Sentado aquí, en este escritorio donde
he tenido que firmar tantos documentos importantes, siento que el
mundo ya no es lo mismo. La concepción de la vida ha cambiado para
mí. He afrontado demasiados retos importantes en un espacio breve de
tiempo y esto ha hecho que las muescas se acumulen en mi alma. Las
heridas no son muy importantes, pero los conocimientos y recuerdos
adquiridos valen su peso en oro. En los siglos que he vivido jamás
he visto décadas tan turbulentas y extrañas como las últimas en
las que me he visto sumergido.
Debería presentarme, aunque creo que
ya no es necesario. Tampoco es necesario que explique demasiadas
cosas. Si estás aquí es porque me conoces y sabes lo que ha
sucedido a lo largo de estos años. Hemos crecido, sufrido, amado y
llorado juntos. No, no he llegado a odiar. Soy un hombre que no sabe
odiar. Desconozco como alguien puede detestar algo que ha amado. No
guardo rencor ni odio alguno a los que no han confiado en mí, a
todos aquellos que me han lastimado o se han desprendido de mi mano
para alejarse de mi camino. No los juzgo pero no puedo decir que no
me importa. Siempre importa.
Hace unas noches conversé durante
horas conmigo mismo en compañía de un amigo que siempre está ahí,
que ha dejado de ser una pregunta en el aire para ser una realidad, y
que muchos ya conocen por su nombre: Amel. Él y yo hemos formado un
equipo de nostálgicos que se dejan llevar por los paisajes bucólicos
de la viña que una vez quise salvar. Nos sentamos en el alfeizar de
la ventana, miramos las estrellas y pedimos deseos como si fuéramos
niños que aún creen en la magia. ¿Por qué no deberíamos creer en
la magia? Hemos visto y sentido cosas terribles y maravillosas que
salen de toda lógica. Así que es plausible que ambos creamos en
contar ovejas al dormir y en pedir deseos a las estrellas.
He llegado a una conclusión hace unas
horas y es que he recorrido el mundo entero, he visto lo salvaje que
puede ser cada uno de sus caminos, he conocido a grandes amigos y
también enemigos que han querido destruirme por culpa de mis propios
errores hasta llegar al lugar donde nací, crecí y me convertí en
leyenda para un pequeño pueblo perdido en un valle. Quizá no es el
mejor lugar para muchos, pero mi historia empezó aquí y estas
tierras son mis orígenes. Si alguien quiere refugio o ayuda puede
venir. Nunca me ocultaré de nuevo.
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