cuando de forma misteriosa para endulzar sus noches con cuentos e historias que fortalecían su imaginación, su espíritu combativo y esa hermosa sonrisa que lucía sin miedo alguno.

—Tito, tito—dijo estrangulándome por la fuerza de sus brazos rodeando mi cuello—. Creí que no vendrías, tito.

—Ah, no pude venir a la fiesta. Ya sabes que tu tío Lestan es un hombre muy ocupado—respondí alzándola para verla frente a mí con aquellos largos cabellos negros, ese rostro tan dulce y esos ojos profundos. Llevaba puesto un camisón celeste decorado con pequeñas estrellas de mar. Sin duda alguna era una niña preciosa, sana y feliz—. Veo que últimamente te gusta mucho el mar.

—Sí, he mejorado mi natación este año—confesó.

—Pues yo te traigo unos regalos especiales. Ya le di a tus tías algo de dinero para la celebración del cumpleaños, para que trajeran una enorme tarta a tu gusto, pero tenía que traer en persona mi regalo y el de Louis—expliqué bajándola para darle el colgante y el diario.


Su rostro se iluminó con algo tan simple. Parecía que le había tocado la lotería. Intentaba no malcriarla, pero era imposible. Yo sólo quería estrecharla entre mis brazos y aspirar su aroma. Era hermosa.  



Lestat de Lioncourt 


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Feliz cumpleaños Rose/Sybelle/Pandora. ¡Todo el Jardín Salvaje te desea lo mejor en tu día! 

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt