Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

miércoles, 15 de junio de 2016

Quemas... el inicio.

Un poco más de lo que sucedió hace tiempo...

Lestat de Lioncourt


El vehículo se desplazaba a toda velocidad por las calles de Dubái. Hacía algunos días que estaba allí por negocios. Como todo inmortal solía tener algo más que bienes materiales que no producían valor alguno. Él tenía varios concesionarios, fábricas artesanales y diversos negocios centrados en la cultura. Khayman era un hombre honesto y calmado que solía perseguir sueños como cualquier otro. Iba y venía de una jungla llena de árboles a otra cargada de edificios siendo por siempre un guerrero que buscaba la paz, la libertad y encontrarse a sí mismo en cada espejo.

Al llegar a una transitada avenida decidió girar hacia una pequeña calle sin salida. Allí, cerca de uno de los muelles, se detuvo quedando dentro del coche escuchando por primera vez aquella voz que parecía surgir por encima de la radio de su vehículo. Hacía años que Akasha había caído, que el mal parecía haber sido extinguido sobre la faz de la tierra, y que él acudía al templo para yacer al lado de su compañera, amante y amiga Maharet. Pero algo le hizo sentir que no todo había acabado, que pronto habría una lluvia de fuego y horror, y empezó a llorar. Aquella voz le hablaba haciéndole sentir loco como los viejos vampiros que solían ser quemados antes de volverse en contra de todos y todo. ¿Acaso era lo mismo? ¿Estaba perdiendo el juicio ahora que parecía libre?

Salió del vehículo e intentó razonar consigo mismo. La voz insistía. Sólo eran susurros sobre la belleza, la humanidad destruida, los grandes placeres y el dolor. Sobre todo hablaba de dolor. Quería que bañara el mundo con sangre y fuego, que recorriera las calles completamente enloquecido con la furia de un dios, pero él se negaba. La voz replicaba y él se lamentaba. Cayó de rodillas como si rezara ante el Dios cristiano en mitad de una capilla, sintió una sed terrible y sus colmillos hirieron sus labios.

—¡Ya! ¡No puedo más!—gritó.

—Fuego, fuego... la solución a todo es el fuego—susurró riendo bajo como si bailoteara en cada una de sus neuronas.

—¡Cállate!—exigió.

Varios trabajadores de uno de los negocios próximos salieron a comprobar si todo estaba bien ahí fuera, escuchaban gritos de horror y a alguien llorando. Los lamentos del vampiro eran terribles, pero ni uno de ellos logró ver a tiempo su rostro ensangrentado. La luz tenue de la farola apenas incidía sobre la piel blanquecina, literalmente marmórea, del conocido tiempo atrás como “Benjamín del Diablo”. De improvisto ambos hombres estallaron en llamas igual que el almacén donde trabajaban. Khayman se incorporó limpiándose las lágrimas con la manga de su suéter gris y salió disparado en el jaguar con el que había llegado hasta allí.

Aquel incidente lo olvidó, el mundo jamás lo relacionó con las sucesivas quemas y todo quedó como un accidente laboral. Pero La Voz no se cansaría, no se daría por satisfecha, porque era un espíritu que clamaba venganza por el dolor y la soledad que arrastraba.


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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt