Durante largos años he publicado varios trabajos originales, los cuales están bajo Derechos de Autor y diversas licencias en Internet, así que como es normal demandaré a todo aquel que publique algún contenido de mi blog sin mi permiso.
No sólo el contenido de las entradas es propio, sino también los laterales. Son poemas algo antiguos y desgraciadamente he tenido que tomar medidas en más de una ocasión.

Por favor, no hagan que me enfurezca y tenga que perseguirles.

Sobre el restante contenido son meros homenajes con los cuales no gano ni un céntimo. Sin embargo, también pido que no sean tomados de mi blog ya que es mi trabajo (o el de compañeros míos) para un fandom determinado (Crónicas Vampíricas y Brujas Mayfair)

Un saludo, Lestat de Lioncourt

ADVERTENCIA


Este lugar contiene novelas eróticas homosexuales y de terror psicológico, con otras de vampiros algo subidas de tono. Si no te gusta este tipo de literatura, por favor no sigas leyendo.

~La eternidad~ Según Lestat

lunes, 1 de agosto de 2016

Recordando ángeles

Yo soy Benji y le doy un golpe por imbécil. ¡Texto de Marius! 

Lestat de Lioncourt 


—¿Qué haces?—preguntó apareciendo como si fuese un fantasma.

Puede que hubiese recorrido ruidosamente el pasillo que daba a la amplia habitación en la cual me hallaba, pero yo estaba tan concentrado que no me había percatado. Las plumas de aquel ángel eran tan tupidas como negras y surgían con fuerza de su espalda como si fueran raíces de un fruto prohibido. Él estaba a mis espaldas observando esa pintura mientras se movía como un pequeño animal.

—Intento poner en orden mis pensamientos—respondí.

—¿Y lo has logrado?—dijo acomodando su sombrero de ala ancha.

Aquella cara juvenil y morena estaba deliberadamente oculta tras la sombra de ese complemento. Ni sus atuendos ni su forma de andar, tan firme, denotaban la edad a la cual yo le había introducido en este infierno llamado eternidad. Benjamín deseó ser un vampiro y yo quise ofrecerle el capricho sólo porque no quería que Armand estuviera solo. Mi Amadeo ya no podía regresar a mi lado, pues había cambiado, pero tampoco deseaba que estuviese arrojado en los brazos de la soledad.

—A veces creo que lo consigo, pero entonces me asalta otra duda y...—murmuré dando una pequeña pincelada.

—Y todo vuelve al principio—dijo quedándose quieto al fin.

—Sí, es como una maldición—contesté suspirando pesadamente.

—¿Por eso pintas?—preguntó como si fuese aún un niño de apetito insaciable hacia lo que es y no es, la verdad y la mentira, la cordura y la locura...

—No y sí—respondí con paciencia mientras alejaba el pincel de las plumas, para después dar dos pasos hacia atrás e intentar averiguar si me faltaba algún detalle—. Hoy pinto por otros motivos.

—¿Cuáles?—dijo.

—No poder olvidar. También sufro esa condena...


Él se fijó entonces en esa estrecha cintura que terminaba en unas provocativas nalgas, así como en los menudos hombros y la cabeza leonina llena de ondulas cobrizas. Ante él tenía la imagen idílica de un muchacho eterno que bien conocía. De un ser que había sido tachado mil veces de monstruo a la par que de ángel por su rostro. Él era mi Amadeo. En las pinturas podía volver a ser mi Amadeo mil veces representado como un querubín inocente de todo pecado.  

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Gracias por su lectura

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Lestat de Lioncourt